Actualizado 29/06/2015 22:48

'Corralito', un término acuñado durante la crisis argentina de 2001

Corralito en Argentina
Foto: WIKIMEDIA COMMONS

BUENOS AIRES, 29 Jun. (Notimérica) -

   El corralito que el Gobierno griego de Alexis Tsipras ha decretado para el país europeo trae a la memoria las drásticas medidas que el Gobierno argentino tomara en 2001, cuando se acuñó el término para el cierre financiero, si bien existen varias diferencias entre ambas situaciones.

   Decir 'corralito' es hablar de la crisis argentina de 2001. El término fue acuñado por el periodista Antonio Laje en el programa Después de Hora de Daniel Hadad.

   En Argentina, un corralito es una pequeña jaula o parque infantil, acolchada, hecha para que los niños más pequeños puedan jugar pero no puedan salir, y Laje reflejó con este término que se haría famoso la limitación a la libertad de los argentinos de acceder a sus ahorros.

   Desde el año 1998 y hasta la explosión de la crisis en 2001, Argentina arrastró una importante recesión a causa del altísimo déficit fiscal que los gobiernos del expresidente Carlos Menem habían dejado al país.

   Al problema del alto déficit fiscal se sumó la llamada Ley de Convertibilidad de 1991, por la cual el cambio entre el peso argentino y el dólar quedó fijado en 1=1, como medida para combatir la hiperinflación de finales de los 80.

   Ante la fuerte recesión de los últimos años de los 90 y las fuertes medidas de ajuste que el Gobierno de Fernando de la Rúa empezó a aplicar, se empezó a producir una fuga de capitales en masa, especialmente de empresas que temían que el Gobierno hiciera una devaluación, eliminando así la Ley de Convertibilidad.

   El Gobierno de De la Rúa no llegó a ese extremo, pero para paliar la fuga de capitales llevó a cabo el denominado 'corralito' en diciembre de 2001: los argentinos sólo podían retirar 250 pesos cada semana (que entonces eran equivalentes a 250 dólares).

CORRALITO Y CORRALÓN

   Esta medida, que en principio estaba pensada para durar 90 días, se extendió a lo largo de todo un año y, después de la caída del Gobierno de Fernando de la Rúa, tuvo su continuación con el llamado 'corralón'.

   Tras la sucesión de tres presidentes en una semana a finales de diciembre de 2001, uno de los cuales declaró el 'default' o impago de la deuda argentina, en enero la Asamblea Legislativa eligió presidente a Eduardo Duhalde, quien decretó el llamado 'corralón'.

   Cuando Duhalde asumió, aseguró que se respetarían "las monedas en que se pactaron los depósitos: el que depositó dólares, recibirá dólares", pero tan sólo cuatro días después decretó la pesificación de los ahorros y después derogó la Ley de Convertibilidad, con lo que el cambio se liberalizó y llegó hasta cuatro pesos por cada dólar.

SIMILITUDES CON GRECIA

   Si bien la situación de Grecia en la Unión Europea de 2015 es diferente de la de la Argentina de 2001, no deja de ser posible ver algunos paralelismos entre ambos países, presas de importantes crisis financieras.

   Ahora el Gobierno de Tsipras ha decretado su propio corralito limitando a 60 euros diarios la retirada de efectivo de los cajeros, una cifra bastante superior a la permitida por el corralito argentino.

   Además, de un modo parecido a cuando la moneda argentina estaba atada por la Ley de Convertibilidad a un cambio artificial, la economía griega se ve atada a una moneda --el euro-- cuya devaluación no puede decidir de manera unilateral.

   Ambos países han llegado a esta situación después de una fuerte recesión --causada por el alto déficit fiscal y las bajas expectativas de pago-- y de la mano del descontento social por las medidas de ajuste exigidas, entre otros, por el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de los préstamos de rescate.

   Por el momento, Grecia sigue estando dentro de la moneda común europea y se espera que continúen las negociaciones por el pago de la deuda, pero en caso de que no se llegue a una solución, el país europeo podría seguir a Argentina en declarar el impago y después decretar un 'corralón'.

   Este extremo supondría que Grecia volviera a su antigua moneda, la dracma, y después convirtiera a dracmas los ahorros bancarios --en euros--, justo antes de devaluar la moneda griega, con la consiguiente ganancia de liquidez para el Estado y la pérdida para los ahorristas.

   Con estas drásticas medidas, el Gobierno de Duhalde consiguió una mejoría de la economía, pero los ahorristas perdieron gran parte de su dinero --que quedó en manos del Estado-- y Argentina nunca llegó a recuperarse plenamente del golpe, ya que hasta hoy en día todavía tiene que pagar unas altas tasas de interés para colocar sus bonos.

   De la misma manera, el Gobierno de Syriza en Grecia quizás confíe en que estas medidas le ayuden a poner fin a la espiral de la deuda, pero si se mira en el espejo argentino, en ningún caso las consecuencias mediatas o inmediatas serán un paraíso o una panacea contra la crisis, que posiblemente deba arrastrar por muchos años.