Actualizado 15/10/2008 23:11

Chile.- Hoy se conmemoran 10 años del arresto de Augusto Pinochet en Londres

Familiares de los Detenidos Desaparecidos creen que el hecho no ha impedido la impunidad sobre los crímenes contra los Derechos Humanos


SANTIAGO, 15 Oct. (de la corresponsal de EUROPA PRESS Claudia Riquelme) -

Pocos chilenos no recuerdan qué estaban haciendo o dónde estaban el 16 de octubre de 1998, cuando los medios de comunicación informaron al mundo de una noticia hasta entonces imposible: el ex dictador Augusto Pinochet había sido arrestado en Londres.

Sin embargo, a 10 años del arresto, ninguno de los actores relevantes de la política chilena parece interesado en recordar.

Pinochet, muerto en 2006 por ironía del destino cuando en el mundo se celebra Día Internacional de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre, ha dejado de ser un referente cotidiano.

Hoy, sumido en los entretelones de la próxima elección municipal, en las medidas económicas para enfrentar la crisis internacional y preparando fuerzas para mantenerse en La Moneda tras los comicios presidenciales de 2010, el oficialismo chileno ha condenado al ex dictador al olvido, mediante la más completa omisión.

La familia del ex dictador, que ha conocido la cárcel debido a las investigaciones judiciales por los dudosos orígenes de la fortuna que Pinochet amasó durante sus 17 años en el poder, libra hoy una silenciosa y poco auspiciosa batalla en los tribunales, donde pugna por recuperar algo de la riqueza que tenían cuando eran la familia presidencial.

Tímidamente, la hija mayor del militar golpista, Lucía, postula por estos días a ser concejala en un municipio de la zona más acomodada de Santiago, pero divorciada de los partidos políticos que apoyaron a su padre entre 1973 y 1990, que le negaron su apoyo al considerarla como una figura política irrelevante. Los mismos dirigentes que viajaron masivamente a Londres a apoyar moral y económicamente a su padre hace una década. Los mismos que, al conocerse que el ex dictador mantuvo millones de dólares en cuentas secretas en el extranjero, decidieron marginarse de su figura y, desde ese momento, comenzaron a desvincularse de los principios ideológicos que sustentaron a la dictadura.

DIVISIÓN

En un acontecimiento que marcó el proceso de la transición chilena y que se extendió durante 503 días, hasta cuando Pinochet regresó a Santiago, las profundas divisiones políticas del país, generadas a partir del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, parecieron profundizarse y revivir con esa noticia imposible.

Miles de personas salieron a las calles a festejar el arresto, ocurrido en la London Clinic, gracias a las gestiones del juez español Baltasar Garzón, que buscaba extraditarlo a España para juzgarlo por crímenes de lesa humanidad. Otros cientos, partidarios del ex dictador, protestaron ante la Embajada de España y el Reino Unido en la capital chilena, por un hecho que consideraban injusto.

Esas primeras horas, cuando comenzaron a conocerse poco a poco los detalles, como que el anciano ex militar había sido arrestado mientras estaba convaleciente de una operación en su espalda y en presencia de su esposa, dieron algunas luces del gran problema que debería enfrentar el gobierno del demócrata cristiano Eduardo Frei.

Después de un largo debate ético, el gobierno decidió defender la posición de que Pinochet debía ser juzgado en Chile y no en el extranjero, pues los crímenes se habían cometido en este país sudamericano. La cara de esta opción, la defensa del principio de no extraterritorialidad de la ley, fue el entonces ministro de Exteriores José Miguel Insulza, hoy secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y uno de los más seguros representantes del oficialismo de centro izquierda para las elecciones presidenciales de 2010.

Y si había sido un extranjero, el juez Garzón, quien había permitido procesar a Pinochet, fue otro extranjero, el entonces primer ministro británico Jack Straw, quien abrió la puerta para su regreso a Chile, al acoger la petición del gobierno chileno de repatriarlo por "razones humanitarias", en razón de su avanzada edad y problemas de salud.

El impacto de ver a Pinochet levantarse animosamente, erigiendo su bastón, de la silla de ruedas con la cual fue bajado del avión que lo trajo a Santiago el 3 de marzo de 2000 dio cuenta de que el efecto de la existencia del entonces autodesignado senador vitalicio no se había terminado con la derrota de haber sido arrestado en Londres.

DULCE Y AMARGO

Si bien es cierto que tras ese episodio Pinochet dejó la vida pública y lentamente comenzó a desaparecer de la agenda política y mediática chilena, el peso de las violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante su gobierno de facto no ha dejado de causar un efecto en Chile, especialmente entre las agrupaciones de familiares y sobrevivientes.

Los tribunales chilenos aún no han podido determinar el origen de la fortuna de Pinochet, así como tampoco el destino de los más de 1.300 detenidos desaparecidos, a pesar de que hay más de 600 militares que han sido encausados, entre ellos el ex jefe de la represión chilena, el general Manuel Contreras, quien suma más de 250 años en condenas por distintos crímenes.

Para la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) eso no es suficiente y el arresto de Pinochet, hace 10 años, tuvo un sabor dulce y amargo. "Dulce porque al fin el asesino estaba encarcelado, aunque fuera una cárcel de cristal. Amargo porque no fue juzgado en Chile", dijo a EUROPA PRESS Gaby Rivera, responsable del organismo.

Para la AFDD, si bien han pasado 10 años "eso no se ha traducido en verdad y justicia para nuestros familiares y aún no podemos encontrar a nuestros detenidos desaparecidos. Para ellos no sirvió de nada arrestar al dictador", dijo Rivera. La responsable reclama porque el Gobierno de centro izquierda de la época, "no sólo lo rescató para traerlo a Chile, sino que mintió al mundo al prometer un canje que no tuvo resultados: Pinochet no fue condenado jamás por los tribunales chilenos".

Gaby Rivera asegura que "los gobiernos de la Concertación (oficialismo) han validado la impunidad para los casos de derechos humanos y, aunque hayan pasado 10 años del arresto del asesino Pinochet, eso no lo podemos olvidar".