Actualizado 01/07/2009 04:45

Derrocado Zelaya une al mundo y divide a Honduras

Por Enrique Andrés Pretel y Mica Rosenberg

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - La crisis política de Honduras, que puso de acuerdo a gobiernos tan distantes como el de Venezuela y el de Estados Unidos, mantiene dividida a la población, que el martes marchó a favor y en contra del derrocado presidente Manuel Zelaya.

Zelaya fue depuesto el domingo por militares tras enfrentarse con la justicia, los empresarios y su propio partido luego de insistir en impulsar una consulta popular para reformar la Constitución y permitir la reelección presidencial en el empobrecido país centroamericano.

Washington unió su voz al bloque de países izquierdistas liderado por el venezolano Hugo Chávez y condenó el golpe, también rechazado por la Unión Europea, Latinoamérica y los principales organismos internacionales.

Pero, en las calles del pequeño país cafetalero de siete millones de habitantes, el magnate maderero despierta sentimientos opuestos entre quienes se indignan por el golpe de Estado y los que se sentían hartos de tozudez en querer realizar una consulta que había sido prohibida por un juez.

En el centro de la capital, miles se concentraron para defender el gobierno interino que encabeza Roberto Micheletti, asegurando que Zelaya era un peligro para la democracia por su acercamiento a los líderes socialistas de la región, especialmente Chávez.

"Estamos en defensa de la democracia, de la Constitución. El ex presidente Manuel Zelaya violó la Constitución y ésta es la demostración de un pueblo que no lo quiere más acá, ni a él ni a sus amigos Chávez, (el nicaragüense Daniel) Ortega y demás", dijo José Manzanares, un ingeniero de 46 años.

Ondeando banderas nacionales y vestidos de blanco, los manifestantes gritaban "¡No fue golpe, no fue golpe!" y se arremolinaban ante las cámaras de televisión reclamando que los medios internacionales estaban manipulando la información y aíslando al país.

"Ustedes no están contando la verdad. Aquí no hay un gobierno militar, esto fue el pueblo defendiéndose. Esto no es un golpe de Estado porque está avalado por todo el pueblo", gritaba irritado Ricardo Calix, un abogado de 52 años.

CONTRA LOS USURPADORES

Visto como un liberal moderado cuando fue electo en el 2006, Zelaya fue acercándose progresivamente a Chávez cuando la subida de los precios del petróleo a máximos históricos estaba asfixiando la pequeña economía hondureña, cuyos principales ingresos provienen del café, los textiles y la remesas.

También centenares de seguidores del depuesto mandatario se reunieron para denunciar "a los usurpadores", gritando consignas a favor de Zelaya y Chávez a escasos metros del Palacio de Gobierno, donde el lunes se produjeron decenas de heridos en violentos choques con la policía.

"Queremos un gobierno socialista, un gobierno de los pobres, que nos escuche, no como estos ladrones del Congreso que han secuestrado al país", dijo Sergio Zuato, obrero de la construcción de 44 años, portando una camiseta con el rostro del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara.

"No queremos violencia, pero daremos la vida por Mel (Zelaya)", aseguró el fornido manifestante.

La popularidad de Zelaya había caído en picada en el momento del golpe debido a la crisis económica y su creciente alianza con los líderes socialistas de la región, un acercamiento que muchos temían pudiera dañar la tradicional alianza de Tegucigalpa con Washington.

Sin embargo, sus simpatizantes creen que el golpe fue orquestado por la élites económicas conservadoras para impedir un cambio social en el país más pobre de América por detrás de Haití y Nicaragua.

"El tema aquí de fondo es que el hombre ha sido más por la clase obrera, por los humildes, por los desprotegidos. Nos ha dado un salario digno, nos ha dado seguridad social, nos ha dado educación gratuita", dijo Tony Reyes, un trabajador social de 30 años.