Actualizado 23/06/2015 09:46

'Inside Out', el nuevo éxito animado de Pixar

Imagen de 'Del revés (Inside Out)', la nueva cinta de Pixar
Foto: DISNEY-PIXAR

MADRID, 20 Jun. (Colprensa/Notimérica) -

   Todo está ahí. El gol de tacón que hiciste después del pase de tu mejor amigo que jamás pudiste volver a hacer. El día que le diste nombre a tu primer perro, antes de que, esa misma tarde, te destruyera tus zapatos favoritos. El primer beso, cuando no sabías qué hacer. Todos los recuerdos, los sueños, las ambiciones, están en tu cerebro, en alguna parte.

   Pete Docter, uno de los fundadores de Pixar, que ya había realizado retos tremendos, como presentarnos la ciudad donde viven los monstruos, cuya energía provenía de los gritos de los niños que eran recogidos en la fábrica Monsters Inc; y que no había evadido lo que significa la muerte de un ser querido al comienzo de la inolvidable Up, demuestra con 'Inside Out', viajando al interior del cerebro de una niña de once años, que cuando hay un guión inteligente, cualquier tema, por difícil que parezca, puede explorarse de formas creativas y entretenidas.

LA HISTORIA

   Riley, la niña en cuya cabeza ocurre lo que vemos, acaba de mudarse a San Francisco y todo es caos entre los habitantes de ese centro de mandos que Docter y sus animadores han diseñado para representar nuestra conciencia.

   Su argumento central es que no tenemos solo voz de la conciencia, sino varias, que se turnan para hablarnos: Alegría, Miedo, Ira, Repulsión y Tristeza.

   Cada una de esas emociones está diseñada con el preciosismo y la minuciosidad habitual de los artistas de Pixar, lo que hace que los niños estén pegados a la pantalla, viendo cómo a Ira se le enciende el pelo cuando se enoja o la forma en que cae al suelo Tristeza para lamentarse de su suerte.

LA ANIMACIÓN

   Pero los adultos, que también vemos con atención, sólo podemos asombrarnos por el mundo que Docter ha diseñado para explicar los mecanismos de la mente: unas islas de la personalidad (como la de la familia o la de la amistad), que se forman según vamos creciendo, gracias a los pensamientos fundamentales; un tren del pensamiento que se mueve todo el día; unos archivos de la memoria, donde cada recuerdo está almacenado hasta que los encargados deciden que ya no es importante (no se puede dejar de sonreír cuando vemos que los operarios borran los números telefónicos porque ya los tenemos guardados en el celular) y unas metáforas visuales maravillosas, como el cuarto del pensamiento abstracto (sólo ese fragmento es un prodigio narrativo que merece ser visto muchas veces) o los estudios de cine donde se producen los sueños.

   Pixar vuelve a exponer ideas contra la corriente y aquí decide criticar el afán contemporáneo de que los niños estén alegres a cada minuto del día, como si la tristeza no fuera también parte de la vida.

   Y lo hace de forma admirable, sin sermonear ni apoyarse en moralejas fáciles. Lo hace recordándonos que cuando crecemos las emociones se mezclan en la memoria, porque la vida se va haciendo cada vez más compleja y en eso radica su belleza. En que simultáneamente vivimos la melancolía y la euforia. En que todo está ahí.