Actualizado 26/07/2009 00:14

Esposa de Zelaya busca reunirse con su marido tras golpe

Por Esteban Israel

EL PARAISO, Honduras (Reuters/EP) - Xiomara Castro, esposa del depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, avanza hacia un retén militar sin despegar la oreja de su Blackberry.

Cuando llega frente a los policías guarda el teléfono en el bolsillo de sus jeans y pide hablar con el oficial a cargo del operativo, que le recomienda que se vaya a casa.

"Su seguridad es importante para nosotros", le dice el teniente Orlando Ayala, en uniforme de combate y con su fusil de asalto en la mano, al frente de uno de las decenas de retenes montados desde el viernes en el fronterizo departamento de El Paraíso.

Castro quiere llegar hasta la frontera con Nicaragua, 35 kilómetros más allá, por donde su marido dice que intentará volver a Honduras para reclamar el poder que le fue arrebatado con el golpe militar del 28 de junio, cuando fue sacado del país hacia Costa Rica.

"La intención es claramente impedir que la gente llegue hasta donde está el presidente", dijo la mujer.

Zelaya puso el viernes un pie en suelo hondureño, un gesto simbólico que hizo delirar a sus simpatizantes y reír a quienes lo derrocaron.

Las intenciones de volver a Honduras, donde lo esperan con una orden de arresto por supuestas violaciones a la Constitución, parecían el sábado tan remotas como la posibilidad de que su esposa, acompañada de otros miembros de la familia Zelaya, rompa el férreo cerco militar para avanzar a su encuentro.

Retenes de policías antimotines con los ojos inyectados de una larga noche de insomnio, bloqueaban las carreteras con escudos de metal con una mano y palos en la otra. Detrás, los militares, que quitaron las identificaciones de sus uniformes de combate, y mantenían el dedo cerca del gatillo.

El Gobierno de facto amplió a casi todo el día del sábado el toque de queda en la frontera de Honduras con Nicaragua y estar en las calles de la zona es una lotería.

Pese a los controles, unos 500 manifestantes lograron avanzar hasta la localidad de El Paraíso, a unos 12 kilómetros de la frontera, donde el viernes arrojaron piedras contra policías y militares que impidieron su avance y les respondieron con gases lacrimógenos y tiros.

"No nos dejan ni avanzar, ni regresar. Estamos atrapados", dice Hugo Navarro, un profesor de historia de 49 años que llegó desde Tegucigalpa.

Muchos pasaron la noche a la intemperie y tenían la ropa todavía húmeda de la lluvia de la madrugada.

Unos 200 manifestantes rompieron el cerco militar y llegaron hasta el cruce fronterizo de Las Manos.

Melvin, de 18 años, dice que caminó durante ocho horas por los bosques y cafetales hasta llegar a la frontera, escondiéndose de los helicópteros que sobrevolaban la zona.

"Hoy es el día. Hoy el presidente cruza", asegura el joven de camisa hawaiana.

Anastasio Ramírez, de 65 años, acelera su camión Freightmaster, pero la bestia de 20 toneladas aparcada del lado hondureño de la frontera no se mueve ni un milímetro.

"Llevo cinco días aquí. Se está terminando la comida y estamos preocupados", explica el camionero, que se dirige a Panamá con una carga de cable eléctrico.

Ochenta camiones estaban detenidos del lado hondureño de la frontera y más todavía del nicaragüense.

"Ayer vi al presidente Zelaya y fui a estrecharle la mano. El hombre tiene que volver, pero no sabemos cómo", dijo.