MÉXICO DF, 26 May. (Notimex/EP) -
El dibujante y caricaturista Gabriel Vargas se convirtió en el cronista del pueblo, gracias a aquellos cómics, que pronto se hicieron populares, en los que plasmaba las costumbres de su país y que estaban cargados de personajes emblemáticos con los que se podían identificar los mexicanos de a pie. Así lo han recordado sus amigos y familiares en el diario 'El Universal' con motivo del cuarto aniversario de su muerte que se ha celebrado este domingo.
"Podías ver igual al vendedor de tamales o de camotes, al que reparaba zapatos en la calle o al que soldaba tus ollas e instrumentos de cocina. Tiene personajes de todas las índoles, personas que estudiaron, secretarias, caciques, aunque no tengan diálogo, todos están dibujados y ese es su gran legado, haber plasmado esa sociedad", ha destacado la autora de 'Gabriel Vargas. Cronistas gráfico', Maira Mayola Benítez.
Vargas (1915 - 2010) nunca quiso alejarse de su México natal, a pesar de que Walt Disney le ofreciese trabajar en sus estudios. Un hombre que amó su país y que recogía innumerables muestras de afecto de sus compatriotas que acabaron por idolatrar sus cómics.
"(Desde Walt Disney) Le pedían y le pedían, le escribían para que se fuera a trabajar con ellos y Gabriel dijo: 'Jamás saldré de México, le agradezco mucho, pero irme yo a trabajar a Estados Unidos, no, porque yo soy de aquí, de México'", ha comentado la viuda del dibujante, Guadalupe Appendini.
Publicó 1616 cómics de la serie 'La familia Burrón', su obra más emblemática. En ella plasmaba la vida de México DF, a través de personajes plagados de estereotipos, que representaban a los habitantes de esta ciudad.
"'La familia Burrón' nació de una apuesta, cuando un amigo le retó, por la cantidad de 10.000 pesos, a crear una mujer protagonista como la de la radionovela 'Anita de Montemar'. Así surgió Borola Burrón, a quien el poeta Hugo Gutiérrez Vega compuso una oda escrita 'en versículos chipocludos'", ha destacado Appendini.
Cómics en los que se veía reflejada la población, con independencia de su estatus social y que plasmaban el México de a pie, de sus habitantes. En ellos se podía entrever el amor que Vargas siempre mantuvo por el país que le vio nacer y que nunca estuvo dispuesto a abandonar.