Actualizado 08/03/2017 10:52

Humberto de la Calle advierte de que una revisión a la baja del acuerdo con las FARC podría "arruinar" la paz

El jefe del equipo negociador del Gobierno colombiano, Humberto de la Calle.
REUTERS

   Rehúsa confirmar sus aspiraciones presidenciales pero aboga por un candidato de consenso para 2018 que defienda la paz

   MADRID, 8 Mar. (EUROPA PRESS) -

   El Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron el año pasado una paz que ya ha propiciado cambios históricos. Sin embargo, aún no es segura y cualquier intento de dar marcha atrás en lo pactado podría "arruinar" el proceso, advierte el jefe negociador de la Casa de Nariño, Humberto de la Calle, en una entrevista con Europa Press.

   De la Calle dirigió durante casi cinco años desde La Habana unas conversaciones de paz cuyo inicio fue "extraordinariamente difícil" por la falta de confianza de las partes y "por el deseo de las FARC de, tras años de silencio, utilizar su retórica política constantemente" como forma de propaganda.

   Poco a poco las negociaciones se encarrilaron y dieron paso a "un diálogo franco" en el que, si bien no llegaron al extremo de forjar una amistad, ambos equipos lograron "una aproximación productiva" que el pasado verano permitió alumbrar un acuerdo de paz.

   El 2 de octubre los colombianos lo rechazaron en referéndum, una derrota que, con el tiempo considera natural --aunque "no lo esperábamos"-- porque el Gobierno tenía ante sí "el enorme desafío de vencer la extrema impopularidad de las FARC".

"Yo lo miro siempre desde la otra perspectiva", explica De la Calle, seguro de que "el apoyo (al acuerdo de paz) va a ir creciendo" porque si el 2 de octubre, cuando era solo "ilusión", se logró un 49 por ciento "casi heroico", frente a "hechos incontrovertibles" los colombianos no podrán más que respaldarlo.

   Estos "hechos incontrovertibles" son el cumplimiento mismo de los textos de La Habana, que ya ha comenzado con la desmovilización de los más de 6.000 guerrilleros de las FARC y el inicio del proceso de desarme, que concluirá el 1 de junio.

   El Gobierno --subraya-- también ha hecho su parte, pese a "discusiones inevitables" como las generadas en torno a la adecuación de los campamentos provisionales donde las FARC aguardarán 180 días hasta completar su paso a la vida civil.

"Hay una inercia de desconfianza por un pasado de violencia" que ha generado más de ocho millones de víctimas, entre ellas 220.000 muertos, el 80 por ciento civiles. Es "un fardo que sigue pesando duramente" y del que los colombianos deben desprenderse de una vez por todas, reclama.

LA AMENAZA DEL 'URIBISMO'

   El fiasco del referéndum obligó a las partes a renegociar el acuerdo para incorporar --con "generosidad"-- las propuestas del sector crítico, abanderado por el ex presidente Álvaro Uribe. Hubo "interminables horas de trabajo" con los representantes del 'no' que permitieron dar respuesta a la mayoría de las "inquietudes".

   Pero algunas, las principales, "quedaron fuera". Se trata de los cambios que el 'uribismo' y sus socios querían hacer en materia de justicia transicional y participación política de las FARC para imponer un sistema más estricto.

   No fue posible porque "son el corazón del acuerdo de paz", "sus elementos claves", "su esencia", de modo que la amenaza de Uribe y su partido, Centro Democrático, de "dar marcha atrás" en estos dos puntos, si ganan las elecciones presidenciales y legislativas de 2018, es "extraordinariamente grave".

   De la Calle alerta de que, sin estos dos pilares, "se derrumba todo el acuerdo de paz" y resurge la posibilidad --ahora lejana-- de que las FARC vuelvan a empuñar las armas ante el incumplimiento de la palabra dada por parte del Estado.

"A mi entender es el Estado colombiano el que se ha comprometido", ya que el acuerdo está firmado por el Ejecutivo y ratificado por el Legislativo, siguiendo las directrices de la Corte Constitucional. "Sería un acto de perfidia desarmar una guerrilla para luego no cumplir", afirma.

UN BUEN ACUERDO

   El jefe negociador del Gobierno recalca asimismo que una segunda revisión carecería de sentido porque el actual acuerdo de paz cumple los estándares internacionales y satisface las demandas tanto de las víctimas como de la guerrilla.

   Sobre la justicia transicional, que en función del grado de verdad aportada impone penas de entre cinco y ocho años de restricción de libertad y 20 años de cárcel, De la Calle esgrime que "la naturaleza de las penas corresponde a la soberanía del país".

   Se pregunta además "qué es lo que satisface más a una víctima": "varios años en una cárcel de Bogotá" o "que las FARC acudan a las regiones donde hicieron daño" para pedir perdón y reconstruir el tejido social, por ejemplo, colaborando en el desminado.

"En cuanto a la participación política, la esencia de un proceso de esta naturaleza es dejar las armas e ingresar a la política", por lo que la consecuencia lógica es "abrir con generosidad las puertas de la política a las FARC" para dejar atrás la guerra.

ELECCIONES CLAVE

   Los comicios de 2018 se presentan, por tanto, como un punto de inflexión para blindar o diluir el acuerdo con las FARC. Por eso, De la Calle es uno de los que más suena como candidato presidencial, pero rehúsa confirmarlo. "Cada día trae su afán", contesta

"Este es un momento en el que la prioridad no debe ser esta", indica. En su opinión, "la discusión presidencial se ha adelantado demasiado" y se corre el riesgo de que la "pequeña política partidista" se imponga en la agenda a la consolidación de la paz.

   Sin embargo, no se abstrae del debate electoral y aboga por crear una "coalición grande en defensa del acuerdo de paz" representada por un candidato de consenso que haga frente a lo que --augura-- será también un solo representante del 'no'.

DEBUT DE LAS FARC

   La cita con las urnas del próximo año será la primera de las FARC. De la Calle cree que se centrarán como "objetivo inmediato" en el Congreso para consolidar una representación parlamentaria que tienen garantizada con cinco escaños en cada cámara durante dos legislaturas.

   "Lo que he entendido por parte de las FARC cuando hablan de un gobierno de transición es que no están pensando en presentar un candidato presidencial propio, sino en buscar alianzas que permitan asegurar el acuerdo de paz", apunta.

   La gran oportunidad electoral de la guerrilla llegará en los comicios locales que tendrán lugar meses después, donde podrían tener buenos resultados --anticipa De la Calle-- debido a su importante implantación en determinados territorios.

   "Esto es beneficioso", estima. "Sería peor que un estruendoso fracaso electoral de las FARC terminara devolviéndose como un bumerán y generando en sus propias filas la idea de que fue un error negociar" el fin del conflicto armado, aduce.

   De la Calle cree, basándose en el "ejercicio de disciplina" que atestiguó en La Habana, que las FARC están preparadas para hacer política, si bien tendrán que "dejar de lado el lenguaje extremadamente agresivo" para "involucrarse en los ritos de la democracia". "Entender que la discusión tiene que partir de la base del respeto", apostilla.

PACTO CONTRA LA VIOLENCIA

    Las FARC tienen su propias preocupaciones sobre el futuro, "temores legítimos" por que se repita el exterminio de los partidos políticos que nacieron de otras guerrillas desmovilizadas y desarmadas, como el caso de la Unión Patriótica surgida del M-19.

   El peligro se vislumbra en la ola de asesinatos de activistas sociales, algo "extremadamente grave" sobre lo que De la Calle propone "hacer pactos locales contra la violencia", un potente mensaje de todos los actores políticos para disuadir a "las fuerzas oscuras".

"Hay miedos cruzados en la sociedad colombiana", a lo que contribuye el "alto nivel de polarización que hay en estos momentos", pero "es temporal". "Tenderá a normalizarse en la medida en que pase el tiempo y se cumpla el acuerdo de paz", siempre que Colombia no caiga en el "error histórico" de tumbarlo. "Sería una miopía política".