Actualizado 21/05/2014 16:51

MUNDIAL-Protestas por Copa amenazan a economía e imagen de Brasil

Por Alonso Soto

RIO DE JANEIRO, 21 mayo, 21 May. (Reuters/EP) -

- Adilson Ferreira soñaba con atender a grandes multitudes durante el Mundial de Brasil, pero jamás se le ocurrió que en lugar de ello sufriría por el enojo de los manifestantes.

Desde junio pasado, grupos de brasileños indignados por el dinero que el Gobierno desembolsó para organizar el torneo protestan con frecuencia fuera del pequeño restaurante que Ferreira administra en el centro de Río de Janeiro.

Una noche, quebraron los vidrios del recinto e incluso destruyeron la máquina de café expresso.

En vez de contratar a trabajadores adicionales para el flujo de clientes que traería la Copa, como pensó hacer en algún momento, ahora Ferreira sólo busca contener los daños.

"Necesitamos que la Copa del Mundo sea un éxito dentro y fuera de la cancha, de modo que todos puedan ganar a partir de esto", sostuvo.

Las expectativas de que el Mundial significara un fuerte impulso a la economía de Brasil han sido reemplazadas por pronósticos más sobrios y temores de que manifestaciones callejeras y otros problemas podrían ahuyentar las oportunidades de negocios y mancillar la imagen del país entre inversores extranjeros.

El Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff estima que el evento, que comienza el 12 de junio en São Paulo, podría agregar más de medio punto porcentual de crecimiento económico este año y crear más de medio millón de empleos.

No obstante, los economistas son más conservadores y estiman un impulso más cercano a 0,2 puntos porcentuales, según un reciente sondeo de Reuters.

El ministro de Deportes Aldo Rebelo ha dicho que el torneo podría agregar 0,4 puntos porcentuales de crecimiento cada año hasta el 2019, pero economistas del sector privado afirman que esa cifra está inflada y han apuntado a otros efectos secundarios que podrían desacelerar a la economía.

Se prevé que la economía brasileña crezca sólo un 1,6 por ciento este año, lo que presionará a Rousseff, que buscará la reelección en octubre.

"Sería peor si no tuviéramos la Copa, pero el torneo no salvará a nuestra economía de un año bastante malo", comentó Fabio Bentes, economista de la Confederación Nacional de Comercio, que representa a empresas minoristas y de servicios.

Cuando Brasil fue elegido como sede del Mundial en el 2007, los políticos dijeron que el torneo mostraría el esperado arribo del país como una gran potencia económica y que daría buenas razones para transformar completamente sus deficientes aeropuertos, carreteras y otra infraestructura de transporte.

Sin embargo, se han ejecutado sólo cerca de 7.000 millones de dólares de los 11.700 millones de dólares en inversiones previstas para el Mundial, según la Oficina del Contralor General, un déficit que la mayoría de los analistas atribuyen a una mala planificación y a la burocracia.

Aún existen grandes posibilidades de que Brasil realice un torneo exitoso, y si la selección nacional gana el certamen por sexta ocasión -y por primera vez en casa-, habrá grandes celebraciones.

Pero en vez de remarcar sus fortalezas, la Copa ahora se arriesga a reforzar la imagen de Brasil como un país que no invierte lo suficiente, que carece de la voluntad política para realizar grandes proyectos y que no ha alcanzado el potencial que mostró durante la larga bonanza de la década pasada.