Actualizado 09/10/2006 08:15

Brasil.- Lula y Alckmin centran su primer debate televisivo en cruzarse mutuas acusaciones de corrupción


SAO PAULO, 9 Oct. (EP/AP) -

El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, y su rival electoral, el ex gobernador Geraldo Alckmin, chocaron frontalmente sobre ética, eficiencia administrativa, política exterior y, sobre todo, corrupción, este domingo por la noche, lunes en España, en el primer debate presidencial de cara a la segunda ronda electoral del próximo 29 de octubre.

El debate, de casi tres horas de duración, adquirió un tono verbal fuerte y aguerrido. Los dos candidatos desenvainaron sus espadas, lanzaron sus mejores estocadas desde el comienzo y dieron la tónica de cómo será el resto de la campaña brasileña hasta los comicios. A la conclusión del debate, ambos se declararon vencedores.

Alckmin atacó con la primera pregunta del moderador cuando le tocó responder sobre cómo recortaría los gastos públicos, y en la respuesta, se desvió para hablar de los casos de corrupción que han envuelto últimamente la gestión de su rival.

"¿De dónde vino el dinero?, responda", atacó Alckmin al referirse a la confiscación de 1,7 millones de reales (unos 600.000 euros) de dos militantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, que supuestamente comprarían una carpeta incriminatoria de líderes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de Alckmin.

"Yo no soy policía, soy presidente", replicó Lula, quien replicó preguntando si sabía de la compra de ambulancias sobrefacturadas durante gestiones en el Ministerio de Salud bajo el gobierno socialdemócrata de Fernando Henrique Cardoso (1994-2002).

Con puntualidad y un poco nerviosos, los dos aspirantes llegaron a los estudios de la red nacional de televisión Bandeirantes, donde se vieron cara a cara por primera vez en un debate desde el principio de la carrera electoral.

El ambiente parecía tan tenso que incluso los dos aspirantes obviaron el apretón de manos de rigor. Ambos de pie, sólo estaban separados por el podio del moderador, Lula a la derecha del mismo y Alckmin a la izquierda.

Lula, más rápido para improvisar y recuperado del impacto de las primeras preguntas, miraba de frente a su rival y llamaba a Alckmin "gobernador", por el cargo que ocupaba hasta marzo pasado en el gobierno del estado de Sao Paulo, mientras Alckmin, sin dejar de mirar a las cámaras, reclamó sin cesar un respuesta del "candidato Lula" sobre la cadena de casos de corrupción que han involucrado a varios de sus colaboradores y cientos de millones de dólares.

Los dos candidatos se acusaron mutuamente por casos de corrupción. Lula recibió ataques por casos que involucraron a sus colaboradores y replicó atacando con episodios relacionados con el anterior gobierno socialdemócrata.

La temperatura subió cuando Alckmin recordó a Lula que al menos tres de sus ex ministros son investigados judicialmente, y le preguntó a boca de jarro: ¿usted estaría dispuesto a levantar la reserva bancaria de las tarjetas de crédito corporativas de la presidencia?

Lula replicó que este sistema de gastos fue "la única cosa buena que creó el gobierno de Fernando Henrique Cardoso".

El socialdemócrata parecía no querer darle respiro a Lula, y hasta le criticó porque leía las preguntas. Lula, de aparente buen humor, arrancó una sonrisa a su rival al afirmar que "si eso es problema para usted, no las leo".

Pero tampoco le dio descanso e insistió en que Alckmin aclarara por qué en su gobierno estatal no se permitió la creación de al menos medio centenar de comisiones parlamentarias de investigación de denuncias de corrupción.

Tras casi una hora de recriminarse mutuamente casos de corrupción, ambos bajaron el tono del debate ligeramente para exponer algunas cifras sobre lo que han hecho cada uno, a nivel federal y en el estado de Sao Paulo.

Alckmin, que durante la primera fase de la campaña fue moderado y evitó atacar directamente a Lula, descargó sus baterías sobre el presidente, acusándole reiteradamente de arrogante.

En un momento, le dijo: "No mienta". Y Lula le respondió pidiéndole calma.

Alckmin acusó a Lula de seguir una política exterior blanda, desfavorable para los intereses de Brasil. Citó en particular la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, donde el comglomerado brasileño Petrobrás había invertido 1.500 millones de dólares (unos 1.100 millones de euros).

Indicó que Brasil había sido "humillado" y luego criticó el reconocimiento que este país extendió a China como economía de mercado y la invasión de productos de origen chino que compiten con los de Brasil en su propio mercado.

Lula replicó que "la guerra fría ya acabó", y recordó que Brasil acaba de firmar un contrato para vender cien aviones a China.

"Probablemente, no sabe que con Bolivia, Paraguay y Uruguay tenemos la responsabilidad de ayudarlos", dijo Lula al anunciar que conversaría con sus vecinos "teniendo presente los intereses de Brasil".