Actualizado 24/07/2009 04:05

Depuesto Zelaya parte en caravana hacia Honduras

Por Marco Aquino y Esteban Israel

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, partió el jueves en caravana hacia su país en una cruzada por recuperar el poder, mientras el Gobierno interino se negaba a restituirlo pese a presiones internacionales y protestas que caldeaban la nación.

Zelaya dio por fracasadas las tres rondas de negociaciones para hallar una salida a la peor crisis política en la región en las últimas dos décadas -y en las que el presidente costarricense, Oscar Arias, ofició de mediador- y decidió jugar su última carta.

"Esperamos que nos acompañen ustedes en este proceso de retorno de un presidente (...) ilegalmente derrocado por una fuerza reaccionaria y fascista", dijo Zelaya a periodistas antes de partir desde Managua en un jeep hacia la frontera con Honduras acompañado del canciller venezolano, Nicolás Maduro.

El depuesto mandatario planea hacer escalas en municipios fronterizos y probablemente el sábado llegar al punto limítrofe, donde el Ejército de Honduras desplegó soldados que impidieron el jueves el paso de manifestantes de Zelaya.

Muchos temen que su vuelta desencadene violencia, después de que en su anterior intento de regreso en avión, a principios de julio, un joven simpatizante suyo cayó abatido por los disparos de los militares que custodiaban el aeropuerto.

"Eso está por verse. No soy Nostradamus, déjenme probar", dijo Zelaya cuando fue cuestionado por un posible desenlace violento.

En Honduras, el Gobierno de facto de Roberto Micheletti, instalado tras el golpe del 28 de junio, dijo que lo esperaba con una orden de arresto en la mano por supuestamente violar la Constitución al querer habilitar la reelección presidencial.

Y extendió un toque de queda en la zona fronteriza con Nicaragua desde el jueves a las 18.00 hora local (0000 GMT) hasta las 06.00 del día siguiente (1200 GMT).

Pero algunos simpatizantes de Zelaya desafiaban a los militares.

"Nadie nos va a detener, vamos caminando a la frontera con Nicaragua para recibir nuestro presidente Zelaya", dijo Jaquelin Funes, de 31 años, que encabezaba un grupo de 30 manifestantes cuyo autobús había sido detenido por los militares, y aseguraba que caminaría los 100 kilómetros que aún la separaban de la frontera.

Esta semana, el mediador propuso nuevamente restituir al Zelaya al frente de un Gobierno de unidad nacional hasta que termine su mandato en enero, un planteo similar al que hizo fracasar las dos rondas de negociaciones previas.

Por eso no se esperaba que la Corte Suprema ni la fiscalía cambiara de parecer sobre el rechazo al retorno de Zelaya, y el Gobierno interino dejó bien clara su postura el jueves.

"El imperio de la ley dice que el señor Manuel Zelaya no puede regresar a Honduras como presidente. Desde el punto de vista de la ley hondureña, el asunto esta concluido", dijo a Reuters la vicecanciller interina, Martha Alvarado.

"DEFENDER CON SANGRE"

Zelaya, un empresario maderero y ganadero, irritó a muchos en la nación históricamente conservadora cuando dio un giro a sus políticas liberales y se alió con el líder izquierdista venezolano Hugo Chávez.

La gota que derramó el vaso para sus opositores fue que intentara convocar a un referendo para preguntar sobre formar una Asamblea Constituyente para permitir la reelección.

Pero el Gobierno de facto está cada vez más aislado del mundo y sometido a presiones internacionales. La Unión Europea cortó su ayuda financiera y Estados Unidos, su mayor socio comercial, amenaza con hacer lo mismo si Zelaya no es restituido.

El golpe en Honduras representa un desafío para el Gobierno del presidente Barack Obama, enfrascado en una pulseada por la influencia en la región contra el venezolano Chávez, uno de sus mayores críticos.

"Cualquier paso que aporte a un aumento de violencia en Honduras o en la zona, creemos que no sería sabio", dijo el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, P.J. Crowley, cuando se le preguntó sobre el regreso de Zelaya.

Los simpatizantes de Zelaya -que el jueves protestaron cortando carreteras y con un paro de labores- dicen que movilizarán decenas de miles de personas a la frontera, aunque la capacidad de convocatoria del depuesto mandatario ha ido disminuyendo en las tres semanas después del golpe.

"Vamos a estar en la frontera y no vamos a permitir que lo detengan (a Zelaya)", dijo Azucena Flores, una profesora de historia de 48 años.

"Estamos dispuestos a defender nuestra lucha hasta la última gota de sangre", agregó.

En la carretera que conduce a la frontera, los militares habían puesto varios retenes y el delegado del Gobierno interino Mauricio Villeda dijo que el regreso del derrocado mandatario podría generar "derramamiento de sangre inocente".