Actualizado 18/05/2014 07:38

La Casa Blanca se prepara para la reforma del sistema de inmigración

Obama cavila la forma y el alcance de una propuesta que podría alienar al importante voto latino si no tiene la profundidad necesaria

   NUEVA YORK, 17 May. (EUROPA PRESS) -

   La administración del presidente Barack Obama se enfrenta a serias dudas sobre la forma y el alcance de la reforma del sistema de deportaciones que anunciará en las próximas semanas por la reacción que pudiera recibir del voto latino y los pocos republicanos que tiene ganados, y de los que depende precisamente la aprobación de esas medidas.

   Sobre la forma, existen dos posibilidades: la primera es que el presidente de Estados Unidos intente alcanzar un acuerdo de última hora con el sector republicano del Congreso, que se opone en su mayoría a la reforma y ha prometido hacer todo lo posible para impedir su aprobación.

   La segunda, más radical, es hacer uso de su poder ejecutivo para garantizar la aprobación directa de las medidas, aunque expertos consultados por Reuters consideran que esta actitud podría terminar de enconar el enfrentamiento entre demócratas y republicanos en un año de elecciones legislativas, cuyo resultado podría inclinar la balanza hacia los demócratas sin esfuerzos adicionales.

   En cualquier caso, los analistas coinciden en las diferentes áreas que se verán afectadas por la reforma de Obama, que reducirá el periodo de deportación de inmigrantes "recientes" y protegerá a aquellos que estén sirviendo en el Ejército de Estados Unidos, entre otras medidas. Se trata, en principio y en términos generales, de medidas más benévolas para con los inmigrantes.

LUCHA ANTE EL CONGRESO

   Sin embargo, el propio Obama ha explicado a asociaciones de inmigrantes que sus manos "están atadas" por la presión republicana, que ha paralizado en la Cámara de Representantes el costoso acuerdo sobre inmigración alcanzado el año pasado en el Senado. A pesar de ello, el presidente compareció esta semana ante los medios para defender la necesidad de despejar, en la medida de lo posible, el miedo a la deportación entre la población imigrante.

   "Esta gente forma parte del tejido social de nuestra comunidad. Sus hijos y los nuestros van juntos a la escuela. La mayoría solo quiere trabajar y no busca problemas. La presión sobre ellos no es un buen uso de nuestros recursos, no es inteligente, ni tiene sentido", aseguró en declaraciones recogidas por el diario 'The New York Times'.

   No obstante, medios liberales como Mother Jones recuerdan que, bajo la administración Obama, 1,8 millones de personas han sido deportadas, muy cerca del récord de su predecesor, George W. Bush. Con matices, porque muchas de estas expulsiones han tenido lugar en la frontera con México mientras que las del interior del país han descendido. Sin embargo, la cifra es lo suficientemente elevada como para que grupos proinmigración hayan expresado su malestar.

   "En cualquier momento vamos a llegar a los dos millones de deportaciones. Es un número alucinante que supera con mucho al de sus precedecsores y deja tras de sí una ola de devastación para familias de toda partes de América", declaró la portavoz de la organización latina Consejo Nacional de La Raza, Janet Murguia.

OTRAS POSIBILIDADES

   Otras opciones que los grupos proinmigración han propuesto al presidente Obama consisten en la relajación de los términos bajo los que se concede a los inmigrantes la deseada Green Card o tarjeta de residencia, aunque incluso los defensores de la reforma temen que eso se pueda percibir como una amnistía.

   Finalmente, y esta es una opción preferida por los activistas, quedaría la posibilidad de ampliar el programa de Acción Diferida para Llegadas Infantiles, por las que se extenderían permisos de trabajo a los jóvenes en edad de trabajar que llegaron ilegalmente de pequeños a Estados Unidos. Si Obama decidiera ampliar ese programa a los padres de los jóvenes indocumentados, entre cuatro y cinco millones de personas podrían permanecer en el país sin miedo a la deportación inmediata.

   Tras muchas dudas --"la verdad es que nos quedamos consternados cuando se propuso la idea", declaró al 'Times' un antiguo asesor legal de la Casa Blanca-- parece que esta medida tendría base legal porque, al fin y al cabo, Obama no está habilitando directamente a un grupo de personas, sino preparando un proceso para que así suceda.