Publicado 07/03/2020 10:37

Guatemala.- Las mujeres que luchan para que el matrimonio infantil sea historia en Guatemala

Guatemala.- Las mujeres que luchan para que el matrimonio infantil sea historia
Guatemala.- Las mujeres que luchan para que el matrimonio infantil sea historia - JAMES RODRÍGUEZ/GIRLS NOT BRIDES - Archivo
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Tras haberse casado ellas mismas a edad muy temprana, trabajan para que sus hijas no sigan sus pasos

MADRID, 7 Mar. (EUROPA PRESS) -

Guatemala se convirtió en 2017 en el cuarto país de América Latina en prohibir el matrimonio infantil pero, en un país donde la pobreza, el bajo nivel educativo y las tradiciones están muy arraigadas, aún no se ha conseguido poner fin a la práctica. Mujeres como Laura, doña Paula o María Lucía están decididas a erradicarla por el bien de sus hijas.

Todas ellas viven en los alrededores de Patzún, una localidad en el departamento de Chimaltenango en la que la mayoría de la población son mayas kaqchikel. Aquí, la falta de oportunidades de empleo, la pobreza generalizada y la malnutrición son la norma, lo cual explica que para muchas familias, o incluso para las propias chicas, casarse o convivir con un hombre sea una salida.

Según las estimaciones de Girls Not Brides, una alianza de más de 1.300 organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo que luchan contra el matrimonio infantil, en Guatemala el 30 por ciento de las chicas se casan o conviven en uniones de hecho antes de cumplir la mayoría de edad, una cifra que se sitúa por encima del 40 por ciento entre la población indígena.

Laura se casó con 16 años y ahora tiene seis hijos. Sin padre desde que tenía seis años, su madre quedó al cargo de la familia. "Quería ir a la escuela pero no teníamos dinero", recuerda. Con 12 años se fue a Ciudad de Guatemala, donde trabajó vendiendo tortillas y cuatro años después se casó.

"Creía que cuando me casara ya no sufriría pero nadie me dijo que cuando lo hiciera sufriría incluso más", se lamenta. Por eso, ahora tiene claro que no quiere que su hija Olga siga sus pasos y le recomienda que no se case "hasta que tenga 20 años o más". "Mi sueño es que estudie", asegura Laura, que trabaja como asesora comunitaria con Women's Justice Inititive, una iniciativa que busca mejorar las vidas de mujeres y niñas indígenas en Guatemala.

"NO SABÍA DÓNDE ME METÍA"

Doña Paula tenía 15 años cuando se casó: "No sabía dónde me metía". "Si lo hubiera sabido lo que sé ahora, no me habría casado a esa edad", reconoce. "Tengo cinco hijas y solo una se caso temprano, porque yo no había recibido formación", asegura la mujer, que también es asesora comunitaria.

Entre sus hijas aún solteras hay una con 27 año y otra con 23. "Les digo que solo deberían casarse cuando tengan la edad adecuada", insiste, subrayando que "casarse a una edad temprana conlleva malas consecuencias". Una de ellas puede ser "conseguir un mal marido y que no tengan una buena vida", afirma.

De hecho, como destaca Doña Paula, "la violencia de género es un gran problema aquí". "Cuando una mujer sufre abusos en casa es duro. La mujer desespera e incluso puede suicidarse porque siente que no hay salida", explica, orgullosa de que con la formación que ha recibido ahora ella conoce sus derechos. "Me siendo feliz porque ayuda a mujeres que están sufriendo", agrega, incidiendo en que "cuando tienes un mal marido tus hijos también sufren".

En el caso de María Lucía, su implicación en la labor de Women's Justice Initiative no es resultado de haber sido ella misma víctima del matrimonio infantil, sino que por suerte cuando era adolescente ya recibió asesoramiento sobre sus derechos por parte de otra organización.

"Nos enseñaron autoestima y capacidades de liderazgo y también sobre planificación familiar y prevención de uniones y matrimonios tempranos", recuerda María Lucía. "Eso me dio un impulso para seguir luchando por las niñas y las mujeres", subraya.

ORGULLOSAS DE SU TRABAJO

La ahora asesora comunitaria recuerda cuando por primera vez una niña acudió a ella a pedirle ayuda. Tenía solo 15 años y ella se aseguró de que "entendiera las consecuencias de casarse a una edad temprana". "Decidió no casarse aún", precisa. Desde entonces, ha ayudado a muchas niñas en esta situación y se siente orgullosa.

Cuando una niña se casa con 13, 14 o 15 años "pierde muchas oportunidades en la vida y, por encima de todo, no disfrutará de su adolescencia y juventud", resume María Lucía, que se muestra muy crítica con aquellos padres que "discriminan a sus hijas" y les dicen que su lugar está en la cocina mientras que los hijos sí pueden ir a la escuela porque "les será útil cuando sean un hombre".

Al hacerlo, lamenta, "no les da las mismas oportunidades". "Tenemos que tratar a nuestros hijos por igual", defiende María Lucía, que ha llegado a un acuerdo en este sentido con su marido. "Usaré todo lo que he aprendido para guiar a mi hija para que no se case a una edad temprana y cumpla sus sueños", promete.

Todas ellas trabajan para mejorar las vidas de las mujeres y las niñas de sus comunidades, aumentar su acceso a la justicia y a ejercer sus derechos y ayudarlas a vivir en un entorno sin violencia. Para ello, se organizan talleres para niñas y adolescentes, así como otro tipo de actividades como teatro, con el fin de hacer llegar la información.

Eva, Amaryllis y María son tres de las chicas que han acudido a uno de estos talleres, que se reúne una vez por semana durante un año. El mensaje parece estar calando en ellas. "Una chica debería casarse con 25 o más porque si se casa con 15 surgirán muchos problemas", afirma Eva. María sostiene rotunda: "Podemos estudiar como los chicos". Amaryllis añade: "Podemos ser profesionales, podemos aprender y podemos enseñar lo que aprendemos a otras personas".

"ESTAMOS PLANTANDO SEMILLAS PARA EL FUTURO"

Sin embargo, los cambios tardan en llegar. "El sistema patriarcal está muy arraigado", se lamenta la directora legal de la iniciativa, Viviana Patal. "Hay un desequilibrio de poderes y las chicas jóvenes que se casan son más proclives a tolerar la violencia", explica, asegurando que es algo que ven con frecuencia.

"Se han producido cambios, pero no están arraigados. En lugar de ello son pequeñas semillas que sembramos para que crezcan en el futuro", ilustra. No obstante, "a través de nuestro trabajo con las niñas más pequeñas estamos viendo más impacto", agrega. "Estamos creando un futuro para ellas en el que el matrimonio no es su única opción", destaca.

"Mi sueño es que ellas mismas creen su propio destino y creen sus propias historias como pueblo indígena. Quiero que empiecen a redefinir cómo quieren vivir y cómo quieren gestionar su libertad como mujeres", remacha Patal.

Hasta ahora, Women's Justice Initiative ha trabajado con quince comunidades en la puesta en práctica de planes para evitar el matrimonio infantil y la violencia contra las mujeres. A través de su trabajo, más de 2.700 mujeres y niñas han tenido acceso a servicios legales y formación en derechos.