Actualizado 26/08/2014 15:05

Cinco obras imprescindibles de Julio Cortázar en el orden que prefiera

Lápida de Julio Cortazar
Foto: WIKIPEDIA

MADRID, 26 Ago. (Notimérica/EP) -

   El 26 de agosto de hace 100 años nació el genio literario Julio Cortázar, argentino, francés, belga, perteneciente a este mundo y a algún otro. Sobre todo al literario, donde vive para los que no le conocimos. Explicar a Cortázar en unas líneas resulta improbable. Por eso tomamos algunas obras suyas para hablar de él, con cinco imprescindibles que tratan el amor, el tiempo, la música, la pelea y otras acepciones de su obra.

   En primer lugar, sin atender a la popularidad de su obra, 'Historias de Cronopios y Famas', de 1962, deja grabadas las palabras, el canto de los cronopios o el reloj al que damos cuerda para correr con la muerte al fondo-- nos explicaba-- empezando por sujetar ese infernal regalo. Corríamos con la muerte al fondo.

   El segundo puesto, 'Rayuela' es la referencia de muchos, y encuentra su justificación al ser sin lugar a dudas la obra fundamental del escritor. 'Rayuela' cuenta con lenguaje propio una historia de inicio, desarrollo y final en según que orden quiera interpretarse.

   La experiencia vital transcrita, ambigua, irreal y retransmitida. 'Rayuela' habla por momentos en un lenguaje universal que aglutina vocablos. El idioma irreal 'gliglico' encara el amor. Era suyo, de Cortázar, y hablado por todos.

   Otro de sus títulos, 'La vuelta al día en ochenta mundos', de 1967. Las aventuras de Verne, el otro Julio, y los otros en los que Cortázar se inspiraba. Homenaje a los artistas, un documento que refleja la erudición del genio Cortázar que conformó este collage cultural.

   Es en 'El Perseguidor', en cuarta posición este relato integrado en 'Las armas secretas', un conjunto de historias, donde comienza a desarrollar una obra dominada por las libertades, los experimentalismos y los juegos.

   Dedicado al músico de jazz Charlie Parker ("In memoriam Ch. P."), escogió su personaje para retratar los últimos días del músico al que jamás conoció personalmente. Charlie Parker fue Johnny Carter, y el tiempo una variable peculiar o el 'beat' en la escritura que escuchaba jazz.

   Por último, en el quinto puesto de esta lista --o el primero si se prefiere-- difícilmente encontramos un poema que se ajuste a definir esa parte suya que solo era poesía, aunque todo nos inclina a sospechar que nada de lo suyo se escapaba a esta.

Los amigos

En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.

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