Actualizado 06/09/2009 16:24

FUTBOL-Artísticos sombreros captarán atención en Mundial

Por Barry Moody

GERMISTON, Sudáfrica (Reuters/EP) - El paisaje más llamativo en la antesala de la Copa del Mundo que se juega en Sudáfrica el año próximo serán los miles de fanáticos usando elaborados sombreros, inventados por un ex limpiador en su casa en una barriada pobre.

Mientras que el incesante sonido de las trompetas "vuvuzela" generó controversia durante la Copa Confederaciones en junio -un ensayo general para el torneo del próximo año-, fueron los extraordinarios cascos usados por los fanáticos lo que llamaba la atención a los observadores.

Es probable que los sombreros, conocidos como makarapas, vuelvan a destacarse en el evento más observado del mundo, dando una inesperada fama a un humilde invento.

Los makarapas están hechos del duro plástico de los cascos usados por los trabajadores de construcción y varían de simples diseños pintados hasta complejas figuras que sobresalen de jugadores, equipos o animales, a menudo combinados con gigantes fafas de mentira.

Fanáticos bailando y usando makarapas mientras hacen un ruido similar al de los elefantes con sus vuvuzelas estarán en el corazón de la atmósfera única que fue un gran atractivo comercial para el primer Mundial de Africa.

El makarapa fue inventado por Alfred Baloyi, de 51 años, un limpiador de buses municipal que no fue a la escuela, en la provincia norteña de Limpopo, y que aún vive en una oscura casucha de concreto en una barriada pobre en Germiston, cerca de Johannesburgo.

Baloyi, un hincha fanático de un importante equipo de fútbol sudafricano, los Kaizer Chiefs, dice que el makarapa nació cuando vio que otro fanático recibió un golpe en cabeza por una botella lanzada desde la tribuna en 1979 y un trabajador de construcción le dio un casco para protegerse en futuros partidos.

Pronto Baloyi, un talentoso artista, pintó su casco con los colores negro y amarillo que identifican a los Kaizer Chiefs y luego comenzó a recibir pedidos, trabajando en un pequeño taller en su casa.

"Primero sólo los estaba pintando. Luego a medida que pasaban los días empecé a añadir trompetas, como cuernos de cabras, y luego decidí comenzar a recortar y poner jugadores sobre los cascos", dijo a Reuters.

"No fui a la escuela, no estoy educado. Es sólo un regalo de Dios", añadió.

La casucha huele a pintura y el taller de Baloyi está lleno de fantásticos diseños, que incluyen un casco dedicado a un jugador mujeriego con una figura mitad mujer, mitad diablo reclinable sobre él.

El mismo Baloyi exhibe su propio sombrero que incluye una nariz gigante y una boca con dientes hacia afuera y una guitarra de plástico con música que sale de una radio que puso en el interior del casco.

"ENEMIGO DEL PLASTICO"

"Soy el enemigo del plástico", bromea Baloyi sobre los diseños que recorta con un simple cuchillo para cortar cartón. Su sobrenombre es "El Magistrado" y usa una toga cuando va a los partidos.

"Me llaman así porque sentencio que los cascos se conviertan en algo más", afirmó.

La guitarra de Baloyi está decorada con las figuras de un doctor, un escorpión y un mono. Dos mini vuvuzelas sobresalen del casco y una figura que representa al "Magistrado" puede moverse como una marioneta al final de la guitarra.

Grant Nicholls, quien dirige una companía local de marketing de deportes, ha hecho negocios con Baloyi y está buscando la mejor forma de vender los cascos y extender los dotes artísticos de Baloyi a otros sudafricanos de escasos recursos.

La producción está dividida entre una "gama característica" que Baloyi hace a mano, usualmente a comisión, y una fábrica que usa maquinaria para diseños más simples. Los precios van desde los 120 rands (15,50 dólares) a 300 rands (38,50 dólares) y más para diseños especiales.

"Este tipo es el artista más fantástico que he conocido. Cuando hace sus makarapas de la gama característica, la gente simplemente dice '¡Guau!'", dijo Nicholls a Reuters.

Con una audiencia acumulativa de más de 26.000 millones de televidentes y 3,4 millones de boletos para los partidos, la Copa del Mundo representa una bonanza para los fabricantes de tanto los vuvuzela como los makarapas.

EQUIPOS EXTRANJEROS

Baloyi ya ha comenzado a fabricar cascos para fanáticos de grandes equipos extranjeros como Brasil, Alemania y España.

Nicholls dijo que estaba cerca de llegar a un acuerdo con una compañía local que tiene el derecho a usar el fuertemente controlado logo de la Copa Mundial de la FIFA a cambio de un pago por regalías. Esto permitiría que los cascos lleguen a miles de puntos de venta oficiales.

El objetivo es vender hasta 2.000 de los makarapas producidos en fábricas al mes, produciendo menos de 50 de los de la gama característica para compañías, equipos de fútbol y jugadores.

Baloyi ha comprado una casa mejor en la provincia de Limpopo para su familia, pero Nicholls dice que se niega a abandonar su casucha en Germiston.

"No lo puedo sacar de ahí. No se quiere mudar", afirma.

Un fondo fue organizado con los ingresos de los makarapa para cuidar de la familia y la primera beneficiada es su hija Calphina, de 20 años y la tercera de sus cinco hijos, que asiste a la escuela de Arte.

"Ella está siguiendo mis pasos. Pero ahora la puedo enviar a la escuela", dijo con orgullo Baloyi.

Nicholls quiere organizar centros donde Baloyi pueda enseñar sus habilidades a quienes aspiran a ser artistas.

Los Makarapas nunca provocarán la controversia que despertaron los vuvuzelas. En la Copa Confederaciones, los medios extranjeros y algunos jugadores se quejaron por el ensordecedor ruido, provocando escandalosas acusaciones de colonialismo cultural.

La FIFA rápidamente decretó que los vuvuzelas deben permanecer, argumentando que son una característica del fútbol sudafricano, al igual que los tambores y los desafinados cantos en otros países con gran cantidad de hinchas del fútbol.

Mientras, si uno decide que no puede vencer a los sudafricanos y se une con su propio vuvuzela durante la Copa del Mundo, un sitio de internet (www.boogieblast.co.za) tiene algunas ingeniosas sugerencias sobre qué hacer cuando termine la competencia.