Actualizado 08/11/2014 20:01

Dilma Rousseff, una presidenta con condiciones

Brazil's President Dilma Rousseff reacts during a meeting with leaders of the So
Foto: UESLEI MARCELINO / REUTERS

RIO DE JANEIRO, 8 Nov. (Notimérica) -

   El pasado 26 de octubre casi 143 millones de brasileños decidieron en las urnas que Dilma Rousseff, actual presidenta del país, se mantuviera al mando durante cuatro años más, en unas elecciones que pusieron a Brasil y a la comunidad internacional al borde de un ataque de nervios hasta el último momento.

   A tenor de los resultados, la cuarta legislatura consecutiva del PT en el poder podría ser la primera en la que se enfrente a un candidato consistente, a condición, eso sí, de que el PSDB logre apaciguar las luchas de poder que le han impedido presentarse ante los brasileños como una opción de gobierno viable.

   Pero si la campaña electoral fue dura para Rousseff, su segunda presidencia, que inicia formalmente el 1 de enero de 2015, no lo será menos. La economía, la corrupción -especialmente las sospechas de financiación ilegal de su partido con dinero proveniente de Petrobrás- la configuración del segundo Congreso y hasta los aliados, se encargarán de entorpecer, a veces hasta el infinito, el trabajo de una Dilma Rousseff ávida de demostrar que es mucho más que la apadrinada del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

LA ECONOMÍA, TALÓN DE AQUILES

  Inmediatamente después de la victoria del PT y sus aliados, el índice de la bolsa de valores de Sao Paulo (Bovepsa) cayó en picado, en una clara muestra de la desconfianza que la presidenta inspira los mercados financieros, o en una demostración de chantaje.

   Lo cierto es que la economía se ha convertido en un fuerte dolor de cabeza para la presidenta, según informa en una nota Fundación Alternativas. En 2010 Dilma Rousseff heredó de Lula un país cuyo crecimiento económico rondaba el 7 por ciento. Proyecciones recientes del Fondo Monetario Internacional apuntan ahora a que en 2014 el PIB crecerá solo un 0,3 por ciento y un 1,4 por ciento en 2015.

   Rousseff se enfrenta a la cuadratura del círculo: Si el ajuste fiscal es inminente, sanear la economía no puede implicar jugarse una política social cuyo beneficio es indiscutible. El programa de transferencia condicionadas de efectivo Bolsa Familia y Mi casa, mi vivienda, explican, en efecto, parte de la cuarta victoria del PT: según la Fundación Getulio Vargas, en la última década han salido de la pobreza más de 40 millones de brasileños.

   Con este panorama, la presidenta parece decidida a adelantarse al calendario para echar a andar su segunda legislatura, al menos en materia económica: pretende nombrar a su equipo a lo largo del mes de noviembre. Y ya circulan rumores, no exentos de debate, sobre el remplazo de Guido Mantega al frente del ministerio de Hacienda. El más extendido de ellos apunta al Presidente de Bradesco, Luis Trabuco.

LA ATOMIZACIÓN DEL CONGRESO

   Pero si la economía -y la corrupción- pueden aguar la fiesta a la presidenta, también puede hacerlo el Congreso. La Cámara de Diputados tendrá una representación mucho más fragmentada que la actual: donde convivían 22 partidos políticos, representadas por 513 diputados, convivirán ahora 28 formaciones.

   Más partidos y menos diputados para el PT que, tras perder 18, obtuvo 70 en su peor resultado desde 2002, cuando llegó por primera vez a la presidencia, con 91.

    En cuanto al Partido del Movimiento Democrático (PMDB), llega esta vez a la Cámara con 66 diputados, cinco menos que en la actualidad.

TAMPOCO LOS ALIADOS DAN TREGUA

   Todo indica que el PMDB, actualmente aliado del PT pero siempre sostén de los partidos que dirigen el país, seguirá apoyando al gobierno, a cambio de cargos y poder, como hasta ahora, lo que puede dificultar sobremanera la próxima gestión a la presidenta.

   "El aumento del número de partidos torna las negociaciones políticas más complejas, principalmente para el presidente que resulte electo en el balotaje del 26 de octubre", se podía leer en una nota de la agencia oficial de la Cámara tras la primera vuelta.

   Rousseff tiene motivos para preocuparse: el PMDB encabezará siete gobiernos, con 32 millones de habitantes, en unas elecciones donde la mitad de sus candidatos apoyaron al opositor Aécio Neves.

   Entre los estados más jugosgos en su poder, Río de Janeiro y Río Grande do Sul, donde el candidato se decantó por Neves abiertamente. Resulta casi infantil imaginar que la lealtad al gobierno vaya a marcar la agenda del principal partido aliado en este momento, dada su inclinación a poner precio político a cualquier gesto de apoyo.

SIN GRANDES CAMBIOS EN POLÍTICA INTERNACIONAL

   Quizás donde con mayor tranquilidad respire Dilma Rousseff sea en Itamaraty. Con sus vecinos, Brasil mantendrá la posición de liderazgo regional, con la salvedad de que, en el marco de su diplomacia comercial, podría acercarse a la Alianza del Pacífico.

   La inestabilidad y el proteccionismo en Argentina seguirán impacientando a empresarios y estrategas del gobierno que, al mismo tiempo, intentarán encauzar una relación marcada por la paciente diplomacia heredada de Lula da Silva.

   Según los analistas, con Estados Unidos la apuesta es consolidar el acercamiento de los últimos meses. Será prioritaria, eso sí, la búsqueda de nuevas inversiones productivas.

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