NUEVA YORK, 1 Jul. (Notimérica/EP) -
Han pasado 10 años, una década entera, desde que dijimos adiós a Marlon Brando, posiblemente uno de los mejores actores que el cine haya vislumbrado. Su figura se ha alzado como uno de los icónos más versátiles de la cinematografía, dando vida a personajes grabados en el imaginario colectivo. Con la mafia de Vito Corleone de 'El padrino' o el desquiciado coronel Kurtz de 'Apocalypse Now', el cine creció. En 2001 su carrera terminó, y tres años más tarde, a los 81 años, se fue.
Revisionar obras como la saga de 'El Padrino' se ha convertido en un objeto de culto, más allá de que la cultura popular haya fagocitado los iconos y se haya convertido en un elemento de fácil acceso. Con ello se puede haber dado un tira y afloja en el que la alta cultura haya querido desligarse de algunas de ellas. La figura de Brando y sus películas premiadas --él ganó tres Oscar-- mantienen el reconocimiento actualmente.
El intérprete nació en 1924 en Ohama, EEUU. Sus progenitores estaban ya ligados al mundo del cine, el padre en la producción y la madre era actriz. Marlon era un chaval rebelde con una personalidad áspera que se rebelaba contra sus estudios. Acabó en Nueva York, en 'The New School', en sus inicios como actor, después pasaría al 'Actors Studio'.
Sería en Broadway cuando se formó el actor que luego vimos en la pantalla. En la década de los 40, destacó por su llamativa forma de actuar. Su método era similar al conocido 'Stanislavsky', donde se integraba en la piel del representado con una asombrosa veracidad. Él renegaba de los convencionalismos del cine holliwoodiense de la época, y marcó una época para servir como influencia a James Dean y muchos otros que vinieron detrás.
Su fuerza expresiva quedó patente entonces en el clásico de Tennesse Williams, 'Un tranvía llamado deseo' que interpretó a las órdenes de Elia Kazan en el teatro, y con él también posteriormente en la película del mismo título que llega hasta nuestros días.
Pero Brando primero se curtió en el teatro, y no llegaría a la pantalla hasta 1950 con 'The men' una historia sobre veteranos de guerra heridos, en su caso con parálisis corporal de cintura para abajo. Al año siguiente, con el papel de Stanley ('Un tranvía llamado deseo'), esta vez en cine, sería nominado al Oscar y empujaría su carrera.
Hasta los 60, el actor fue una figura reverenciada en la profesión. Hasta tal punto, y aunque resulte anecdótico, que el escritor Beat Jack Kerouak le escribió una carta en la que pretendía que diera vida a su obra 'En la carretera', llevada al cine en 2012. Entonces, Brando se permitió el lujo de no responder a la carta de este.
GRANDES PAPELES Y EXCENTRICISMO
Sin embargo, cuando empezó a engordar, Brando dejó de ser la figura que habría sido, los productores se olvidaron de él y comenzó una etapa de declive donde sus mejores años habían pasado. Pero nada más alejado de la verdad, en los 70, un joven director de la generación del 'nuevo Hollywood' llamado Francis Ford Coppola, lo reclamaría para darle un papel en el que interpretaba a un capo de la mafia. Era 'El padrino', la antepenúltima joya del cine moderno. Le dieron el Oscar, y lo rechazó por solidaridad con la causa del pueblo indio en el cine.
Su excentricismo fue en alza. Coppola lo convenció para viajar a Filipinas y grabar 'Apocalypse Now', y este apareció con la cabeza rapada y con demasiados kilos de más. Las dos primeras entregas de 'El padrino'(luego la tercera pero no con tanta trascendencia) y 'Apocalypse Now' le consagraron en el cine. Ya todo lo demás casi resulta anecdótico aunque no desdeñable. Actuaciones memorables como el "Julio Cesar" del director Joseph Mankiewicz, que hizo suyo, o su papel de Cristobal Colón. Hasta el final de su vida hizo papeles, aunque no volvió con la fuerza de Vito o Kurtz. Nos había dejado ya mucho.
Aún de vez en cuando los cines recuerdan que el talento puro es lo que les ha mantenido, rescatan en su cartelera alguna de las suyas y la taquilla siempre funciona.
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