Actualizado 02/07/2009 05:35

Honduras desafía presión mundial, niega regreso Zelaya

Por Gustavo Palencia y Anahí Rama

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - El Gobierno interino de Honduras desafió el miércoles la presión internacional al asegurar que no existe la más remota posibilidad de que el derrocado presidente Manuel Zelaya vuelva al poder, pese al ultimátum dado por la OEA para restituir al mandatario.

Apoyado por buena parte de la población, el Congreso, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y sectores empresariales, el Gobierno que encabeza Roberto Micheletti se niega a negociar la restitución de Zelaya pese a la exigencias de líderes mundiales y organismos internacionales, incluyendo Naciones Unidas.

"Absolutamente no hay la más mínima posibilidad, el presidente Zelaya está afuera por órdenes del pueblo", dijo el canciller interino, Enrique Ortez, en entrevista con Reuters.

Ortez agregó que no existe conversación con ningún gobierno extranjero ni con organismos sobre un eventual retorno del depuesto líder hondureño, pese a que la Organización de Estados Americanos (OEA) amenazó con expulsar al país en 72 horas si no reinstaura a Zelaya en la presidencia "de inmediato".

"La soberanía no se negocia, nosotros no estamos negociando absolutamente nada", sentenció el veterano político hondureño.

Sin embargo, Micheletti aseguró horas después que "posiblemente" el jueves recibiría a una comisión de la OEA para dialogar sobre la crisis política que ha dividido a los hondureños y tratar de convencer al organismo de la legitimidad de su Gobierno.

"Aquí no hay un golpe de Estado, aquí están los tres poderes funcionando", dijo en una conferencia de prensa en el Palacio Presidencial, en la que insistió que lo sucedido el domingo, cuando Zelaya fue expulsado del país por militares a punta de rifle, fue una "sucesión constitucional".

Zelaya, que había anunciado su retorno a Honduras para el jueves, postergó su regreso al menos hasta el fin de semana, mientras se desplazaba a Panamá para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de ese país, Ricardo Martinelli.

"Los golpistas van a ser juzgados si no hay una rectificación en el menor tiempo posible. Si hay una posibilidad de diálogo (con el Gobierno interino), lógico que el regreso será para este fin de semana", dijo Zelaya a una radio local, que tras su intervención fue sacada del aire.

Pero el Gobierno provisional reiteró que el regreso de Zelaya supondría su detención inmediata, incluso si regresa con el jefe de la OEA, José Miguel Insulza, y los presidentes de Argentina y Ecuador, que se han ofrecido a acompañarlo.

DIVIDIDOS, PERO EN CALMA

Los hondureños permanecen divididos entre quienes ven al magnate maderero como un presidente que lucha contra las elites en favor de los pobres, y los que advierten que es un peligroso populista que busca seguir la senda radical de sus aliados socialistas, como el venezolano Hugo Chávez.

Mientras el diálogo permanece estancado entre las partes, el comisionado nacional hondureño de Derecho Humanos propuso realizar un referendo sobre si Zelaya debe regresar o no como posible salida a la crisis política, que hasta el momento ha registrado pocos eventos de violencia.

Después del apoyo unánime de Naciones Unidas, la OEA, Washington, la Unión Europea y casi todos los países latinoamericanos, Zelaya pidió a sus seguidores que se mantuvieran firmes en las calles.

"No abandonen las calles hasta que logremos la victoria. Están solos, están rodeados", dijo amenazante en su primera intervención en un medio local desde que fue depuesto.

Miles de sus simpatizantes volvieron a marchar el miércoles por el centro de la capital hondureña exigiendo el retorno de Zelaya y clamando contra el Gobierno interino al grito de "el pueblo, unido, jamás será vencido".

"Creo que Zelaya va a lograr volver debido al apoyo que ha recibido de la comunidad internacional. Además, el presidente tiene respaldo en Honduras", dijo Luis Matute, docente de 39 años, apostado en una esquina mientras varios jóvenes pasaban gritando consignas con el rostro cubierto por pañuelos.

Zelaya llegó al poder en el 2006 como un moderado conservador del Partido Liberal, pero su viraje hacia la izquierda y su acercamiento al venezolano Hugo Chávez durante su último año de Gobierno irritó a políticos y empresarios conservadores en el empobrecido país centroamericano.

Al mismo tiempo, detractores del gobernante derrocado protagonizaban una multitudinaria manifestación en Choluteca, en el sur del pequeño país de siete millones de habitantes, y otras menores en La Ceiba y Tegucigalpa, sin incidentes.

España, Francia y Colombia llamaron a consultas a sus embajadores, sumándose a la medida tomada días antes por México, Venezuela, Bolivia, Cuba y países centroamericanos, mientras el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) detuvieron sus préstamos al país.

Por el momento, la crisis política en el país más pobre de América después de Haití y Nicaragua no ha afectado a la vital industria textil ni a la producción cafetalera -que está cerrando la cosecha-, aunque eventuales sanciones comerciales internacionales podrían impactar en sus debilitadas finanzas.

El Gobierno interino dijo que estudia enviar una comisión hondureña a la capital estadounidense para que explique su versión de los acontecimientos ante el Congreso, pese a que Washington ha reiterado que sólo reconocerá a Zelaya.

"No vamos a quedar aislados, tengo una fe entrañable de que muy pronto los demás países van a darse cuenta de que lo que quisimos hacer nosotros era salvar la democracia", dijo Micheletti.