Actualizado 07/07/2014 23:49

Los excluidos también juegan su Copa en Brasil

 

   SAO PAULO,, 7 Jul. (Reuters/EP) -

   Cualquiera que piense en el Mundial de Brasil imagina un torneo con futbolistas millonarios, rodeados de un lujo exuberante y con todo lo que se les antoje a sus pies.

   Pero el lunes comenzó en Sao Paulo el "otro Mundial", un campeonato de jugadores que viven en la pobreza y aprovechan el deporte como una herramienta de integración social.

   El ambiente en la apertura en el Largo da Batata, una concurrida explanada cerca del distrito financiero de Sao Paulo, era de celebración continua. Los rivales se abrazaban ante cada falta, dándose ánimo cuando alguno erraba un gol.

   Veinticuatro equipos formados por hombres y mujeres compiten en el Mundial de fútbol calle, representando a países como Sierra Leona y Bolivia.

   "Todos los participantes son de organizaciones y movimientos sociales. No tienen nada que ver con los clubes de fútbol", dijo Antonio Eleilson Leite, coordinador del Comité Organizador.

   "Los que juegan fútbol calle son de las periferias. Es gente que está en estado de vulnerabilidad social", explicó a Reuters. "El fútbol, como pocos deportes, tiene esa posibilidad de integración total entre los pobres".

   El torneo de fútbol calle es la fiesta de quienes no tienen cientos de dólares para comprar una entrada para ver el Mundial que está siendo disputado desde el mes pasado en 12 ciudades de Brasil.

   La alegría respirada el lunes durante el torneo, que culmina el sábado, contrasta con las multitudinarias protestas realizadas en ese mismo lugar contra el Mundial, visto por muchos en Brasil como un gasto obsceno de dinero en un país que necesita mejorar deficientes servicios públicos como la salud, la educación o el transporte.

   Equipos de países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Ghana, Guatemala, Israel, Sierra Leona, Sudáfrica y la región española de Cataluña participan en la tercera edición del Mundial de fútbol calle.

   "Es un orgullo estar aquí. Bolivia no clasificó al Mundial pero para nosotros es un orgullo porque llevamos el alto el nombre de nuestro país", dijo Paz Ramírez, de 17 años, quien  fue el centro de atención de sus compañeros de equipo, que le sacaban fotos cuando hablaba ante la cámara.

   Pese a que el torneo comenzó el lunes, las actividades de integración entre las delegaciones comenzaron seis días antes, dijo Leite, el coordinador.

   A diferencia de las ediciones de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, esta vez el torneo no cuenta con el apoyo de la FIFA, la entidad que gobierna el deporte a nivel mundial.

   La competencia fue financiada con donaciones de particulares y empresas de todo el mundo.

   "Es un sueño estar en la Copa", dijo Nkosazana Bothma, quien vive en Alexandra, una gigantesca barriada pobre de la ciudad sudafricana de Johannesburgo y quien por primera vez viajó fuera de la ciudad. "No pude ver ningún partido hace cuatro años".

   "Nunca había representado a Sudáfrica", agregó, "ahora lo estoy haciendo por primera vez en mi vida y se siente genial".