Publicado 04/09/2015 15:01

Leyendas y magia en las Cavernas de Carlsbad, las más profundas de EEUU

   NUEVA YORK, 4 Sep. (Notimérica) -

   El parque nacional de las Cavernas de Carlsbad, situado en el sureste de Nuevo México, Estados Unidos, tiene el privilegio de albergar la caverna más grande del país.

   En el Desierto de Chihuahua se esconde este paraíso subterráneo. Tan sólo con caminar hasta alcanzar una profundidad de 229 metros, el visitante se topará con la 'Big Room' (el gran salón), una de las recámaras más grandes del planeta, cuya magnitud supera la de seis campos de fútbol.

   Carlsbad, que fue declarado en 1995 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, guarda miles de historias desde que fue visitado por primera vez hace ya más de mil años.

   Indígenas prehistóricos de Norteamérica decidieron entrar en las cavernas buscando refugio, probablemente para resguardarse del frío. Sin embargo, no sería hasta 1900 cuando el vaquero Jim White las descubriera oficialmente.

   White es conocido por ser el primer explorador anglosajón de las Cavernas de Carlsbad. Como ocurre con la mayoría de los grandes descubrimientos, este vaquero se encontraba escuchando Madame Butterfly en su gramófono cuando vio una columna de humo en mitad del desierto de Chihuahua.

   Sin embargo, al prestarle más atención se percató de que no era humo, sino millones de murciélagos. Atraído por el espectáculo que presenciaban sus ojos, White descendió por la que es ahora la entrada natural de la caverna para explorar esta obra de la naturaleza.

   En su día, muchas personas tomaron al explorador por loco, mostrándose escépticos ante sus increíbles historias. Realidad o ficción, lo cierto es que esta no es la única posible leyenda que envuelve a las Cavernas de Carlsbad.

   Los Apaches Mescaleros decían que el "lamento del espíritu de la muerte" salía del abismo de estas cuevas. En parte, debido a la creencia de que dentro de ellas se conservaban los espíritus de las mujeres muertas en el parto.

   Hoy en día, aún uno puede sentirse como el vaquero Jim White presenciando desde el desierto el espectáculo protagonizado por millones de murciélagos en este paraíso natural.