Actualizado 18/06/2009 00:49

Extraña salamandra mexicana ofrece esperanza a amputados

Por Mica Rosenberg

MEXICO DF (Reuters/EP) - Científicos han modificado genéticamente una salamandra mexicana de extraña apariencia, que según un mito azteca es un dios transformado, con la esperanza de que su capacidad para regenerar partes de su cuerpo ayude algún día a personas con amputaciones.

También conocidos como "monstruos del agua", los ajolotes están cerca de la extinción en su último reducto natural: unos contaminados canales al sur de la Ciudad de México, por donde circulan decenas de balsas multicolores que pasean turistas y bandas de mariachis.

Pero el baboso animalito, de 15 centímetros de largo, coronado por una serie de peludas branquias y pequeños ojos negros como de botón, es un éxito en los laboratorios, donde logra reproducirse con facilidad.

El ajolote se ha convertido en el consentido de muchos investigadores gracias a su capacidad para regenerar tanto sus extremidades heridas como la mandíbula, piel, órganos y hasta partes del cerebro y espina dorsal.

Otros animales pueden regenerarse, pero sólo las salamandras pueden hacer crecer de nuevo muchas partes de su cuerpo varias veces a lo largo de su vida.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha donado 6,5 millones de dólares a científicos que estudian a esta extraña criatura con la intención de que puedan ayudar en el futuro a los más de 1,000 soldados que perdieron alguna extremidad en las guerras de Irak y Afganistán.

En un laboratorio mexicano, donde estudiantes de biología detallan el cada vez más reducido hábitat natural del animal, un ajolote cuya pata fue arrancada por un compañero de estanque desarrolla ya una pequeña réplica, con dedos incluidos.

"Los humanos pueden reparar tejido, pero no lo reparan a la perfección. El ajolote, bajo ciertas circunstancias, puede entrar en una condición donde repite el proceso de cuando era embrión", dijo Elly Tanaka, del centro para terapias regenerativas en Dresden, Alemania.

COMPLEJAS SALAMANDRAS

Tanaka ha logrado alterar genéticamente a los ajolotes, usando un mutante de la especie que carece de pigmento en la piel al cual se le inyecta un gen de color verde que brilla en la oscuridad, proveniente de una medusa, que ayuda a ver físicamente cómo entra en acción el proceso de regeneración en la salamandra.

"La piel es blanca, entonces puedes ver la proteína fluorescente dentro del animal vivo", dijo Tanaka en una entrevista telefónica. El objetivo es comparar y contrastar esto con el proceso de sanación en los humanos.

A diferencia de los humanos, cuando hay una amputación en una salamandra los vasos sanguíneos se contraen rápidamente, reduciendo el sangrado mientras que las células de la piel trabajan aceleradamente para cubrir la herida y crear una serie de células que se convertirán en una nueva parte del cuerpo.

Al lado de varios científicos que extraen el complejo mapa genético del ajolote, 10 veces más extenso que el humano, Tanaka y sus colegas esperan hallar qué es lo que permite a la salamandra crear extremidades completas de nuevo en vez de sólo un muñón.

Los humanos tienen la capacidad de regenerar puntas de dedos, siempre y cuando el corte sea arriba de la articulación. Si la herida es limpiada y atendida apropiadamente, el dedo puede recobrar su forma, huella dactilar y sensibilidad por si mismo.

"Ahora que vemos cómo una salamandra crece de nuevo un brazo, ya no estamos tan intrigados por cómo sucede. Pronto, los humanos tal vez sean capaces de hacer suya esta extraordinaria habilidad", escribieron recientemente Ken Muneoka, Manjong Han y David Gardiner en un artículo.

Ellos creen que sólo tardará una década, o dos, para que extremidades humanas puedan regenerse como hacen las salamandras.

Actualmente viven más ajolotes en cautiverio que en su hábitat natural mientras su población en los canales de Xochimilco muy posiblemente se ha reducido a apenas 400 especímenes, poniéndolos al borde de la extinción.

La ciudad, una de las urbes más pobladas del mundo, fue fundada por los aztecas a partir de un islote en medio de un sistema lacustre hoy inexistente debido a siglos de colonización y desarrollo urbano.

Los aztecas, que comían ajolotes y los usaban en remedios medicinales, creían que era la reencarnación del dios del rayo fulminante Xólotl, quien sufrió una metamorfosis para evitar ser sacrificado.

Los extraños ajolotes están amenazados por los químicos provenientes de varios viveros cercanos y aguas negras que son desechados en los canales, así como por especies no nativas con quienes compiten por alimento.

(Traducido por Cyntia Barrera Díaz; Editado por Patricia Avila)