Publicado 05/06/2019 19:01

López Obrador no asistirá a la cumbre del G20, ¿una cuestión de austeridad y política exterior, o un error?

López Obrador no asistirá a la cumbre del G20, ¿una cuestión de austeridad y política exterior, o un error?
REUTERS / HENRY ROMERO

   CIUDAD DE MÉXICO, 5 Jun. (Notimérica) -

   A raíz del anuncio realizado por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en el que confirma que no asistirá a la reunión del Grupo de los 20 --popularmente conocido como G20-- los próximos 28 y 29 de junio en Osaka (Japón), han emergido dudas acerca de los motivos que han llevado a que López Obrador no haya realizado ningún viaje internacional desde que tomó posesión el pasado mes de diciembre.

   "De una vez les adelanto, no voy a ir a la reunión del G20, pero sí les voy a mandar una carta sobre los problemas de la desigualdad en el mundo, que para eso deben ser las reuniones. Esas son las reuniones que hacen falta", ha anunciado este martes. "Hay que reunirse, pero para que no haya tanta desigualdad en el mundo, porque eso es lo que origina el deterioro del medio ambiente, eso es lo que origina la migración, eso es lo que origina la inseguridad y la violencia", ha añadido AMLO.

   En coherencia con la política de austeridad que propone el líder izquierdista desde que la precamapaña, el mandatario ha llevado a cabo varias medidas de ahorro, como la venta del avión presidencial nada más tomar posesión del cargo. Sin embargo, dicha austeridad no sería una justificación, pues a pesar de que no ha salido del país, López Obrador sí recorrió la mayor parte del país durante los 56 primeros días en el cargo.

   ¿Se trata entonces de un mecanismo político con el que reforzar su imagen de cara al interior del país? ¿Querrá dejar claro a los mexicanos que él está para sus ciudadanos tanto como para los acuerdos comerciales y las relaciones internacionales?

   El comportamiento de López Obrador llama la atención en especial si se realiza una comparativa con los anteriores del país azteca. En concreto, su predecesor Enrique Peña Nieto (2012-2018) en el mismo tiempo ya había realizado más de diez viajes oficiales internacionales: Chile, Costa Rica, Venezuela, Italia, China, Japón, Perú, Haití, Colombia, Guatemala y Reino Unido.

   Respecto a su ausencia en la cumbre del G20, uno de los encuentros políticos y económicos de mayor relevancia a nivel anual, López Obrador ha explicado que no quiere formar parte de una "confrontación directa", refiriéndose a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y ha asegurado que a pesar de todo "vamos a estar bien representados".

   La decisión de AMLO parece, entonces, ser una especie de distanciamiento sopesado de los encuentros de temática regional e internacional, pero no por falta de interés total. Cuadra este hecho con la respuesta del presidente mexicano a la petición internacional de reconocimiento a Juan Guaidó como mandatario de Venezuela, hecho que demostró que el nuevo Gobierno mexicano no está dispuesto a inmiscuirse en cuestiones de política exterior ajena.

   Así, la ausencia de AMLO en la reunión del G20 parece estar nuevamente relacionada con la doctrina Estrada, aquella con la que el mandatario azteca quiere gobernar su política exterior y que dista de los ideales de presidentes anteriores, como Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa o Vicente Fox, quienes además de mantener estrechos lazos con Estados Unidos, tuvieron fuertes vínculos con países europeos o, incluso, coquetearon con China.

   Se trata de una norma promulgada en el año 1930 y que orientó la política exterior de México durante la mayor parte del siglo XX. Se basa en los principios de no intervención y no injerencia en asuntos internos de otros países. De esta manera, la norma Estrada se centra en el cumplimiento de valores morales como la justicia, la lucha contra la desigualdad o la lucha contra la corrupción.

   Sin embargo, y si bien es un método político válido, existen riesgos en su aplicación, como la ambigüedad o el aislacionismo.

   Por un lado, López Obrador no ha mostrado el mismo grado de implicación en el reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela por el momento, a pesar de las solicitudes de que realizara lo contrario por parte de Estados Unidos y Colombia (entre otros), que en la implantación de medidas de desarrollo para Centroamérica.

   De hecho, la implantación del Plan de Desarrollo para Centroamérica, respaldada por México, es un programa intervencionista estadounidense en el que el país azteca organiza programas de desarrollo. Asimismo, poco después de que asumiera la presidencia, el gobierno mexicano envió una carta al rey Felipe VI de España en el que instaba al país europeo a pedir disculpas por los crímenes ocurridos durante la conquista.

   Expertos señalan que la decisión de AMLO denota cierto desinterés y desconocimiento de la política exterior, la cual no puede valorarse de manera secundaria, menos en un mundo globalizado en el que la diplomacia rige la presencia de los países en el mundo. ¿Será un error?