Actualizado 22/09/2009 05:51

RESUMEN 2-Zelaya vuelve por sorpresa Honduras, buscan detenerlo

Por Gustavo Palencia y Edgar Garrido

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - El derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, regresó el lunes en secreto a la capital hondureña después de tres meses en el exilio y se refugió en la embajada de Brasil para buscar su restitución, en un desafío al Gobierno de facto que prometió arrestarlo.

Las autoridades interinas pidieron a Brasilia entregar a Zelaya para juzgarlo por supuestamente violar la Constitución al buscar la reelección presidencial y le advirtieron que la harían responsable si se dispara la violencia dentro o fuera de la embajada, donde seguidores de Zelaya se manifestaron.

Ante el temor a protestas, el Gobierno de facto decretó el toque de queda y más tarde dispuso el cierre de los aeropuertos.

Estados Unidos, un tradicional socio de Honduras, pidió retomar el diálogo para evitar la violencia, mientras que la OEA instó a la calma. Según analistas, un eventual arresto de Zelaya podría llevar a un mayor aislamiento del país, que ha sido marginado por la comunidad internacional.

"Soy el presidente legítimo electo por el pueblo y por eso vine aquí", dijo Zelaya a Reuters vía telefónica desde la sede diplomática donde se encontraba refugiado. "Vengo a ayudar a mi país y a mi pueblo y mi presencia aquí es para esto", subrayó.

El líder político, que crispó a la clase política conservadora con su acercamiento al mandatario venezolano, Hugo Chávez, fue expulsado del país hace casi tres meses a punta de pistola hacia Costa Rica.

Desde entonces intentó volver a su tierra natal a través de negociaciones diplomáticas que naufragaron, incluso cruzando brevemente la frontera desde Nicaragua.

En Caracas, Chávez celebró el regreso de Zelaya.

"Zelaya engañó a los golpistas y se metió en la maletera de un carro, hasta en un tractor creo, que estuvo por allá y pasó como 20 alcabalas (puestos policiales) y llegó a la Plaza Morazán de Tegucigalpa", explicó el mandatario en un acto transmitido por la televisión estatal.

A las puertas de la embajada de Brasil en la capital hondureña, miles de seguidores de Zelaya se reunieron, algunos parados en autos, otros en techos y hasta trepados en árboles con banderas con los colores de Honduras, en apoyo al depuesto mandatario.

"Sí se pudo, sí se pudo", "fuera los golpistas", gritaban manifestantes, a quienes fuerzas de seguridad habrían arrojado agua.

Zelaya fue derrocado el 28 de junio, cuando pretendía realizar una consulta popular que abriera paso a la reelección presidencial, algo visto como sus detractores como una muestra de la influencia en Honduras de Chávez.

El golpe de Estado dejó dividida al segundo país más pobre del continente y desencadenó la peor crisis política en América Central en décadas.

"Vamos a cambiar el país, este país ya no es de los ricos, es de los pobres que reclaman justicia", dijo René Vásquez, un estudiante de 24 años que se manifestaba a favor de Zelaya.

El sindicato de maestros, que apoya al derrocado presidente, anunció que sus 50.000 maestros abandonarán las aulas por tiempo indefinido a partir del martes, en un cese de actividades que dejaría a 2 millones de alumnos sin clases.

LLAMADOS A LA CALMA

Zelaya no precisó las razones por las que se refugió en la embajada de Brasil ni tampoco cuánto tiempo permanecería allí para evitar ser arrestado por el Gobierno del presidente interino Roberto Micheletti, que decretó toque de queda desde la tarde del lunes hasta la mañana del martes en todo el país.

"El miedo no lo conozco todavía. En mis 57 años no ha aparecido esta enfermedad", dijo Zelaya.

Desde Estados Unidos, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, afirmó que Zelaya y el Gobierno de facto tienen que hallar la manera de entablar un diálogo y evitar la violencia.

En tanto, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, pidió tranquilidad.

Zelaya comentó que Insulza viajaría a Honduras el martes, aunque la OEA no ha confirmado nada al respecto.

El Consejo Permanente de la OEA celebró una sesión extraordinaria y en una resolución exigió garantías para Zelaya e instó a restituirlo para que termine su mandato en enero, como propuso el presidente costarricense Oscar Arias.

Arias dijo que estaba dispuesto a viajar a Honduras para intentar una nueva mediación si las partes lo desean.

En tanto, el canciller de Brasil, Celso Amorim, afirmó en Nueva York que su país espera que el retorno de Zelaya a Tegucigalpa represente una nueva etapa en las negociaciones con el Gobierno de facto del país.

PREPARAN ARRESTO

Micheletti, que en un principio negó que Zelaya estuviera en Honduras a pesar de la confirmación del Departamento de Estado estadounidense, prometió ponerlo tras las rejas si pisaba el territorio hondureño bajo varios cargos.

"Hago un llamado al Gobierno de Brasil a que respete la orden judicial dictada contra el señor Zelaya entregándolo a las autoridades competentes de Honduras", dijo Micheletti en un mensaje televisado.

Pero, esa medida podría dejar más aislada aún a Honduras, que ya fue excluida de la OEA y recibió un recorte de ayuda financiera de organismos multilaterales y Estados Unidos.

"El arresto de Zelaya bajo cargos dudosos -que el régimen no tiene autoridad legal para llevar adelante- incrementaría su aislamiento y posibles sanciones de la comunidad internacional", dijo Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política con sede en Washington.

El depuesto gobernante hondureño debía hablar el miércoles ante Naciones Unidas en Nueva York en la asamblea general.

Sin embargo dijo a Reuters que sería un funcionario de su Gobierno el que asistiría a la reunión de la ONU.

El plan del Gobierno de facto es celebrar elecciones el 29 de noviembre -previstas antes del golpe- y entregar el poder en enero al ganador de la contienda, pese a que muchos países y organismos han dicho que no reconocerán al vencedor.

El país es un importante productor de café, pero hasta ahora las turbulencias políticas no han afectado a las exportaciones del grano.

(Con reporte adicional de Edgar Garrido, de Iván Castro en Managua, Deborah Charles y Anthony Boadle en Washington, Enrique Andrés Pretel en Caracas. Escrito por Pablo Garibian y Adriana Barrera. Editado por Alejandro Lifschitz)