Actualizado 20/07/2009 21:08

Fuga de capitales, una sangría que no cesa en Argentina

Por Lucas Bergman

BUENOS AIRES (Reuters/EP) - La fuga de capitales del circuito financiero de Argentina, de unos 10.000 millones de dólares en el primer semestre del año, es una sangría incesante para el país y sólo podrá frenarse si el Gobierno recompone una extraviada certidumbre política y económica.

Desde que se disparó en el tercer trimestre del 2007, la salida de dinero habría totalizado 43.000 millones de dólares, según estimaciones privadas. El monto es apenas inferior a las reservas del Banco Central del país.

Analistas afirman que es fundamental revertir ese drenaje para evitar un prolongado estancamiento económico, en momentos en que Argentina sufre una desaceleración de su actividad por problemas domésticos y la crisis financiera global.

"Anualizado, el dato (del primer semestre) representa más de 7 puntos del producto (PIB) de salida de capitales, que se restaron del consumo y la inversión", dijo el Banco Ciudad en un informe, donde estimó una salida de 10.000 millones de dólares en el primer semestre.

La continua compra de dólares por parte de compañías y particulares quita fondos a la economía real y genera un círculo vicioso en un país que se estanca y que no genera incentivos para invertir o gastar.

Además, una importante salida de divisas podría debilitar las reservas internacionales del Banco Central, que rondan los 46.000 millones de dólares, y volver insuficiente al superávit comercial como principal fuente de divisas.

"Lo más importante y urgente es detener la fuga de capitales. Para revertir esta situación es indispensable cambiar el sesgo de la política fiscal", dijo la consultora Economía y Regiones en un reporte.

La mayoría de los analistas sitúa el inicio de la salida de dólares con la intervención del ente estatal de estadísticas que realizó el Gobierno del ex presidente Néstor Kirchner en el 2007, acentuada luego por decisiones de su esposa y sucesora en el poder, Cristina Fernández.

El listado de temas domésticos incluye un extenso e inconcluso conflicto con el sector agropecuario por un frustrado plan para subir impuestos y la estatización del sistema privado de pensiones a fin del 2008, con lo que el Gobierno pasó a controlar 30.000 millones de dólares que estaban acumulados en cuentas individuales de los ciudadanos.

Ya en el primer semestre de este año se sumó la influencia de la crisis financiera internacional y la tensión en el país por los comicios legislativos de medio término celebrados en junio, en los que Kirchner, principal candidato del oficialismo, fue derrotado.

Tras el revés electoral, que significó un duro golpe para el Gobierno, Fernández modificó parcialmente su gabinete y convocó al diálogo a sectores políticos y económicos en busca de una agenda que permita reanudar el ciclo de crecimiento económico.

"Desde que se inició el conflicto entre el Gobierno y el agro (marzo del 2008) se fueron del país unos 35.000 millones de dólares. Lo que ocurra de aquí en adelante será en función del clima político reinante", señaló el informe del Banco Ciudad.

A casi dos semanas de asumir, el nuevo ministro de Economía, Amado Boudou, aún no anunció nuevas medidas y afirmó que para detener la fuga de divisas el Gobierno debe sostener su actual política económica.

SEGUNDO SEMESTRE

"Para el segundo semestre la sensación que hay es que no hay un freno en la salida de capitales", dijo a Reuters Marina Dal Poggetto, directora del estudio Bein y Asociados.

"No hay una mejora en la certidumbre respecto de lo que va a pasar (en términos de financiamiento y gasto público) y eso sigue generando incentivos a los agentes a mantener sus 'stocks' en dólares", agregó.

Los economistas aseguran que un atenuante para la demanda de divisas será la caída de la capacidad de ahorro de la población por una inflación que sacude los ingresos y por menores ganancias de las empresas ante la desaceleración económica.

El peso argentino acumula una baja de casi el 10 por ciento en el 2009, en una gradual depreciación instrumentada por el Banco Central para mejorar la competitividad de la economía, pero las expectativas de mayores bajas mantienen latente la demanda de dólares.

"De no ocurrir el cambio en el sesgo de la política fiscal, los agentes económicos anticiparán mayores impuestos y/o una devaluación que licúe el gasto público de la peor manera. Así, la fuga de capitales y la ausencia de inversión, profundizarán la caída del producto", concluyó Economía y Regiones.