Publicado 11/10/2019 15:23

Etiopía.- Abiy Ahmed, el reformista etíope al que los retos pendientes podrían ensombrecer su legado

Etiopía.- Abiy Ahmed, el reformista etíope al que los retos pendientes podrían e
Etiopía.- Abiy Ahmed, el reformista etíope al que los retos pendientes podrían e - Britta Pedersen/dpa - Archivo

La paz con Eritrea no ha terminado de concretarse en cambios y las tensiones entre las etnias del país se han recrudecido

MADRID, 11 Oct. (EUROPA PRESS) -

Los esfuerzos de reconciliación y reforma iniciados por el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, tras su llegada al poder en abril de 2018 le han valido el Nobel de la Paz en un reconocimiento al acuerdo de paz con Eritrea y a sus intentos por dejar atrás una página en la historia de Etiopía pero también han puesto el foco en los temas que aún tiene por resolver, en particular las tensiones étnicas.

El mandatario más joven de África ha insuflado aires nuevos en la política de su país, pero también de la región del Cuerno de África, apostando por la reconciliación interna tras dos años convulsos de protestas protagonizadas por los oromo y los amhara --las dos etnias mayoritarias--, pero también entre los países de la región, con litigios abiertos entre sí.

Abiy ya ha dejado una huella en la historia de su país con la firma del acuerdo de paz con Eritrea, tras dos décadas de hostilidades con el país vecino, en julio de 2018. Así lo ve también el Comité Noruego, que ha citado este paso concreto entre los motivos para concederle el Nobel de la Paz.

Pero incluso ha ido más allá, elogiando al presidente de Eritrea, Isaias Afewerki. "La paz no emana de las acciones de una sola de las partes", ha resaltado el Comité Noruego, recordando que cuando Abiy "tendió la mano, el presidente Afewerki la tomó". En este sentido, ha confiado en que el acuerdo "ayudará a llevar un cambio positivo para la población de Etiopía y Eritrea".

Sin embargo, desde la firma del acuerdo se ha criticado que a los gestos iniciales de restablecimiento de las comunicaciones y de reapertura de la frontera, no han seguido medidas concretas. Es más, Eritrea procedió en los meses siguientes a cerrar los pasos fronterizos.

En el caso de este país, la esperanza de que tras la paz con el vecino se aflojara el puño de hierro con el que Afewerki ha gobernado el país desde 1993 no se han concretado. "No he visto cambios a nivel de la situación interna", en particular en lo que se refiere a los derechos cívicos y políticos, comentaba a Europa Press en julio la relatora especial de la ONU sobre la situación de los Derechos Humanos en Eritrea, Daniela Kravetz.

RECONCILIACIÓN INTERNA

La otra gran apuesta del primer ministro ha sido la reconciliación interna. Así, además de purgar a algunos altos cargos a los que hasta entonces se consideraba intocables y de reconocer algunos abusos cometidos por gobiernos anteriores, optó por levantar dos meses antes de lo previsto el estado de emergencia.

Una de sus decisiones de mayor calado ha sido la liberación de miles de presos políticos y la retirada de grupos de oposición de la lista de organizaciones terroristas, indultando además a miembros de grupos como Ginbot 7, el Frente de Liberación Oromo (OLF) y el Frente Nacional para la Liberación de Ogadén (ONLF), en el caso de estos dos últimos también grupos armados.

Como resultado de ello, algunos de sus líderes han regresado desde el exilio y el Gobierno ha firmado sendos acuerdos de paz con el OLF y luego con el ONLF en 2018. Esta última organización ya ha felicitado Abiy, destacando que "su visión y compromiso" permitieron el acuerdo de paz. "Tenemos grandes esperanzas en que su apuesta por la democratización triunfará. Siga así, nosotros le apoyamos", ha señalado el ONLF en su Twitter.

Estos gestos rebajaron la tensión con los oromo, que habían protagonizado dos años de protestas contra el Gobierno porque se consideraban marginados pese a ser la principal etnia del país, pero han abierto nuevos frentes o reavivado otros.

El hecho de que Abiy sea oromo sigue generando suspicacias entre algunos miembros del gobernante Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), integrado por cuatro partidos de corte étnico y que hasta 2018 había liderado el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF), pese a ser un grupo étnico minoritario. En las últimas semanas, han circulado informaciones de que Abiy quiere que el EPRDF pase a ser un partido unitario, pero desde el TPLF ya han advertido de que no aceptarán este cambio.

En junio, además, el país se enfrentó a su momento más crítico desde que Abiy llegó al cargo, después del ataque fallido contra su persona en un acto en Adís Abeba en junio de 2018. La región de Ahmara vivió un intento de golpe de Estado que dejó decenas de muertos, incluido el presidente regional, Ambachew Mekonnen. De forma paralela, el mismo 22 de junio, un guardaespaldas asesinaba al jefe del Estado Mayor del Ejército, Seare Mekonnen, en Adís Abeba mientras coordinaba la respuesta.

Este suceso puso de manifiesto las diferencias internas en el partido gobernante, con un intercambio de acusaciones entre el TPLF y el Partido Democrático de Amhara (ADP). Detrás de la intentona golpista estuvo el general Asamnew Tsige, un antiguo miembro del ADP distanciado del partido, mientras que el jefe del Ejército era un tigray y fue enterrado con todos los honores en Mekelle, capital de Tigray.

¿NUEVAS REIVINDICACIONES ÉTNICAS?

A estas tensiones podrían añadirse otras más en las próximas semanas, ya que el Gobierno ha accedido a la celebración de un referéndum para la creación de un estado para los sidama, otra de las etnias del país que actualmente están englobada en el Estado Regional de los Pueblos, las Naciones y las Nacionalidades del Sur (SNNPRS), el próximo 19 de noviembre.

La Constitución de Etiopía autoriza a todos los grupos étnicos del país a celebrar una consulta para la formación de un nuevo estado, por lo que de prosperar un nuevo estado para los sidama, otros grupos podrían realizar peticiones similares. Además, la creación de este estado conlleva el reto añadido de que dentro del futuro territorio figura la ciudad de Hawassa, actual capital de la región y donde las minorías de otras etnias podrían rebelarse.

El resultado de estas tensiones étnicas son 2,3 millones de desplazados, 1,7 millones de los cuales lo han sido por la violencia. Por ello, las ONG se han apresurado a pedir a Abiy a que no ceje en su empeño de resolver esta situación.

"Ahora debe hacer por resolver las tensiones étnicas dentro de Etiopía una prioridad y trabajar incansablemente para llevar la paz a su pueblo", ha reclamado el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Jan Egeland.

Desde Amnistía Internacional, su secretario general Kumi Naidoo, ha confiado en que el galardón le empuje y le motive para "abordar los retos pendientes en materia de Derechos Humanos que amenazan con revertir los logros que ha hecho hasta ahora".

Para Laetitia Bader, investigadora de Human Rights Watch (HRW) para África, el Nobel de Abiy es "una noticia agridulce para los muchos que esperan ver reformas reales y profundas en materia de Derechos Humanos y una ruptura definitiva con el pasado abusivo" en Etiopía.

En su opinión, el Gobierno etíope "podría y debería haber hecho más para evitar algunos de estos conflictos" étnicos, al tiempo que ha denunciado que ha respondido al desplazamiento "presionando a los desplazados internos para que regresen a sus casas, incluso aunque muchos sentían que estas áreas eran aún inseguras y el acceso a la asistencia limitado".

Además, ha denunciado, "en otra señal preocupante, el Gobierno ha comenzado una vez más a detener a personas en virtud de las disposiciones de detención de las represivas leyes antiterroristas".

Pero sin duda, el mayor reto que tiene ante sí Abiy, que ha dotado al país de su primera presidenta y cuenta con un gabinete paritario, son las elecciones de 2020. El primer ministro ha prometido que serán "libres y justas", pero está por ver si, dada la coyuntura actual y el retraso en la elaboración del censo, podrá cumplirse con el plazo.