Actualizado 02/12/2018 10:33

Cansancio físico y mental, la realidad de los venezolanos que llegan a Ecuador

A Venezuelan migrant child feeds her mother during the inauguration of a tempora
REUTERS / GUADALUPE PARDO
    

   El CICR ayuda a cubrir sus necesidades y les ofrece la posibilidad de hablar con sus familias para que sepan que están bien

   MADRID, 2 Dic. (EUROPA PRESS) -

   Norquis salió de Venezuela porque sentía que era una carga para su familia y quería ayudar a sus padres y sus cinco hermanos. José se marchó porque sentía que ya nada lo ataba a su país y quería una vida mejor. Los motivos que han empujado a cientos de miles de venezolanos a abandonar su país en los últimos meses son diversos pero todos lo hacen con la esperanza de que lo que encuentren en otros países de la región sea mejor de lo que dejan atrás.

   Los dos se encuentran ahora en Ecuador, que se ha convertido en país de destino pero también de tránsito hacia Perú e incluso Chile más al sur para muchos venezolanos. Según los datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), unos tres millones de venezolanos han abandonado el país desde 2015, de los que 220.000 han llegado a Ecuador.

   Según explica a Europa Press el jefe de misión del CICR en Ecuador, Leonardo Escobar, los venezolanos que llegan al país lo hacen "agotados físicamente por los largos días" de viaje, ya que tienen que coger varios autobuses y "caminan varias horas por días". "Duermen donde pueden hacerlo, cuentan con poca comida y se enfrentan a diversas condiciones climáticas a las que no están acostumbrados", precisa.

cruz roja ecuatoriana

   En algunos casos, "también desempeñan diversos oficios a lo largo de su recorrido para lograr algún ingreso que les permita poder seguir avanzando en la ruta", indica Escobar. José, es uno de ellos. A sus 17 años, partió de Caracas hace dos meses y estuvo durante unos días en la ciudad colombiana de Cúcuta, una de las etapas clave en ese éxodo, donde trabajó "vendiendo chucherías".

Su destino final ahora es Perú, donde se encuentra su padrastro, con el que asegura que tiene buena relación y al que no ve desde hace más de un año. Según cuenta al CICR, dejó sus estudios y tras la muerte de su madre, hace 6 años, y su abuela, hace 4 años, "las únicas personas que tenía", decidió salir del país, ya que no tiene relación con sus dos hermanos.

   El camino hasta Ecuador no ha sido fácil, ya que le robaron el reloj y el teléfono, pero mira hacia el futuro con esperanza. "Soy peluquero, así que buscaré trabajo en una barbería", confía, reconociendo que en su viaje se ha encontrado "con personas buenas y con personas malas".

AGOTAMIENTO EMOCIONAL

   Los migrantes venezolanos "llegan con agotamiento emocional", reconoce el responsable del CICR en Ecuador, motivado por el hecho de "salir de su país y separarse de algunos familiares" pero también "con ansiedad y preocupación por lo que les falta de su recorrido, cómo llegarán a su país de destino, qué podrán hacer una vez allí, aunque también hay cierta alegría por saber que se reencontrarán con otros familiares o amistades".

   El viaje de Norquis, de 21 años, hasta Ecuador ha sido más corto, ya que solo ha tardado cinco días, pero para cruzar la frontera con Colombia tuvo que usar "una trocha", como se refieren en la región a los pasos ilegales, ya que "en Colombia no dejan pasar si no se tiene pasaporte".

   La joven, que estudiaba ingeniería agroindustrial y estaba terminando sus estudios, viaja sola. "En Venezuela la situación está así: si estudias no puedes trabajar pero tampoco puedes comprar los materiales para tus estudios", explica. En su caso, añade, sus padres no tenían recursos, así que "si inviertes en estudios no comes".

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   Norquis asegura que se sentía presionada por el hecho de no poder ayudar a sus padres, ya que son seis hermanos, y que cuando les planteó su decisión de salir de Venezuela le dijeron "si tú no quieres no lo hagas". "Es difícil dejar tu casa, tu familia, tu país, pero yo lo hago por ellos y porque yo quisiera tener 27 o 28 años y tener algo propio en Venezuela, que no tenga que pasar trabajo", afirma.

UN FUTURO TRUNCADO

   Según cuenta, cuando comenzó sus estudios pensaba que "a los 22 estaría graduada como ingeniera" y tendría un título que podría ejercer "en una industria grande, pero no fue así". En un primer momento, se dedicaba a viajar a Colombia los fines de semana para comprar cosas que luego vendía en Venezuela.

   "Hacía dinero y llevaba comida y cosas personales como jabón porque es muy caro", explica, lamentando el trato que los colombianos dan a los venezolanos. Según cuenta, "saben que eres venezolano y muchos no me daban ni los buenos días, muchas veces me miraban feo, muchos hombres decían cosas incómodas".

   Finalmente, decidió viajar a Lima desde su Barinas natal porque en la capital peruana vive un amigo al que ella le enseñó a ser camarero, ya que hizo cursos y se preparó para trabajar como tal. Su amigo tiene un buen trabajo en Lima y la animó a ayudarle a encontrar uno a ella, pero desde que llegó a Ecuador "no me coge el teléfono".

   Ahora, Norquis no tiene dinero para pagar el pasaje. "No quiero dormir en el suelo, me da miedo", confiesa y añade que no ha querido llamar a su madre para no darle "otra preocupación más" pero sí ha contactado con otros amigos y conocidos de la universidad que le han dado una solución.

   La joven venezolana lamenta la situación en la que se encuentran muchos de sus compatriotas y defiende tajante: "Todos somos seres humanos, todos somos iguales y no porque un país esté como está Venezuela tienes por qué tratar mal". En Perú, sin embargo, "nos han tratado como seres humanos" pese a que "no somos nadie", asegura, mientras sostiene en sus manos la foto de su hermano pequeño, al que está especialmente unida. "De todas las cosas que cargo, lo que menos me gustaría que se me pierda es esta foto", confiesa.

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NECESIDADES DIVERSAS DE QUIENES LLEGAN A ECUADOR

   Las necesidades de los venezolanos que llegan a Ecuador varían en función de los casos pero en general requieren atención sanitaria, ya que algunos "enferman en el camino", "alimentación, hidratación, útiles de aseo, ropa de abrigo y un lugar donde pasar una o algunas noches para poder continuar su ruta", señala Leonardo Escobar, el responsable del CICR.

   El organismo internacional lleva a cabo varias labores para ayudar a cubrir todas esas necesidades y, junto con la Cruz Roja Ecuatoriana (CRE), facilita "el servicio de restablecimiento de contactos con sus familias, por ejemplo a través de llamadas telefónicas a sus familiares en Venezuela o en el país de destino", ya que en algunos casos, como el de José, les han robado el móvil o han tenido que venderlo para tener dinero, por ejemplo. "Eso alivia la ansiedad que produce el no saber dónde se encuentra tu ser querido", destaca.

   Para ello, se han instalado puestos para llamadas telefónicas gratuitas, acceso a wifi y carga de bateria para dispositivos móviles, precisa Escobar. Entre julio y septiembre, más de 13.500 personas hicieron uso de uno o más de estos servicios en los centros de atención fronteriza en Rumichaca y San Miguel.

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   Además, en los casos en los que la comunicación no es posible por esta vía, se ha recurrido a un "sistema para el envío de noticias familiares, a través de la recepción y envío de mensajes 'sano y salvo', o los llamados mensajes Cruz Roja, y contamos con la web 'familylinks' a la que pueden acceder las personas que buscan a algún familiar".

   "El sistema funciona bien, cuando hay un mensaje de búsqueda, los voluntarios de Cruz Roja despliegan su acción hasta tratar de encontrar al familiar y entregar el mensaje", aclara.

   El responsable del CICR en Ecuador reconoce que es "difícil saber" cómo va a evolucionar este éxodo de venezolanos, aunque no parece haber "indicios de que se detenga el flujo migratorio". Desde el organismo internacional, añade, lo "único" que puedan hacer es prepararse para ayudar a quienes llegan a los países de la región pero reconoce que, en el caso de Ecuador, el Gobierno necesita "el apoyo de las organizaciones internacionales y de las comunidades locales".