Actualizado 05/08/2014 11:48

Cuando el acceso a la educación no es suficiente

Laura Davis Mattar y Marina de Castro Rodrigues
Foto: NOTIMÉRICA

SAO PAULO, 2 Ago. (Notimérica/EP) -    

   Por Laura Davis Mattar y Marina de Castro Rodrigues, responsables de las relaciones y la captación de recursos de la Asociación Vaga Lume.

   El último informe de la ONU sobre los objetivos del milenio señala la impresionante tasa del 94 por ciento de matriculados en educación primaria en América Latina y el Caribe. Este dato tiene una relación histórica con la Declaración Mundial de Educación para Todos, adoptada en 1990 en Tailandia, que establece que todos los niños, jóvenes y adultos tienen derecho a acceder a la educación.

   La declaración ha generado esfuerzos en Latinoamérica para universalizar la escuela primaria y ayuda a explicar el alto índice de niños que están escolarizados. La noticia sería fabulosa si no estuviera acompañada de otra dura realidad: la ampliación del acceso a la educación ha reducido su calidad, que ha pasado uno de los grandes desafíos de los países latinoamericanos. Basta verificar los altos índices de fracaso, absentismo escolar y el número de años por estudiante y región.

   En Brasil, según IPEA (PNAD 2009), la media de años de escolarización de la población de 15 o más años de edad en las zonas rurales es de cuatro años, en comparación con 8,6 años en las zonas urbanas. Este es otro dato alarmante porque, según la UNESCO, el 77 por ciento de los niños que pasaron cuatro años o menos en el colegio no consiguen leer una frase entera. Se justifican así los altos índices de analfabetismo funcional del país, en especial de las áreas rurales.

   De acuerdo con INAF 2011, el 27 por ciento de la población brasileña entre 15 y 64 años son alfabetos reales, que incluye a los analfabetos funcionales. Esto significa que un tercio de los brasileños no sabe leer o que no sabe leer y escribir algo complejo, con habilidades limitadas y dificultades de comprensión de texto.

   Lo que es más inquietante es que ese número es mayor que el de los analfabetos plenos, a penas un 26 por ciento de la población brasileña. En Brasil hace tiempo que se intenta enfrentar el problema con políticas públicas como el Plan Nacional del Libro de Lectura (2006), que busca la democratización de acceso al libro y el fomento a la lectura y la formación de mediadores. En el mismo sentido, hay excelentes iniciativas de la sociedad civil como la de la ONG Vaga Lume que, desde 2001, va formando lectores en la Amazonia brasileña.

   La región, según Imazon (2009), tiene una tasa de analfabetismo real del 33 por ciento, 2,5 veces mayor que la de las áreas rurales si las comparamos con las áreas urbanas. En el mismo año, fue publicado en la revista 'Raízes' un estudio sobre la equidad educacional en el campo, que atestigua las barreras que este grupo, considerado vulnerable, enfrenta para concluir sus estudios, dada la infraestructura precaria, la falta de políticas específicas para la zona rural y la nucleación en el área urbana.

   En este contexto, Vaga Lume ha creado bibliotecas en comunidades de difícil acceso en 23 municipios de la Amazonia. Su premiada metodología tiene como principio la valorización de la cultura local y consiste en tres medidas interconectadas: la donación de libros de literatura, que promueve el acceso al libro y a la lectura; la formación de voluntarios como mediadores de lectura, que cualifica este acceso; y el incentivo de la gestión comunitaria de la biblioteca, que garantiza la sostenibilidad local.

   Los resultados de más de 12 años de trabajo merecen atención. La ONG y sus 3.000 mediadores de lectura voluntarios han conseguido que cada biblioteca tenga, de media por mes, 152 visitantes, 126 préstamos de libros y 11 sesiones de mediación de lectura, beneficiando a 24.000 niños y jóvenes. Además de eso, consigue mantener el 77 por ciento de sus bibliotecas activas en escuelas rurales, ya que en Brasil el 90 por ciento de las escuelas no disponen de la indispensable herramienta de apoyo escolar.

   En Latinoamérica hay otros ejemplos interesantes, como los Parques Bibliotecas de Medellín en Colombia o el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas en Chile. Estas iniciativas, como la de Vaga Lume, ofrecen a los niños y jóvenes una educación intercultural que, al mismo tiempo que mejora las habilidades de lectura y escritura, amplia perspectivas y horizontes. Son, por lo tanto, ejemplo de acciones que contribuyen a garantizar una educación de calidad a futuras generaciones de latinoamericanos.