RIO DE JANEIRO, 30 Oct. (EP/AP) -
Funcionarios estatales desplegaron enormes pancartas y camisetas verdes y amarillas en dos de los más conocidos puntos turísticos de Rio de Janeiro para celebrar la designación de Brasil como sede del Mundial de Fútbol en 2014.
Cincuenta escaladores colgaron una inmensa camiseta de 50 metros por 50 de la selección nacional brasileña con la frase "La Copa 2014 es nuestra" en la famosa montaña Pan de Azúcar en Río de Janeiro.
Otra camiseta de proporciones similares y la misma frase fue colgada debajo de la estatua Cristo Redentor, sobre la montaña de Corcovado, mientras un centenar de bailarines con banderolas hacían una coreografía a los pies de la conocida figura del Cristo.
En el legendario estadio de Maracaná, los trabajadores extendieron otras enormes camisetas del conjunto nacional y banderas afirmando que "El Maracaná es nuestro y la Copa del Mundo del 2014 también".
En la ciudad amazónica de Manaus, donde las autoridades esperan poder montar algunos de los partidos, decenas de personas agitaron banderas a las afueras del teatro colonial y bailaron al compás del Boi Bumba, el popular ritmo de esa región.
Pero fuera de las celebraciones oficiales, el anuncio de la designación de Brasil fue recibido con un sorprendente silencio, sin bailes en las calles ni los fuegos artificiales, ambos elementos tradicionales en los partidos importantes de Brasil, un país enloquecido por el fútbol y que fue sede de un mundial por primera y única vez en 1950.
Una razón para tal silencio pudo ser el hecho que Brasil era el único candidato de la FIFA para el 2014 y su designación se daba como un hecho tras la retirada de Colombia. Otra razón, según algunos aquí, es que el país que ha ganado cinco copas y tiene preocupaciones más serias.