Actualizado 31/08/2014 14:37

El barrio carioca de Santa Teresa, desesperado después de tres años sin su mítico tranvía

Graffiti en Santa Teresa
Foto: REUTERS

RÍO DE JANEIRO, 31 Ago. (Notimérica/EP) -

   El barrio de Santa Teresa de Río de Janeiro, un rincón bucólico de la ciudad, de caserones antiguos y aire bohemio, tenía como principal seña de identidad su 'bondinho', un clásico tranvía amarillo muy querido por los vecinos que desapareció de las calles hace tres años tras un grave accidente en el que murieron seis personas y otras 57 quedaron heridas.

   El 27 de agosto de 2011 uno de los viejos tranvías, aquejado por la falta de mantenimiento, tuvo un fallo en los frenos y descarriló. Parecía el principio de fin de un sistema de un transporte que no sólo era un importante reclamo turístico de Río, sino el principal acceso de los vecinos a su barrio, encaramado sobre colinas, alejado del metro y poco propicio para el autobús.

   Desde entonces sus habitantes están en pie de guerra. El pasado miércoles, cuando se cumplieron tres años de la tragedia, la Asociación de Vecinos y Amigos de Santa Teresa (Amast) organizó una ofrenda floral en recuerdo a los muertos que también fue un acto para reivindicar la vuelta cuanto antes del tranvía tal como era en un inicio.

   Tras el accidente, el Gobierno del Estado de Río de Janeiro se comprometió a cambiar los 18 kilómetros de vías y a poner nuevos tranvías en las calles en un plazo de once meses. Pero los retrasos y las promesas incumplidas han sido continuas, denuncian los vecinos. Finalmente, el primer vehículo empezará a circular en periodo de pruebas este mes y podría inaugurarse en octubre.

   "Ahora tienen prisa, ha estado todo parado en estos años y en las últimas semanas se han vuelto locos. Se nota que están cerca las elecciones", criticaba Luis de França Sode, vecino del barrio y creador de unos carteles de protesta en los que aparece el 'bondinho' con una lágrima y que pueden verse por todo el barrio.

   En general los vecinos critican la falta de transparencia y las prisas por inaugurar el tranvía a pesar de que las obras están muy lejos de acabarse. Lo que se pretende inaugurar es un kilómetro --de un total de 18_- que une el centro de Río con el corazón de Santa Teresa, lo justo para que suban los turistas, pero insuficiente para la mayoría de vecinos, se quejan.

   Y es que uno de los miedos de los habitantes del barrio es que los nuevos tranvías sean sólo una postal para visitantes. En el acto de recuerdo a los fallecidos varias pancartas reivindicaban que el tranvía siga siendo un transporte popular -antes del accidente costaba 0,60 reales-- alejado de intereses económicos de las empresas que lo explotan.

UNA LUCHA HISTÓRICA

   La gota que colmó la paciencia de los vecinos fue la llegada, por sorpresa, del primer vehículo al barrio. Custodiado por la policía, y rodeado de gran expectación mediática, fue colocado en el centro del barrio a medianoche justo en la víspera de los tres años de la tragedia. El subsecretario de la Casa Civil, Rodrigo Vieira, fue recibido con insultos, pitos y gritos de "mentiroso". "Después de soportar todo lo que estamos soportando que hagan esto es una bofetada en la cara. ¡Basta ya de escarnio!", clamaba Plinio Bariviera, visiblemente irritado.

   La lucha de Santa Teresa por conservar su 'bonde' es histórica. El ramal que llegaba desde el centro hasta el barrio se inauguró en 1896 y pronto se convirtió en un icono de la ciudad. Cuando los coches empezaron a comer terreno en la ciudad y los tranvías desaparecieron de Río Santa Teresa consiguió conservar el suyo gracias a al empeño de los vecinos.

   Muchos recuerdan como en 1966, debido a unas fuertes inundaciones el barrio quedó prácticamente aislado y el tranvía era el único que conseguía entrar. Gran parte del cariño que sienten por su 'bondinho' se debe al recuerdo de uno de sus conductores más carismáticos, Nelson da Silva, que murió en el famoso accidente.

   Vestía un uniforme antiguo, con tirantes, conocía a todos por su nombre y tenía siempre una sonrisa en la cara. Al recordarle, muchos vecinos se emocionan y en el barrio hay una placa en memoria de las víctimas con una frase suya que ya se ha convertido en un mantra para Santa Teresa: "Debemos sonreír siempre porque la vida es corta".