Actualizado 14/09/2016 08:51

La pedrada más celebre de Iberoamérica

WIKIMEDIA
WIKIMEDIA

   MANAGUA, 14 Sep. (Notimérica) -

   La batalla de San Jacinto, situada el 14 de septiembre de 1856 en Nicaragua, fue uno de los enfrentamientos más llamativos de la historia de Iberoamerica por el modo en el que se llevó a cabo, ya que se dice que es la única batalla del mundo que se ha ganado por una estampida de caballos, llegándose a comparar con las batallas griegas de maratón.

   Sin embargo, dicha comparación no es el distintivo de esta batalla entre las tropas nicaragüenses y los filibusteros estadounidenses, ya que destacó porque el sargento principal de los primeros, Andrés Castro, asesinó con una pedrada mortal a uno de los contrincantes, un hecho que fue retratado por el pintor chileno Luis Vergara Ahumada en 1964.

   Pero, para comprender mejor la relevancia de esta batalla, es necesario enmarcarla en la Guerra Nacional de Nicaragua --también denominada Guerra Antifilibustera-- que ocurrió entre los años 1856 y 1857. Dos años antes de su inicio, en 1854, estalló una guerra civil entre las facciones democrática (liberal) y legitimista (conservadora).

   La primera, al mando de Fransisco Castellón Sanabria, buscó apoyos con los estadounidenses para fortalecerse militarmente y, a partir de la firma de un tratado, 'La Falange Democrática' de William Walker se estableció en su territorio. Los filibusteros de este político norteamericano se instalaron en el departamento de Granada, formado a su vez por Masaya, Carazo y Managua.

   A finales del mes de agosto de 1856, cerca de un centenar de legitimistas al mando del Coronel José Dolores Estrada --que había asumido el mandato del Gobierno nicaragüense desde la muerte de Fruto Chamorro Pérez-- salió del departamento de Matagalpa para impedir que los piratas llegaran a la Hacienda San Jacinto.

   Durante este enfrentamiento armado, hubo varios heridos y seis muertos, entre ellos el capitán del escuadrón de los filibusteros, el Capitán William P.Jarvis. Por el bando de los legitimistas hubo solo una baja. Sin embargo, las cifras que se barajan son muy diferentes, porque Walkner llegó a escribir en su libro 'La Guerra de Nicaragua' que eran 40 jinetes los atacantes, mientras que Estrada mencionó 120 de ellos.

   Lo hizo a través de un parte oficial el día 5 de septiembre, donde indicó que los patriotas sufrieron "la pérdida del intrépido Cabo Primero Justo Rocha, de Managua, y heridos, no de mucha gravedad", mientras que el bando opositor contó con las muertes de un cirujano y dos oficiales.

   Unos días más tarde, el 11 de septiembre llegó de nuevo desde Matagalpa una compañía de 60 indios armados con flechas, al mando del capitán Francisco Sacasa, unos refuerzos que había solicitado el Coronel Estrada. En la mañana del 12, lo jefes de ambas partes --Tomás Martínez con el partido Legitimista y Máximo Jerez Tellería con el partido Democrático-- se habían reunido para expulsar de Nicaragua a Walker.

   Pero dos jornadas más tarde, el 14 de septiembre, los filibusteros llegaron a San Jacinto con un total de 300 hombres. Los legitimistas se dividieron en tres bandos, algo que había hecho también el conjunto contrario.

   Asimismo, dio la casualidad de que les había dado la orden de no disparar hasta estar realmente cerca, ya que el alcance de sus fusiles no era suficiente amplio, pero los demócratas atacaron los tres frentes sobre las siete de la mañana (hora local), dando lugar a unos sangrientos combates cada vez más graves.

   El bando de los patriotas cada vez estaba más debilitado y los cercos de las defensas se rompieron. Así, aprovecharon para atacar por la retaguardia bajo los gritos de '¡Viva Martínez!' y '¡Viva Nicaragua!'. Las voces y el ruido de los fusiles asustaron a las yeguas y los potros que se encontraban en la hacienda cercana, provocando la célebre estampida con la que iniciamos este a 160 aniversario.

   Muchos de los combatientes del bando opositor fueron arrollados por los animales, mientras que algunos de los legitimistas aprovecharon las reses para montarse sobre ellas y atacar a los contrarios. La persistencia de los nicaragüenses en esta curiosa batalla les proporcionó su ansiada victoria a la que se sumó la muerte del jefe de la tropa filibustera, Byron Cole.

   Así, el balance de esta guerrilla se saldó con 10 muertos nicaragüenses y siete heridos, mientras que en el ejército filibustero murieron 27 soldados. Sin embargo, existen varios testimonios que aportan datos diferentes en referencia a las bajas.

   Además, el testimonio del General Carlos Alegría, quien era capitán en el momento de la batalla, contó de la siguiente manera el combate del 14 de septiembre: "Se peleaba casi cuerpo a cuerpo, porque faltaba parque y, entonces, arrojábamos piedras peor el que hizo más estragos fue un managua de apellido Castro, osado y fuerte, quien le lanzó una piedra un poco más grande al yankee en el lado de la frente, por la izquierda. El filibustero cayó inmediatamente después en la trinchera".

   Para concluir el escrito, Alegría indicó que "mucho debe la nación a todos aquellos valientes patriotas que duermen en sus tumbas al contorno de San Jacinto, el sueño eterno del olvido y que sólo la Patria recuerda. Abandonaron sus lugares para exponerse a los peligros y son los únicos que pueden llevar en altos pedestales el nombre de héroes, porque también son los únicos que han luchado cuerpo a cuerpo con la mortífera arma de presión civilizada".

   A partir de este memorable combate, los indios armados fueron declarados 'héroes nacionales de Nicaragua', un título que les ha llevado a permanecer en forma de monumento memorial en la entrada de la hacienda San Jacinto donde se llevó a cabo la acción. En la actualidad, ese lugar es un sitio histórico para el país, ya que el 14 de septiembre de 1956, un centenario después, el General Anastasio Somoza García organizó las celebraciones de la batalla.