Actualizado 03/07/2014 13:39

La transgénero colombiana atrapada en Hong Kong, feliz en Nueva Zelanda

Eliana Rubashkyn
Foto: BLOG ELIANA RUBASHKYN

BOGOTÁ, 2 Jul. (Notimérica/EP) -

    Eliana Rubashkyn, la transgénero colombiana que tuvo que exiliarse de su país tras el rechazo familiar y de las autoridades por su condición sexual, por fin podrá hacer realidad su sueño de vivir y ser tratada como una mujer.

   Después de sufrir una odisea de 8 meses en Hong Kong, donde fue retenida por presentar un pasaporte en el que aparecía con género masculino pero datos y fotos de mujer, el Gobierno de Nueva Zelanda le ha concedido asilo de refugiada -tras una llamada de las Naciones Unidas- y, además, va a facilitarle un nuevo pasaporte con su género femenino.

   Rubashkyn ha dado nuevas noticias desde su blog para contar la situación en la que se encuentra en este nuevo país desde hace un mes. "Las cosas no son fáciles, pero es agradable sentir lo calurosa y hermosa que fue mi acogida en Nueva Zelanda. Ser reconocida como mujer desde que he llegado aquí fue un acto de humanidad que no he podido experimentar antes, y fue como haber logrado finalmente la meta más grande de mi vida, algo que llevo soñando desde que tengo 6 años", relata.

   El tiempo que está compartiendo con otros refugiados de Afghanisthan, Myanmar, Irán, Somalia y Colombia es para ella como "un tesoro", ya que está siendo todavía más consciente "de cómo otras injusticias sociales obligan a las personas a abandonar sus tierras, su familias, sus seres queridos y su pasado para encontrar la paz y la esperanza".

   La joven asegura que ahora se siente "en una democracia plena", no como en Hong Kong, en donde no se ayuda ni se respeta a los refugiados. "Estoy en un lugar en donde mi identidad de género, mi religión, mi etnia, mi nacionalidad y mi fondo no importan, ya que por encima de todas esas etiquetas soy un ser humano", añade al explicar que este es el mensaje que Nueva Zelanda transmite a cualquier refugiado.

   Al despedirse en su post -que asegura haber tardado tanto en escribir por la falta de acceso a Internet-, Rubashkyn confiesa que nunca pensó que un Gobierno pudiera proteger y respetar sus derechos, así que agradece a Nueva Zelanda, a ACNUR y a todas las personas que le guiaron en su camino hacia este país por haberle brindado una nueva oportunidad de rehacer su vida.

   "Ahora existe la esperanza y tengo muchas ganas de continuar mi lucha, ahora con el Consejo de farmacias para obtener mi título como farmacéutica registrada, y finalmente vivir una vida de paz y dignidad", concluye.

UN CAMINO DE PIEDRAS

   En julio de 2013, Rubashkyn no pudo renovar su visa de estudiante para continuar con su segundo año de Maestría en la Universidad Médica de Taipei, ya que la identidad de su pasaporte, nombre, género y foto no representaban su identidad física en aquel momento frente a las autoridades migratorias de Taiwan.

   Rubashkyn se vio obligada a viajar el 16 de septiembre a Hong Kong, donde se encuentra el consulado de Colombia más cercano a Taiwán, para intentar solucionar su problema de identidad documental, pero los oficiales de inmigración le negaron la entrada al país debido a la ambigüedad de su identidad ya que la cara y el cuerpo de la joven de 25 años habían sufrido un cambio radical debido al tratamiento hormonal que se estaba haciendo para transformarse físicamente.

     La ACNUR en Hong Kong solicitó que le fuera concedida la condición de refugiada, pero al ser denominada como tal por la ONU, perdió la oportunidad de renovar su pasaporte, pasando a ser ilegal.

"Entré en un limbo legal, puesto que pasé de ser colombiana, a apátrida, refugiada e ilegal, en un país extraño, que no protege mis derechos y no respeta mi identidad", relató entonces en su blog.

   Desde entonces, Rubashkyn ha estado atrapada 8 meses en Hong Kong como refugiada de la ONU, y gracias a este estatus no ha podido ser deportada a su país de origen, al que no quiere volver.

   Tras una larga espera, la ONU logró que Nueva Zelanda la aceptara como refugiada, en donde reconoce estar feliz.