Actualizado 11/07/2009 17:02

Aval a liberaciones en Colombia deja dos caras de moneda

Por Nelson Bocanegra

BOGOTA (Reuters/EP) - La última medida del Gobierno de Colombia en busca de la liberación de 24 militares y policías que la guerrilla de las FARC mantiene secuestrados, algunos por más de una década, significó alegría para unos familiares, pero frustración para otros.

El presidente Alvaro Uribe autorizó el jueves a la senadora Piedad Córdoba ser mediadora junto a la Iglesia y la Cruz Roja Internacional en la liberación de los 24 rehenes de carácter político que mantiene las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Sin embargo, el Gobierno colombiano tiene como condición que todos los cautivos sean entregados simultáneamente.

La esperanza renació en familiares como Oliva Solarte, madre del suboficial de la Policía Jorge Trujillo, quien el domingo cumple 10 años en cautiverio junto a otros 27 compañeros secuestrados por las FARC en una toma al municipio de Puerto Rico, en el selvático departamento del Caquetá.

"Ya el Gobierno dio un paso muy muy gigante, bendito sea Dios", dijo Solarte a Reuters vía telefónica, mientras reiniciaba una larga marcha en honor a su hijo en una región del centro del país, luego de estar hospitalizada durante dos días por las llagas en los pies y los problemas de tensión.

"Estoy muy convencida y sobre todo con mucha fe en el Todo Poderoso de que esto es un paso muy gigante, yo creo que ya se va a acabar el cautiverio, esta tortura y se van a soltar esas cadenas", agregó la mujer, que vio asesinar a uno de sus cuatro hijos por parte de guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

LA OTRA CARA

En contraste, la esperanza se desvanecía para las familias del suboficial del Ejército Pablo Emilio Moncayo -el rehén más famoso en poder de las FARC actualmente- y del soldado José Daniel Calvo, de quienes la guerrilla había asegurado que liberaría próximamente.

Según los familiares y políticos opositores de Uribe, la condición impuesta por el presidente congelaría la decisión de las FARC de entregar a los dos miembros de las Fuerzas Armadas.

Las posiciones radicales del Gobierno y de las FARC han mantenido en el pasado bloqueada la posibilidad de un acuerdo humanitario para lograr la liberación de los secuestrados, producto de un conflicto interno de cuatro décadas.

Uribe "está impidiendo la liberación de Pablo Emilio", dijo Gustavo Moncayo, padre del militar, famoso por caminar miles de kilómetros en Colombia exigiendo el fin del secuestro de su hijo.

Ahora, los familiares están a la espera de la respuesta de las FARC a la propuesta de Uribe, que seguramente tendrá sus propias condiciones.

"Ahora esperamos que los señores de las FARC se muestren muy voluntarios en aceptar lo que el presidente ha dicho", dijo la madre del suboficial de la Policía Wilson Rojas, otro de los secuestrados en Puerto Rico, Griselda Medina, antes de abordar en Bogotá un autobús que la llevará con otras familias hasta el poblado donde fue plagiado su hijo.