Actualizado 10/08/2009 23:46

Correa asume segundo mandato como presidente Ecuador

Por Mario Naranjo

QUITO (Reuters/EP) - El socialista Rafael Correa asumió el lunes su segundo mandato consecutivo como presidente del Ecuador marcando un hito en el inestable país andino y prometiendo no apartarse del camino del socialismo.

Correa, un economista de 46 años formado en Estados Unidos y Europa, prometió radicalizar en su segunda administración lo que califica de una "hermosa revolución ciudadana" con la que piensa poner fin a la "larga noche neoliberal" que gobernó Ecuador en los últimos 30 años.

"Estamos dispuestos a dejar la vida por el cambio", dijo un emocionado Correa. "Seguiremos defendiendo la supremacía del ser humano sobre el capital", añadió.

El mandatario asumió este nuevo mandato con poderes reforzados y un gran apoyo popular, pero también con el reto de evitar que el impacto de la crisis financiera local afecte sus planes de Gobierno.

En su discurso de posesión ante presidentes latinoamericanos, Correa dijo que la crisis ya pasó para Ecuador, el socio más pequeño de la OPEP; y recalcó que su gestión impidió que los menores ingresos por la baja del precio del petróleo y la caída de las remesas afectaran a los sectores más vulnerables de la sociedad.

En su nuevo mandato de cuatro años, Correa apelará a reformas en sectores clave de la economía para obtener mayores ingresos para sus millonarios proyectos sociales y aumentar el control estatal en áreas privadas, gracias a los mayores poderes que sumó en una nueva Constitución aprobada el año pasado.

Cerca del 40 por ciento de los 14 millones de habitantes en el país andino sobrevive en la pobreza; en tanto que 3 millones de ecuatorianos viven en el extranjero.

Desde que el país andino retomó el camino democrático, en 1979, Correa ha sido el primer presidente reelecto. También ha sido el único mandatario en terminar su período de gobierno en la última década.

DEUDA, UNASUR

El mandatario, que cuenta con el 50 por ciento de aprobación, dijo que culminará los planes que había iniciado y que perfeccionará los ya implementados, en un mensaje claro de que seguirá con su andar opuesto al mercado y alineado con el socialismo del siglo XXI pregonado por el venezolano Hugo Chávez.

Entre los planes a perfeccionar están el incrementar el control estatal en la industria petrolera para incrementar la producción y avanzar con la renegociación de la deuda externa, con el fin de reducir su peso en las arcas fiscales.

"Hemos renegociado la deuda, con un descuento enorme (...) con lo cual nos ahorraremos 300 millones de dólares anuales por 30 años", precisó.

Luego de haber recomprado bonos en el mercado, Ecuador estudia mecanismos para disminuir pasivos con multilaterales y otros organismos; y ha reiterado que no reconocerá deuda que una comisión especializada creada por Correa califique de "ilegal".

El mandatario pidió además a los miembros de la Unidad de Naciones Sudamericanas (Unasur), cuya presidencia pro témpore asumión este mismo lunes, que unan fuerzas para impulsar la actividad comercial de la región.

"Dejemos de competir para llevar nuestros productos al primer mundo", sostuvo al recordar que uno de sus planes es fortalecer esta unión diplomática.

COLOMBIA

Su discurso no pasó por alto las tensión con Colombia, país con el que Quito no tiene relaciones diplomáticas desde hace un año luego de que Bogotá bombardeó un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc) en suelo ecuatoriano.

"Venceremos a los agenciosos recaderos del imperialismo", señaló cuando habló sobre el pacto entre Colombia y Estados Unidos que permitiría un aumento de tropas estadounidenses en ese país.

Las deterioradas relaciones entre los dos países se dañaron más luego de que Bogotá firmó un pacto militar con Estados Unidos, alianza que puso a prueba la unidad de la región, dividida entre aliados y opositores a Washington.

Correa, que hasta lloró en su discurso al agradecer a su familia y a sus colaboradores, terminó su discurso en kichwa en cumplimiento de la nueva Constitución, que reconoce como oficiales a lenguas aborígenes.