Actualizado 26/03/2014 21:38

El limonero extorsionado por Los Templarios que murió de tristeza

Limonero
Foto: REUTERS

Las autodefensas le devolvieron a sus familiares los terrenos expropiados

   MÉXICO DF, 26 Mar. (Notimérica/EP) -

   Rodolfo Paredes era un pequeño agricultor más del limón en Michoacán, un estado del sur de México azotado por la inestabilidad que genera el crimen organizado, con una pequeña parcela de 45 hectáreas que trabajaba junto a su mujer.

   Pero, como tantos otros, tuvo que huir en 2009 escapando del azote de Los Caballeros Templarios. En su exilio, dicen sus familiares, murió de tristeza tres años después, afectado por una diabetes que le dejó ciego, con insuficiencia renal y sumergido en una profunda depresión.

   Michoacán está lleno de terrenos dedicados al cultivo del limón y el aguacate, negocio que no ha pasado desapercibido para el crimen organizado, en especial para Los Caballeros Templarios, que se han mostrado muy versátiles a la hora de escoger sus fuentes de financiación, más después de que estos frutos hayan experimentado fuertes subidas en sus precios.

   La presencia de estos dos frutos es tal en el estado, que algunos de los líderes de los grupos de autodefensa, como Hipólito Mora, se dedicaban al cultivo del limón antes de tomar las armas para expulsar de la región a los delincuentes que se lucraban con la extorsión a los pequeños ganaderos y agricultores de los distintos municipios de Michoacán.

   Paredes huyó rumbo al municipio de Uruapan, en Michoacán, escapando de la extorsión, el pillaje y las torturas, de las que fueron testigos su esposa, María Cárdenas, y un empleado que trabajaba con ellos, que fueron sorprendidos por 'templarios' cuando asaltaron su rancho y retenidos a la fuerza durante varios años.

   "Mi tío se vino abajo, enfermó de diabetes, se quedó ciego y tuvo que hacer frente a una terapia de diálisis. Ya con el tiempo murió de tristeza, de coraje, de impotencia, de ver cómo le arrebataban su único patrimonio sin poder hacer nada", narró el sobrino de Paredes, Eli Robledo.

   Robledo explicó que el cártel le quitó todo a su tío, y denunció el nulo conocimiento de los delincuentes a la hora de trabajar la tierra. "Lo único que hicieron era cosechar, cortaban el limón y no fumigaban ni fertilizaban, no hacían nada, solamente metían gente, cortaban y se iban", relató.

ENTRADA DE LAS AUTODEFENSAS

   El surgimiento de los grupos de autodefensas en la región, civiles que se levantaron en armas contra el crimen y la indolencia de las autoridades, significó cierta estabilidad y la recuperación para muchos agricultores y ganaderos de los terrenos expoliados a principios de está década.

   La paulatina entrada de estas policías comunitarias en los municipios eran recibidas con aplausos por sus habitantes, aunque con el paso del tiempo algunos de sus líderes eran acusados de caciquismo ante la negativa o la reticencia a devolver las tierras, o la presión de muchos por gestionarlas ellos mismos.

   Sea como fuera, un año después de la muerte de Paredes, su mujer recuperó los cultivos, que ahora están siendo gestionados a petición de los familiares por Ernesto Rodríguez, un habitante de la zona que participó en la incursión llevada a cabo por la facción de Estanislao 'Papá Pitufo' Beltrán para recuperar el rancho limonero.

   Cinco meses después, y poco a poco, la actividad en el rancho intenta volver a la normalidad. Las ganancias que se van obteniendo de las cosechas se utilizan para la inversión de infraestructuras, muy deterioradas tras el paso del cártel, y en fertilizantes.

   "Al menos ya tenemos la ventaja de que nos lo devolvieron, ahora ya lo podemos trabajar como hubiera querido mi tío", relató entre lagrimas Robledo, tal y como ha recordado el diario mexicano 'Milenio'.