Actualizado 02/03/2016 15:26

Bolivia adelanta los nuevos tiempos políticos en América Latina

Bolivia adelanta los nuevos tiempos políticos en América latina
REUTERS

   Artículo escrito por Rogelio Núñez Castellano*, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá (UAH).

   MADRID, 2 Mar. (Notimérica) -

   La derrota de Evo Morales en el referéndum confirma que la región está entrando en una nueva época. Parece evidente que vivimos un nuevo momento histórico aunque quizá aún no somos capaces de alcanzar a ver toda su magnitud ni cuáles serán todas sus características. Lo ocurrido en el país andino enlaza con la derrota del kirchnerismo en Argentina y del chavismo en Venezuela, ambas en 2015.

   Asimismo, estos resultados son muy significativos, ya que muestran algunas de las líneas de por dónde va a caminar la política latinoamericana en estos nuevos tiempos de crisis y ralentización económica.

   Si bien cada país y cada subregión (México, Centroamérica y el Caribe vs Sudamérica) lleva su propia dinámica y la situación regional es muy heterogénea existen algunos puntos en común:

   En primer lugar, la región asiste al final de las largas hegemonías políticas. No se trata tanto de "giros a la derecha", tras haberse dado los presuntos (y muy heterogéneos) "giros a la izquierda" en la década pasada, sino de un agotamiento de los liderazgos, producto del cansancio ciudadano y de un contexto económico desfavorable.

   Las derrotas del kirchnerismo en las presidenciales de Argentina y del chavismo en las legislativas en 2015, unido a lo ocurrido en Bolivia, muestran que existe un generalizado agotamiento de esas largas hegemonías en la región. El año pasado acabaron 12 años de predominio kirchnerista en la presidencia y 16 del chavismo en el legislativo venezolano. Todo indica que puede ocurrir de forma similar en los próximos años en Brasil (tras 16 años de gobiernos del PT), en Chile (el centroizquierda habrá gobernado en 2018 24 de los últimos 28 años) o en Ecuador (10 años de gobiernos de Alianza País y de Rafael Correa).

   Además, el fracaso de Evo Morales es un mensaje sobre los límites que tiene la extrema personalización de la política latinoamericana y el predominio de fuertes liderazgos carismáticos. La consulta boliviana acabó transformándose en un plebiscito a favor o en contra de Morales en el cual salió derrotado el que fuera dirigente cocalero. De igual forma, Maduro trató de convertir las legislativas de 2015 en un plebiscito sobre su gobierno (como hizo exitosamente un año antes en los comicios locales), pero esta vez la estrategia no obtuvo buenos resultados.

   Asimismo, muchas sociedades en América Latina han pasado de demandar "democracia" (paso de dictaduras a gobiernos civiles en los años 1970-1980) a más "calidad democrática". Evo Morales, Cristina Fernández, Hugo Chávez, Correa fueron votados masivamente por representar una nueva cara de la política. Ahora la sociedad requiere más cambios que los ya "viejos líderes" han dejado de ofrecer. Esas sociedades siguen demandando cambios y los viejos líderes se han estancado en su oferta política y parte de la población no quiere más continuismos, sino caras y promesas nuevas.

   En segundo lugar, los oficialismos están siendo derrotados víctimas de su propio éxito.

   El superciclo de las materias primas permitió que los gobiernos nadaran en la abundancia y con esos ingresos impulsaron políticas públicas que redujeron la pobreza, disminuyeron la desigualdad y aumentaron las heterogéneas clases medias. Ahora esas clases medias tienen otras exigencias y no dudan en ponerlas sobre la mesa ante un Estado que, con menos recursos y escasa preparación técnica, no brinda una respuesta adecuada y está cooptado por la corrupción.

   Bolivia demuestra que el malestar de las clases medias no se da solamente en aquellos países que están siendo más afectados por la crisis económica y la ralentización (como es el caso de Argentina y Venezuela). En otros, como la propia Bolivia, donde la ralentización todavía no ha golpeado de lleno, las capas medias, sobre todo urbanas, evidencian su rechazo hacia Estados ineficientes e ineficaces a la hora de brindar adecuados servicios públicos en temas como la salud, la educación, la seguridad y el transportes.

   Ya en marzo de 2015, el malestar de esas clases medias urbanas bolivianas salió a la luz. La oposición ganó terreno en las elecciones departamentales y municipales del país al imponerse al oficialismo en cuatro de los nueve departamentos y en seis de las diez principales alcaldías. Además, vinculado a esto, las largas hegemonías van unidas a actitudes a veces prepotentes por parte de los oficialismos y a la multiplicación de escándalos de corrupción. En Bolivia, Evo Morales se ha visto salpicado por los escándalos del "Fondo Indígena" y el caso "Gabriela Zapata".

   En tercer lugar, los nuevos tiempos políticos que vive la región están marcados por la crisis de los partidos políticos, la emergencia de las redes sociales (Facebook, Twitter...) como escenario clave para ganar unas elecciones y el reto para unas oposiciones que, desde su heterogeneidad, deben organizarse para resultar creíbles y poder no solo ganar unas presidenciales sino también ser capaces de ofrecer gobernabilidad.

   En general los sistemas de partidos han saltado por los aires en casi todos los países de la región y todavía no existe un modelo alternativo y consolidado que otorgue estabilidad. Ante ese vacío, las redes sociales se han convertido en plataformas con las que llegar al electorado urbano, joven y de clase media universitaria. Con Twitter y Facebook exclusivamente no se ganan unas elecciones pero sin estar en esos entornos se pierde con seguridad. La fortísima subida en las encuestas de Julio Guzmán en Perú muestra que una hábil utilización de las redes sociales puede conducir a un candidato del 1 por ciento de intención de voto a mediados de 2015 al 20 por ciento al comenzar 2016.

   Y por último nos asomamos a tiempos de extrema volatilidad no solo económica sino también política.

   Tiempos en los que los liderazgos fuertes no van a desaparecer pero van a ser quizá más volátiles. El populismo o la demagogia no están en retroceso y regresarán de una forma u otra, sobre todo si los malos tiempos se alargan y se profundizan.

   En esta nueva coyuntura política, además, la mayoría de los gobiernos de la región se enfrentan a un reto: el de la parálisis institucional causada por la pugna entre ejecutivo y legislativo. Muchos gobiernos han llegado a la presidencia pero tienen escasos apoyos en el legislativo (Guatemala o Costa Rica), son minoría (El Salvador, Argentina y Venezuela) o han perdido respaldo (Brasil). Los tiempos de mayorías presidenciales arrasadoras como las del PRI hasta 1997, las del menemismo, el chavismo o el correismo están tocando a su fin.

   Este panorama conduce a plantearse una incógnita de futuro tal y como se pregunta el cientista político Daniel Zovatto:"¿Tendrán las instituciones la capacidad para adaptarse a este nuevo y complejo escenario regional y poder dar respuesta a las demandas crecientes de una ciudadanía cada vez más exigente de su democracia, de sus derechos y de sus servicios públicos?, ¿cuentan los sistemas democráticos de la región con los liderazgos políticos y los amortiguadores institucionales necesarios para hacer frente (con menos recursos económicos disponibles debido al fin del boom de las materias primas) a condiciones de gobernabilidad más complejas y a situaciones de mayor conflictividad social?".

   *Rogelio Núñez Castellano es investigador Área de Historia del IELAT de la UAH y subdirector de Infolatam. Licenciado en periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y Doctor en Historia de América Latina Contemporánea por el Instituto Universitario Ortega y Gasset.