Actualizado 09/07/2009 20:45

COLUMNA-Hugo Chávez necesita nuevas ideas: Bernd Debusmann

Por Bernd Debusmann

WASHINGTON (Reuters/EP) - Dejen espacio a una nueva idea de Hugo Chávez, el imponente líder de Venezuela que floreció en el rol de defensor de América Latina contra el malvado imperio liderado por alguien que olía a azufre y se llamaba George W. Bush.

Aquellos eran días fáciles para Chávez. Ahora se ha convertido en un asesino de dragones sin dragón, un actor en el escenario sin el rol más importante.

Una cosa era juntar a las masas de América Latina en contra del ampliamente detestado Bush y otra lidiar con Barack Obama, "el primer presidente (de Estados Unidos) que se parece a nosotros", en palabras del mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.

"El diablo, el propio diablo, está aquí en casa", dijo Chávez, en medio de risas y aplausos en su famoso discurso del 2006 contra Bush ante la Asamblea General de Naciones Unidas. "Ayer el diablo vino aquí. En este lugar huele a azufre", afirmó.

La reacción de Chávez al golpe de Estado que derrocó al presidente hondureño Manuel Zelaya puso en evidencia que el líder venezolano sabe que las reglas del juego que llevó por años ya no están vigentes.

En su programa semanal por televisión, dijo que no pensaba que Obama estuviera detrás del golpe.

Decir otra cosa habría sido difícil incluso para un presidente que suele hablar de teorías surrealistas de conspiración. Apenas horas después del golpe contra Zelaya- un aliado de Chávez- Obama condenó la acción, tal como lo hizo la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, que rápidamente retiraron a sus embajadores de Tegucigalpa.

Al contrastar la reacción de Washington a un fallido y breve golpe de Estado contra Chávez se podría llegar a la conclusión de que el presidente sudamericano tiene una deuda de gratitud con el Gobierno de Bush.

El 12 de abril del 2002, la Casa Blanca acogió casi con un escondido regocijo la noticia de que un golpe había derrocado a Chávez, un presidente electo. El había creado las condiciones que llevaron a su derrocamiento, de acuerdo al entonces portavoz de la Casa Blanca Ari Fleischer.

En otras palabras, la responsabilidad era sólo de Chávez.

Washington miraba hacia adelante, indicó Fleischer, para trabajar con las fuerzas democráticas de Venezuela (un eufemismo para los golpistas) a fin de "restaurar los elementos esenciales de la democracia".

Aquello no resultó necesario. Chávez estuvo devuelta en el poder dentro de 48 horas y se retrató desde entonces como una víctima y blanco de agentes de la CIA.

El rol de víctima será más difícil de jugar en el futuro, a menos que se cometan grandes errores en la escena latinoamericana por parte del Gobierno de Obama. Hasta el momento, no ha habido ninguno.

En comentarios sobre Honduras durante una visita en Moscú, Obama dijo que las diferencias sobre política no eran una razón para abandonar los principios democráticos. Durante el fallido golpe contra Chávez, el equipo de Bush parecía ansioso de hacerlo.

EL ANTAGONISMO EEUU QUE AYUDO A CHAVEZ

La fortuna política de Chávez fue impulsada considerablemente por las medidas confrontacionales de Estados Unidos, y no sólo durante los ocho años de mandato de George W. Bush. En 1998, cuando Chávez hacía campaña para la presidencia de Venezuela, el Gobierno del ex mandatario Bill Clinton le negó la visa para visitar Estados Unidos.

En ese momento, los sondeos le daban un apoyo de entre 3 y 5 por ciento.

Aquellas cifras se dispararon cuando Chávez incorporó el rechazo estadounidense en su campaña. Con una tarjeta de crédito Visa en la mano, le dijo a una multitud que "esta es la única visa que necesito". Más tarde ganó las elecciones.

Desde entonces, Chávez ha surgido como un modelo a seguir para los líderes latinoamericanos que desean perpetuarse en el poder cambiando las constituciones de sus países.

Luego de perder un referendo sobre los términos para límites de reelección en el 2007, Chávez lo intentó de nuevo al año siguiente y ganó. Ahora puede postularse a la reelección las veces que quiera. La oposición vio la victoria como una medida para obtener la presidencia vitalicia.

En enero, el aliado de izquierda de Chávez, el mandatario boliviano Evo Morales, ganó un referéndum que le permite buscar la reelección por otro mandato de cinco años. En septiembre pasado, otro aliado de Chávez, el líder ecuatoriano Rafael Correa, ganó un referéndum sobre una nueva Constitución que expande ampliamente sus poderes y le permite quedarse en el poder por dos mandatos adicionales de cuatro años.

Otro líder izquierdista, el nicaragüense Daniel Ortega, ha comenzado a presionar por cambios que le dejen permanecer en la presidencia luego de que expire su periodo en el 2011. (El deseo de perpetuarse en el poder no está restringido a los aliados izquierdistas de Chávez: En Colombia, el presidente Alvaro Uribe está buscando formas de postular a un tercer mandato, luego de cambiar la Constitución para acceder a una segunda presidencia).

En Honduras, Zelaya intentó y fracasó en seguir los pasos de Chávez. Soldados irrumpieron en su residencia y lo llevaron a punta de pistola hasta un avión de Fuerza Aérea, aún en sus pijamas, para enviarlo a Costa Rica, tras días de tensiones por su intento de realizar una consulta pública sobre la reelección.

Y por una vez, Chávez no tiene a un presidente estadounidense a quien culpar. Pobre Hugo.

(Es posible contactar al autor en Debusmann@Reuters.com)