Actualizado 21/06/2013 16:53

Presidenta brasileña busca alguna respuesta a protestas y violencia

Por Brian Winter


SAO PAULO, 21 Jun. (Reuters/EP) -

- La presidenta brasileña Dilma Rousseff sostendrá el viernes una reunión de emergencia con sus principales asesores para encontrar alguna respuesta a las masivas protestas en las que alrededor de un millón de personas se volcaron a las calles, con episodios de vandalismo y choques que dejaron heridos.

Las manifestaciones del jueves por la noche a lo largo del país fueron las mayores hasta ahora en un movimiento que pareció salir de la nada en la última semana.

Miles de brasileños se han movilizado, furiosos por varios temas, desde la corrupción y el pobre estado del transporte público, hasta el gasto de miles de millones de dólares destinado a la organización del Mundial de fútbol el próximo año.

Si bien las protestas no apuntan en particular contra la propia Rousseff, o algún político en especial, la líder de centroizquierda enfrenta una enorme presión a medida que las marchas se tornan más violentas, un factor que contribuyó incluso a una brusca liquidación reciente en los mercados financieros del país.

Rousseff tiene previsto encontrarse con los miembros de su gabinete a alrededor de las 09.30 hora local (1230 GMT) en Brasilia, dijo un responsable del gobierno.

Las manifestaciones en general han sido pacíficas y lideradas por la clase media.

Pero el viernes, muchos brasileños se despertaron viendo en la televisión imágenes de los acontecimientos de la noche en las que jóvenes enmascarados saqueaban tiendas, comenzaban incendios y dañaban edificios, como el Ministerio de Relaciones Exteriores en Brasilia, al cual le rompieron las ventanas.

A diferencia de manifestaciones previas, gran parte de la violencia del jueves fue generada por los propios manifestantes, en lugar de tratarse de alguna respuesta de mano dura de parte de la policía.

Al menos 77 personas sufrieron heridas, reportó el diario Estado de S.Paulo. Una persona murió en el interior del estado de Sao Paulo después de que alguien embistió su auto contra un grupo de manifestantes.

"Yo apoyo estas protestas pero creo que están fuera de control", dijo Nilson Chabat, un empleado de una estación de servicio, de 31 años, mientras se dirigía el viernes a su trabajo en Sao Paulo.

"Muchos de nosotros estamos enojados pero no puedes ir a hacer lío todos los días".

Los disturbios repentinos, que comenzaron el 13 de junio cuando la policía reprimió una pequeña protesta que reclamaba contra una subida de los pasajes de los autobuses en Sao Paulo, conmocionaron a un país que hasta hace poco era considerado un exitoso mercado emergente en ascenso.

Las manifestaciones se desarrollaron mientras Brasil celebra la Copa Confederaciones, un torneo internacional de fútbol que funciona como una prueba de la organización de cara al Mundial.

Los manifestantes han usado el torneo para amplificar su furia ante el gasto público en enormes estadios, empañando un evento que supuestamente debía fortalecer la imagen internacional de Brasil.