Publicado 11/03/2014 15:06

PERFIL-Bachelet, ante nueva oportunidad para derrotar desigualdad en Chile

Por Alexandra Ulmer y Manuel Farías

SANTIAGO, 11 mar, 11 Mar. (Reuters/EP) -

- Cuando Michelle Bachelet dejó el Gobierno de Chile hace cuatro años no pensó que volvería a la jefatura del Estado, pero el empuje de su madre y su anhelo de derribar las desigualdades que marcan al país sudamericano fueron más fuertes.

Bachelet, de 62 años, inicia el martes un nuevo camino como presidenta con una ambiciosa agenda de reformas, que incluye la promesa de subir los impuestos a los más acaudalados para financiar la gratuidad en la educación.

Su obsesión por reducir la brecha entre ricos y pobres y su carisma le concedieron un aplastante triunfo electoral en diciembre y la oportunidad de liderar de nuevo a una sociedad chilena empoderada, que exige ajustes en un modelo económico alabado por el mundo de las finanzas.

En el 2006, se transformó en la primera mujer en gobernar un país tradicionalmente conservador y ahora marca hito como la primera persona en alcanzar la máxima investidura en Chile en dos ocasiones tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.

Torturada durante el régimen de Pinochet y madre soltera de tres hijos, Bachelet ha sido una de las líderes más inusuales en Chile desde el retorno a la democracia en 1990.

"Voy a trabajar para conducir el próximo gobierno: el primer gobierno de una nueva mayoría política y social que nos permita enfrentar la desigualdad y construir un Chile más inclusivo", dijo Bachelet en un discurso en el 2013 cuando decidió arrancar la carrera presidencial y ese ha sido el eje de su mensaje.

Es amada por gran parte de las mujeres de clase media y baja desencantadas con la elite política chilena, que se jacta de la estabilidad y el crecimiento económico de un país con la peor tasa de distribución del ingreso entre los socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Sus críticos dicen que su popularidad depende demasiado de su personalidad afable, simpática y sencilla y muchos votantes de izquierda desilusionados con su primer mandato por sus políticas moderadas son escépticos frente a sus promesas de cambio.

"Ella plantea una suerte de ideología social más que una ideología política", dijo Guillermo Holzmann, analista político de la Universidad de Valparaíso, a Reuters.

"No hay una explicación lógica o teórica respecto a eso", explicó en referencia a su alta popularidad.

Otras de las críticas que la han salpicado son las que apuntan a la lenta respuesta de su gobierno al devastador terremoto que golpeó al país hacia el final de su primer mandato, en febrero del 2010.

En las primeras horas tras el sismo, Bachelet y otros funcionarios desestimaron la extensión de los daños y rechazaron ofertas de ayuda internacional, dejando un sentimiento de abandono entre muchos de los sobrevivientes. Aún peor, el sistema de alerta de tsunamis falló en avisar a la población de la llegada de gigantescas olas que dejaron cientos de muertos.

Impedida de postularse a un segundo mandato consecutivo por la Constitución, se mudó a Nueva York para dirigir la oficina de las Naciones Unidas para la mujer, una agencia creada para mejorar las vidas de las mujeres y las niñas en el mundo.

El año pasado renunció al cargo para volver a Chile, respaldada en sondeos que la daban líder entre los votantes.

Ahora deberá desplegar toda su capacidad de negociación para convencer al Congreso, en especial a sus rivales conservadores, y así avanzar en los prometidos cambios constitucionales en el mayor productor mundial de cobre. Sus fuerzas políticas no tienen la mayoría calificada para aprobar reformas profundas.

Bachelet también promete la legalización del aborto para algunos casos.

TORTURA, EXILIO Y MEDICINA

Algunas de sus propuestas tienen origen en su propia vida, que refleja un Chile con las heridas aún abiertas de la dictadura militar.

Como joven militante de izquierda que nació en una familia de políticos, la vida de Bachelet estuvo profundamente marcada por el golpe que derribó al presidente Salvador Allende en 1973 y dio inicio a 17 años de brutal dictadura.

Su padre, un general de la Fuerza Aérea leal a Allende, fue arrestado el día del golpe y luego fue torturado por los agentes de Pinochet. Alberto Bachelet murió en prisión en 1974.

Dos años después, dos agentes de la policía secreta irrumpieron en el departamento donde vivían Bachelet y su madre, Angela Jeria, y las llevaron a la Villa Grimaldi, un infame centro de tortura en las afueras de Santiago.

Bachelet ha dicho que fue golpeada y torturada durante su detención.

Una vez libre, con su madre partió primero a Australia y luego a Alemania oriental. En el exilio conoció a su ex esposo Jorge Dávalos, un arquitecto chileno padre de dos de sus hijos.

Bachelet volvió a Chile en 1979 para finalizar sus estudios de medicina. Luego de ejercer varios años como pediatra, ocupó el Ministerio de Salud en el 2000, cuando comenzó su carrera política. En el 2002 fue designada también como ministra de Defensa.

Hace poco en una entrevista televisiva admitió que no tenía la idea de postularse nuevamente, pero que su madre fue una de las personas que la convenció de lo contrario haciéndole notar el respaldo de las personas.

Contó que su mamá le dijo: "Estás frita".