Publicado 16/05/2020 12:09

Coronavirus.- El coronavirus podría desencadenar "la próxima ola de inestabilidad" en Oriente Próximo, alerta CICR

Coronavirus.- El coronavirus podría desencadenar "la próxima ola de inestabilida
Coronavirus.- El coronavirus podría desencadenar "la próxima ola de inestabilida - Anas Alkharboutli/dpa
Desinfeccion en Yemen Desinfeccion en Yemen Coronavirus en Siria

Llama a mantener la ayuda humanitaria y a que una vez hallada la vacuna no sea para los privilegiados porque sino habrá que "pagar el precio"

MADRID, 16 May. (EUROPA PRESS) -

En países como Siria y Yemen, sumidos en una guerra civil desde hace años, el coronavirus no es sino "un capítulo" más de su desastre particular y, aunque por ahora la pandemia no está golpeando tan fuerte como en otras partes del mundo, las consecuencias socioeconómicas que tiene podrían terminar generando "la próxima ola de inestabilidad" en Oriente Próximo, alerta el director para la región del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Fabrizio Carboni.

"Esta epidemia no es el inicio de un desastre sino un capítulo más en un libro", resume Carboni en una entrevista con Europa Press, subrayando que solo en Siria el conflicto ha dejado unos 500.000 muertos y 6 millones de desplazados mientras que en Yemen la guerra ha provocado la mayor crisis humanitaria actual, con el 80 por ciento de la población necesitada de ayuda.

El coronavirus es "solo una capa más de miseria y desastre" para la población de estos países en los que la estrategia empleada para combatir la Covid-19 en otras partes del mundo no es válida dada la "densidad de población y que si no salen para trabajar y buscar comida" no tienen cómo sobrevivir.

Por ahora, la pandemia "todavía no ha pegado muy duro en estos países", si bien el responsable del CICR reconoce la escasa capacidad que tienen de llevar a cabo test. Hasta la fecha, en Siria se han confirmado medio centenar de casos y cinco muertos en las partes controladas por el Gobierno y al menos seis casos y un fallecido en las zonas del noreste bajo el control de las autoridades kurdas sirias. En Yemen, no hay una cifra exacta de casos, pero se sabe que ha habido contagios tanto en la zona controlada por el Gobierno como la que está en manos de los huthis.

Claramente, incide Carboni, "no vemos esa gran ola de infección que ha habido en otras partes como España, Italia o Estados Unidos" pero lo que sí que se nota ya "de forma devastadora son los efectos socioeconómicos". Tanto Siria como Yemen son "países débiles con economías casi inexistentes" y las medidas que se han tomado para evitar la propagación del coronavirus están teniendo un impacto en las vidas de la población.

Este impacto socioeconómico, advierte, podría tener "más consecuencias" que el sanitario, máxime cuando en la región "se tiene la impresión de que la agenda de seguridad se ha cumplido" con la derrota de Estado Islámico. Sin embargo, según el responsable del CICR, no se puede hablar de "misión cumplida" entre otras cosas porque "lo que llevó a la gente a manifestarse y a combatir está todavía ahí".

EL CORONAVIRUS NUTRE PROBLEMAS NO RESUELTOS

"No se ha resuelto el problema de la coexistencia de los grupos sectarios ni la desigualdad económica y política", recalca, por lo que el impacto del coronavirus "va a nutrir un malestar y unos problemas que nunca fueron resueltos y probablemente va a contribuir a crear, hoy, mañana, en un año o dos, la próxima ola de inestabilidad en la región", alerta.

Carboni reconoce que es "muy difícil ser optimista" teniendo en cuenta el "nivel de conflictividad actual", la crisis financiera en Siria y Líbano, la tensión en Irak y la continuación del conflicto en Yemen, donde también hay otros muchos problemas.

Por ello, defiende que la respuesta en estos países no puede ser solo médica sino que hay que mantener la asistencia humanitaria esencial como el suministro de agua o el reparto de ayuda y comida para quienes lo necesitan para subsistir.

"La respuesta a esta crisis tiene que conjugar el aspecto médico y el humanitario", insiste, dado que estos países carecen de un sistema de salud y de servicios básicos adecuados, tanto porque las infraestructuras resultaron dañadas o destruidas como porque el personal ha muerto o huido durante el conflicto.

UNA PANDEMIA COMO EN ESPAÑA SERÍA "INMANEJABLE"

Así las cosas, reconoce que "el escenario más terrible sería una epidemia como la vivida por Italia o España". "Sería inmanejable", advierte, dado que tanto Siria como Yemen carecen de los recursos técnicos y financieros para hacer frente. En el caso de Idlib, la región del noroeste de Siria que sigue controlada por los rebeldes y donde viven unos 3 millones de personas, "si la Covid-19 tiene la misma prevalencia que en Milán solo tendremos los ojos para llorar", añade.

Además, denuncia que "lo triste de la región es que la ayuda médica y el acceso humanitario están totalmente politizados". La atención sanitaria "se ha convertido en un arma" y tanto la infraestructura como el personal de la salud están siendo objeto de ataques. "No se respeta al personal sanitario ni la idea de que hasta tu enemigo tiene derecho de acceso a la salud, que es lo que lo que nos diferencia de los animales", lamenta.

Y pone como ejemplo el debate en torno a la renovación de la resolución de la ONU que permite el envío transfronterizo a Siria de ayuda humanitaria. "Lo que se está discutiendo no es cómo dar la mejor asistencia posible sino que lo que hay es un debate político" por los distintos intereses en el conflicto, lamenta. La labor humanitaria se ha convertido hoy en día en "una herramienta más de las relaciones internacionales y de la política", denuncia.

LA LUCHA CONTRA LA PANDEMIA

En lo que se refiere a la lucha contra el coronavirus, apuesta por la prevención así como por el desarrollo de estrategias de aislamiento y contención ya que en estos dos países "no vamos a poder tener los recursos" que tienen otros más ricos.

En Siria, Carboni reconoce que el CICR tiene "muchas dificultades para moverse". Aún así, el organismo trabaja en diez de las cárceles más grandes del país y en las comunidades a través de la Media Luna Roja Siria, mientras que también está presente en los campos de detenidos en el noreste.

Admite que la situación en Idlib puede considerarse como la peor, debido a la falta de servicios sanitarios, "pero no es que el resto del país esté mejor". En este sentido, llama la atención también sobre los efectos que están teniendo las sanciones económicas en el poder adquisitivo de la población y los "datos muy preocupantes" en materia de inseguridad alimentaria.

En el caso de Yemen, apunta a los obstáculos que están teniendo para el movimiento de personal y de suministros, incluida su entrada en el país, así como las carencias a la hora de proteger al personal frente al virus ya que hay falta de mascarillas y otro material. "Si enferman los voluntarios que están ahí fuera no solo no podrán ser atendidos sino que no hay una segunda línea para reemplazarlos", subraya.

Aquí, el CICR también ha enfocado su actividad en prevenir brotes en las prisiones y en ayudar a los desplazados, haciendo que la asistencia que necesitan para vivir les siga llegando, algo complicado en las actuales circunstancias. "No es fácil hacer distribuciones de comida para miles de personas manteniendo las distancias", apunta. "Tenemos que hacerlo porque no hay alternativa y la gente tiene que recibir la ayuda", recalca.

"ESTAMOS TODOS JUNTOS"

Ante todo este panorama, su mensaje es claro: "Estamos todos juntos en esta crisis y cuando haya vacuna y medicamentos para tratar el coronavirus es fundamental que no sea solo para los países privilegiados o los más privilegiados dentro de los países".

No hacerlo, incide, "sería una derrota colectiva" y alerta que de decantarse por la opción "egoísta, de pensar que uno va a estar más seguro dejando a parte del mundo sin acceso, es ingenuo y se va a pagar". "La enfermedad va a seguir y la gente no lo va a aceptar y en algún momento nos tocará pagar el precio de las consecuencias políticas y económicas de cómo manejemos esta crisis", remacha, insistiendo en mantener la ayuda humanitaria para evitar "perder todo lo construido a largo plazo por una ganancia a corto plazo".