Actualizado 05/09/2009 16:40

China despide jefes locales Xinjiang tras disturbios

Por Lucy Hornby

URUMQI, China (Reuters/EP) - China removió el sábado al máximo funcionario de Urumqi, capital de la región noroccidental de Xinjiang afectada por disturbios, mientras la ciudad volvía a una tensa calma luego de días de protestas que han incitado las hostilidades entre comunidades étnicas.

Además, las autoridades chinas también despidieron al jefe policial de Xinjiang, según la agencia oficial de noticias Xinhua. Liu Yaohua, director del Departamento de Seguridad Pública Autónoma Regional de Xinjiang, fue reemplazado por Zhu Changjie, jefe de la prefectura de Aksu, indicó el reporte.

Los breves anuncios de Xinhua no explicaron por qué el jefe del Partido Comunista de Urumqi, Li Zhi, fue despedido y reemplazado por Zhu Hailun, líder del comité de ley y orden de Xinjiang.

Li estuvo a cargo de la ciudad durante los mortales disturbios étnicos entre chinos han y residentes uigures el 5 de julio, cuando al menos 197 personas perdieron la vida, en su mayoría han que murieron a manos de uigures.

La remota ciudad noroccidental ha estado bajo altas medidas de seguridad luego de tres días de nuevos disturbios esta semana, cuando miles de residentes han protestaron por una serie de ataques con jeringa por los que culparon a uigures, una comunidad musulmana que asegura que la región es su tierra natal.

Funcionarios han señalado que cinco personas murieron en las protestas del jueves, pero han dado pocos detalles al respecto.

Los despidos se produjeron mientras Urumqi retornaba a un estado parecido a la calma, finalizando una semana que ha visto multitudes de chinos han protestando contra los máximos funcionarios comunistas de la región.

PERSISTEN TENSIONES

Las tropas usaron gas lacrimógeno para dispersar a la multitud el sábado, en su mayoría chinos han, quienes se reunieron cerca de las oficinas del Gobierno en Urumqi, según mostraron imágenes de televisión por cable en Hong Kong.

Sin embargo, en otras partes de la ciudad, las tiendas, los buses y los caminos comenzaron a volver a la vida, observados por miles de policías y soldados antimotines, muchos de ellos para evitar que chinos han entraran a los vecindarios de uigures.

Los rumores sobre los ataques con jeringas persistieron el sábado. Decenas de chinos han cerca del centro de la ciudad se quejaron de que las tropas se llevaron a un hombre uigur acusado de apuñalar a un niño.

Los disturbios alarmaron a la administración central a menos de un mes de que China celebre el 60 aniversario de la fundación del Gobierno comunista y los funcionarios han calificado los asaltos con jeringa como un complot separatista de uigures.

"Los saboteadores podrían estar planeando más disturbios para crear una sensación de inseguridad en la cuenta regresiva de la nación para su gran celebración del 60 aniversario", dijo un editorial en el China Daily, el periódico insignia chino en inglés.

Al menos 197 personas murieron en Urumqi en julio cuando una protesta terminó en mortales disturbios que China calificó como un ataque separatista. La mayoría de los fallecidos eran han y en las últimas protestas éstos han expresado su enojo porque los uigures acusados de los incidentes aún no han sido juzgados.

Las tropas también usaron gas lacrimógeno el viernes para dispersar multitudes de residentes han que pedían la renuncia del jefe regional del Partido Comunista, luego de cientos de reportes sobre ataques con jeringas.

El ministro para la policía Meng Jianzhu voló hacia Urumqui para supervisar la seguridad.

"Los ataques con jeringas fueron una continuación del incidente del 5 de julio. Su objetivo es destrozar la unidad étnica y crear divisiones en la patria", dijo Meng.

Pero en Urumqi, la armonía étnica parece un ideal distante, en medio del temor mutuo entre uigures y han por los ataques con jeringas.

La población de Xinjiang es de 21 millones de personas y la mayoría de los residentes en Urumqi son han.

"Ahora, sin importar si se es han o de otra etnia minoritaria, uno se siente diferente del pasado", dijo Wupuer, un residente uigur de 46 años.

Si bien no se registraron protestas masivas el sábado por la mañana, algunos residentes han dijeron que su deseo de venganza por las muertes en julio no ha mermado.

"El 5 de julio, a los uigures se les permitió saquear y destrozar a su antojo, pero los soldados nos reprimieron a nosotros antes de que hiciéramos algo. Al menos deberían dejarnos matar a alguien y luego arrestarnos", dijo un comerciante chino de apellido Du.