Actualizado 08/07/2009 11:18

Honduras, expectante por diálogo tras golpe de Estado

Por Enrique Andrés Pretel

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - El derrocado presidente hondureño, Manuel Zelaya, y el Gobierno interino que tomó el poder tras el golpe de Estado aceptaron sentarse a dialogar, generando expectativas en una población dividida por la crisis política en el empobrecido país centroamericano.

El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, será desde el jueves el mediador entre las partes para buscar una salida al conflicto, originado por el secuestro y expulsión de Zelaya por militares el 28 de junio, día en que había convocado una consulta popular para abrir el camino a su reelección.

La crisis es un desafío para el presidente estadounidense Barack Obama, cuya promesa de mejorar las relaciones con América Latina ha pesado en su decidido apoyo a la mediación de Arias para evitar una escalada de la violencia en una de las naciones más pobres del continente.

"Lo que sí quiero es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo", dijo Arias, ganador del premio Nobel de la Paz por su trabajo para poner fin a guerras civiles y conflictos militares que asolaron la región durante la Guerra Fría.

Sin embargo, tanto el depuesto mandatario hondureño como el presidente interino Roberto Micheletti se han mostrado inflexibles en sus posiciones y ambos bandos hablan de diálogo, pero no de negociación.

"Estamos abiertos a todo menos al regreso de Mel Zelaya", dijo el martes el canciller interino, Enrique Ortez.

Zelaya cuenta con un amplio respaldo internacional que ha condenado el golpe y exigido su restitución, pese a que en su contra se han unido políticos, empresarios y buena parte de la población, atemorizados por su alianza con el presidente venezolano, Hugo Chávez, en un país muy conservador.

"No es negociable la restitución del presidente electo por la voluntad del pueblo (...) tampoco que pueda existir la posibilidad de que este gobierno, que ha golpeado la democracia, pueda quedarse en el poder bajo ningún sentido", afirmó el martes el depuesto líder hondureño.

HONDURAS EXPECTANTE

Los hondureños, que se han dividido entre dos presidentes que claman ser legítimos y constitucionales, han protagonizado desde el día del golpe masivas manifestaciones a favor y en contra de Zelaya, un empresario maderero que a mitad de su mandato adoptó un discurso de corte socialista.

El Gobierno interino ha quedado aislado internacionalmente y fue sancionado por la Organización de Estados Americanos (OEA) por su negativa a restituir al mandatario, al que ha amenazado con encarcelar si regresa al país acusándolo de traición a la patria, abuso de poder y corrupción.

Y Zelaya, cuya aprobación había caído a niveles del 30 por ciento en las semanas previas al golpe, insiste en que las autoridades están reprimiendo a la población y exige el castigo a los "usurpadores".

Las protestas han dejado un muerto y varios heridos de bala cuando seguidores de Zelaya se enfrentaron con soldados mientras esperaban el retorno del mandatario en avión, que finalmente las autoridades impidieron bloqueando el aeropuerto.

Los analistas son escépticos sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo ante posturas tan enfrentadas.

"Es difícil una mediación exitosa mientras el gobierno golpista sabe que puede resistir lo que resta de mandato de Zelaya. Lo único que puede sacarlos del poder es una conjunción de protestas masivas y sanciones económicas reales", dijo Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación Política y Económica, con sede en Estados Unidos.

Otros, sin embargo, son más optimistas.

"Creo que estamos en el camino de construir un diálogo que puede ser extremadamente positivo y productivo para el país", dijo el ex presidente hondureño Ricardo Maduro en Washington.

A nueve días del golpe, muchos hondureños están exasperados por la incertidumbre, el toque de queda vigente, las calles cortadas por continuas marchas y la tensión que se ha instalado en el pequeño país exportador de café, textiles y banano.

"Ya está bien, lo que queremos es parar todo esto. Con las protestas diarias uno ya no puede ni ir a trabajar, ni salir por las noches. Que pongan a uno que no sea ni de un lado ni de otro. Uno que al menos gobierne bien", se quejó Vilma Barahona, enfermera de 53 años.

(Por Enrique Andrés Pretel; editado por Hernán García)