Actualizado 04/09/2009 01:42

COLUMNA-¿Nuevas ideas en guerra contra drogas? Bernd Debusmann

Por Bernd Debusmann

WASHINGTON (Reuters/EP) - Hay momentos en que el silencio puede ser tan elocuente como las palabras. Tome el caso de la reacción de Washington ante los anuncios, en rápida sucesión, de los cambios en la políticas de drogas de México y Argentina que van en contra de las rígidas prohibiciones propias de las leyes federales de Estados Unidos. No hay expresiones de alarma ni consternación.

Contraste esto con la situación ocurrida tres años atrás, cuando México estaba cerca de promulgar tímidas reformas casi idénticas a aquellas que se volvieron efectivas el 21 de agosto.

En el 2006, gritos de indignación y horror de parte del Gobierno del entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, llegaron a tal extremo que el mandatario mexicano a esa fecha, Vicente Fox, vetó abruptamente un proyecto que su propio partido había escrito y que él había respaldado.

¿Qué ha cambiado? ¿Se debió a que el hecho ocurriera en agosto, cuando la mayoría de los funcionarios de Washington se encuentran de vacaciones?

¿O fue un signo de mayor disposición estadounidense para reconsiderar una guerra contra las drogas que, en casi cuatro décadas, ha fracasado en frenar la producción y contener el consumo? Y eso, pese a los esfuerzos de agencias del orden público que realizan 4.700 arrestos diarios en promedio por infracciones relacionadas con drogas desde inicios del milenio. (Apenas un monto por debajo el 40 por ciento de esos arrestos son por posesión de marihuana).

O quizás responde a que más países se dan cuenta de que, como el defensor de una reforma a la legislación de drogas Ethan Nadelmann establece, "mirar a Estados Unidos como un modelo de conducta para el control de drogas es como mirar a la era del apartheid en Sudáfrica para lidiar con el racismo".

Nadelmann encabeza Drug Policy Alliance, uno de los varios grupos que ejercen presión para conseguir una reforma a las políticas sobre drogas de Estados Unidos.

Bajo la ley mexicana que entró en efecto en agosto es legal poseer para uso personal cantidades pequeñas, especificadas con precisión, de marihuana, heroína, opio, cocaína, metanfetamina y LSD.

En Argentina, la Corte Suprema declaró inconstitucional los castigos penales por posesión de pequeñas cantidades de marihuana destinada al uso personal. El veredicto dejó abierta la puerta para una legislación similar a la de México.

Brasil despenalizó la posesión de drogas en el 2006 y probablemente Ecuador siga el ejemplo este año. En gran parte de Europa el uso de drogas (a diferencia del tráfico) no suele ser tratado como un acto criminal.

El enfoque de línea dura de Estados Unidos en este tema lo ha ayudado a convertirse en el país con mayor cantidad de prisioneros en las cárceles.

Por su parte, defensores de políticas más flexibles indican que comienzan a sentir vientos de cambio en el Gobierno del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien admitió que en su juventud fumó marihuana con frecuencia y utilizó cocaína cuando pudo costearla.

Pero las esperanzas de un quiebre con la larga ortodoxia podrían ser prematuras, a pesar de que un reciente sondeo de Zogby mostró un 52 por ciento de apoyo para considerar la marihuana como una droga legal, sometida a impuestos y regulaciones.

PRAGMATISMO ESQUIZOFRENICO DE AMSTERDAM

"En lo que respecta a la legalización, no está en el vocabulario del presidente y no está en el mío", señaló en julio el zar anti drogas de Obama, el ex jefe de policía de Seattle, Gil Kerlikowske. "La marihuana es peligrosa y no tiene beneficios medicinales", agregó.

Curiosamente, hizo esa afirmación en California, donde unas 250.000 personas pueden comprar legalmente marihuana con una carta de recomendación de su médico. La droga es usada para varias enfermedades, desde dolor crónico hasta el insomnio y la depresión. Hay una amplia literatura académica sobre los beneficios médicos de la marihuana.

Sin embargo, la opinión médica discrepa con la descripción del trabajo ordenado por el Congreso que Kerlikowske heredó cuando llegó al cargo. Esa descripción señala que el director de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas, el grupo de la Casa Blanca a cargo de la estrategia de la guerra contra las drogas, debe "oponerse a cualquier intento de legalizar el uso de una sustancia enumerada en el anexo I de la sección 202 de la Ley de Sustancias Controladas".

El anexo I de la ley, que entró en vigencia en 1970 durante el Gobierno de Richard Nixon quien declaró formalmente la "guerra contra las drogas", ubica a la marihuana al lado de drogas poderosamente adictivas como la heroína. La errónea clasificación coincide con la de un tratado internacional, la Convención Unica sobre Estupefacientes de Naciones Unidas de 1961. La convención es un gran obstáculo para los países firmantes que quieren legalizar las drogas.

Ningún país lo ha hecho. Incluso los Países Bajos, la meca de los aficionados a la marihuana, opera con un sistema descrito como pragmatismo esquizofrénico. Los "coffee shops" de Amsterdam tienen permiso de tener 500 gramos de marihuana en el local y vender no más de 5 gramos por persona a mayores de 18 años.

Las personas que reabastecen las tiendas cargan rutinariamente más de la cantidad legal y violan la ley. Igualmente los importadores.

Mientras el fracaso de la guerra contra las drogas y la teoría prohibicionista que la rige se ha analizado con gran detalle en los resultados de sobrias evaluaciones de comisiones académicas y del Gobierno, hubo pocos estudios sobre el "cómo" de la legalización. Por ejemplo, ¿qué podría ocurrirle a las mafias criminales que mantienen un negocio violento e ilícito con una facturación estimada en más de 300.000 millones de dólares por año?.

Algunos traficantes de drogas se cambiarían a otras actividades criminales y es realista esperar incrementos en áreas como el crimen informático y la extorsión, según Steve Rolles, jefe de Investigación de la Fundación para Transformar la Política de Drogas, una ONG británica. "Pero la imagen más amplia indudablemente mostrará una caída neta significativa en la actividad criminal total a largo plazo", señaló en una entrevista. "Deshacerse de los mercados ilegales de droga se trata de reducir las oportunidades para el crimen".

Rolles es autor del optimista libro "After the war on drugs: Blueprint for Regulation", que se publicará en noviembre y busca empezar un debate en un área que él ve como una hoja en blanco: las especificaciones de regulación para las drogas ilegales actualmente.

En una escala global, no puede ocurrir mucho más a menos que existan cambios en el mercado más grande y lucrativo de drogas del mundo, Estados Unidos. Si suceden esos cambios, no lo harán en forma rápida. "Veo esto como un esfuerzo multigeneracional, con cambios graduales", declaró Nadelmann, quien ha estado envuelto en el tema de política de drogas desde que enseñaba en la Universidad de Princeton a fines de 1980. "Pero por primera vez siento que tengo el viento en mi espalda y no de frente", apuntó.

(Se puede contactar al autor en Debusmann@Reuters.com)