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MÉXICO DF, 6 May. (Notimérica/EP) -
Con el fin de fomentar la convivencia en territorios asolados por la violencia, como el estado mexicano de Michoacán, el Gobierno del país ha impulsado la proyección de películas en localidades en las que no existen cines y originar así lugares de encuentro para la población que vive asediada por el miedo que impone el enfrentamiento armado.
El proyecto, que se enmarca dentro del 'Programa Especial de Acción Cultural Michoacán 2014', trasladará una pantalla móvil, un autobús que hará de biblioteca y numerosos carteles de históricas películas de cine hasta localidades de Michoacán especialmente azotadas por la violencia, como son las poblaciones de la región de Tierra Caliente y Apatzingán.
"Habrá talleres prácticos de narrativa audiovisual y de producción (cinematográfica). En un estado como Michoacán y una región como Tierra Caliente esperamos contribuir con un granito de arena en la restitución del tejido social", ha destacado Jorge Sánchez, director del Instituto Mexicano de Cinematografía, que impulsa esta iniciativa.
Y precisamente en la colonia Lomas de Durazno de Morelia, capital de Michoacán, Miguel Rivas proyecta, desde hace un año, películas todos los sábados, permitiendo así que los habitantes de esta localidad se evadan de la violencia que viven a diario.
Panadero de profesión, Rivas realiza voluntariamente esta tarea gracias al equipo de proyección que le prestó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y a la ayuda de numerosos vecinos que hicieron de un terreno abandonado una sala de cine al aire libre.
"No me pagan por esto, pero yo lo hago con mucho gusto, para que la gente conviva un rato y los niños tengan un momento de esparcimiento. A veces también pongo las palomitas y un vasito de refresco; la chamacada se pone contenta, pues son niños los que más van a la función", ha destacado Rivas al diario mexicano 'El Universal'.
Azotados por el conflicto, los habitantes de Michoacán recuperarán espacios públicos abandonados por el miedo que imponen las armas. Una forma de plantarle cara a la violencia, en la que el cine se acaba convirtiendo en una excusa para originar lugares de encuentros que permitan a la población evadirse del conflicto que determina sus vidas a diario.