Por Desarrollando Ideas de LLORENTE & CUENCA para Notimérica.
MADRID, 21 Mar. (Notimérica) -
En 2014 se puso fin al periodo de aislamiento de Cuba por parte de Estados Unidos. Este acontecimiento fue comunicado por los presidentes de ambos países y se marcó el inicio de un periodo de negociación en el que los representantes institucionales de ambos territorios trabajan en aras de reestablecer las relaciones.
Se trata de un proceso complejo, que se encuentra influenciado por multitud de factores y que, además, contiene la mirada de otros actores internacionales. La mejora de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos supone la apertura comercial de la isla tras años de aislamiento, aunque esta apertura no sea inmediata ni absoluta.
El estrechamiento de los lazos diplomáticos ha venido acompañado de cambios que suponen una mejora cualitativa de la vida de los ciudadanos de Cuba, como la mayor accesibilidad a la telefonía móvil o la aceptación de las tarjetas de débito por parte cubana, o las mayores facilidades de desplazamiento o de envío de remesas por parte de EE. UU., pero no hay duda de que el proceso no ha hecho más que comenzar. El avance de la democracia en Cuba y el fin del embargo estadounidense son las metas que marcarán el éxito final de la evolución emprendida y cuya culminación, con toda probabilidad, encontrará importantes dificultades.
Barack Obama ya había hecho, en 2009, un llamamiento a la mejora de las relaciones con el país, ya que consideraba que esto era clave para resultar coherente con el estilo de liderazgo que el país debía ejercer a nivel internacional basado en la multilateralidad y la cooperación.
La apertura cubana es una cuestión sometida a un fuerte debate entre visiones contrapuestas. Tomando como referencia los extremos, existen sectores entre los cubanos exiliados en Estados Unidos que consideran que la aproximación a Cuba únicamente proporciona un balón de oxígeno a las actuales autoridades cubanas.
Estos sectores mantienen un persistente empeño en negar que el acercamiento vaya a favorecer los cambios que consideran necesarios en la isla. Los acuerdos alcanzados hasta ahora no dejarían de ser, para ellos, más que mera retórica. Por este motivo, son extraordinariamente críticos con las relaciones establecidas y, por supuesto, niegan tajantemente la posibilidad de levantar el embargo.
Ese también sería el planteamiento de muchos miembros del Partido Republicano. Uno de los elementos críticos que plantea Cuba para la continuidad del proceso es la retirada del embargo y la recuperación de la base de Guantánamo. Sin embargo, ambos aspectos se encuentran en la actualidad si llevar a cabo por parte de Estados Unidos, quien también exige a Cuba una mejora de las condiciones del país en materia de Derechos Humanos.
Cuba precisa de Estados Unidos ante las dificultades económicas que atraviesa Venezuela, quien hasta hoy, había sustentado la economía cubana. Y a Estados Unidos le interesa mejorar las relaciones y continuar con el proceso, ya que en caso de frenarlo, actores internacionales podrían poner en duda la fiabilidad del país como socio.
A todo esto se le suma el cambio de presidencia que sufrirán ambos países en el próximo bienio 2016-2018 y que marcará también el rumbo y la velocidad del cambio. Sin embargo, la mejora de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos es ya una realidad y un proceso irreversible.
Se advierte que ha habido ya cambios reales en la sociedad cubana que están favoreciendo el proceso de transición, aunque todavía no se puede afirmar ni en qué dirección exacta evolucionará este proceso ni qué ritmo tendrá. Pero no parece que pueda haber una marcha atrás, por lo que se puede hablar de un proceso irreversible. En ese contexto, Estados Unidos juega un papel trascendental, que desde diciembre de 2014, cuando se hizo pública la normalización de las relaciones entre los dos países, está teniendo una influencia decisiva en la transición puesta en marcha en el país caribeño.
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