Actualizado 01/04/2014 14:58

Casos más famosos de intentos y de asesinatos de presidentes de EEUU

Casa Blanca
Foto: FACEBOOK

WASHINGTON, 1 Abr. (Notimérica/EP) -

   Después de conocer que el hombre que intentó matar al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el 11 de noviembre de 2011, ha sido condenado a 25 años de prisión, cabe recordar los intentos de asesinato y los asesinatos que han sufrido varios presidentes del país a lo largo de la historia.

   Óscar Ramiro Ortega-Hernández, de 23 años y originario del estado de Idaho, admitió el pasado mes de septiembre haber intentado asesinar al presidente Barack Obama al disparar contra la Casa Blanca. Ya había comparecido por esta causa, por primera vez ante los tribunales, hace dos años.

   El fiscal Ronald Machen, cuya oficina procesó el caso, ha asegurado que la pena de 25 años de Ortega-Hernández demuestra que cualquiera que planifique un acto de violencia "debe esperar pasar décadas tras las rejas", según indica la cadena estadounidense CNN.

   Esto nos hace volver la vista atrás y rememorar los trágicos intentos y asesinatos de los diferentes presidentes estadounidenses, que supusieron grandes shocks en la opinión pública, en un país en el que el uso de las armas es legal.

   Y es que, parece ser que existe una inquietante 'tradición', que casi nace con el país y llega hasta nuestros días, de intentar asesinar a los presidentes, con mayor o menor éxito. Junto con el último de Obama, son ya trece los casos de magnicidio contra presidentes de EEUU.

   El séptimo presidente de EEUU no fue sólo el primer presidente en haber sido elegido por sufragio universal, sino que fue también el primer presidente estadounidense en sufrir un atentado. Se trata de Andrew Jackson, al que Richard Lawrence disparó dos tiros en Washington el 30 de enero de 1835. Jackson salió ileso de aquel homicidio.

   La suerte no fue la misma para el presidente Abraham Lincoln, que fue asesinado por un actor mientras asistía a una obra de teatro a pocos días de finalizar la Guerra de Secesión -conocida también como Guerra Civil-. Las heridas de este asesinato, cometido por defensores de la esclavitud, tardarían años en cerrarse.

   Los presidentes James A. Garfield y William McKinley fueron dos de los cuatro presidentes asesinados en un atentado. No murieron en el acto, sino que fallecerían días después a causa de las heridas provocadas por las balas. Garfield fue asesinado por un abogado al que el presidente no le había concedido el cargo que solicitaba. En cambio, McKinley fue ejecutado por un anarquista.

   Los dos gobernantes sucesores, Franklin Delano Roosevelt y Harry S.Truman, también fueron objeto de atentados, pero ninguno resultó con éxito.

   Sin embargo, el cuarto y más famoso magnicidio de EEUU fue el del presidente John Fitzgerald Kennedy. Mientras Kennedy saludaba a los ciudadanos de Dallas desde su coche presidencial el 22 de noviembre de 1963, Lee Harvey Oswald efectuó tres disparos, dos de los cuales alcanzaron de lleno al presidente, acabando con su vida.

   El presidente Richard Nixon fue secuestrado sin éxito, y su sucesor, Gerald Ford, sufrió dos intentos de asesinato en tres años. Por último, el mandatario Jimmy Carter fue salvado de un tiroteo por los Servicios Secretos, y Ronald Reagan consiguió sobrevivir a la perforación de su pulmón, provocada por el disparo de un fanático de la actriz Jodie Foster.

   Diversas y, en ocasiones desconocidas, son las razones que han llevado a estos asesinos a intentar acabar con la vida de trece presidentes estadounidenses, un dato que, sin duda, merece ser objeto de reflexión por parte de las estructuras políticas y económicas, así como de la sociedad.