Actualizado 05/12/2014 10:13

Nelson Mandela y su historia de amistad con Latinoamérica

Mandela y Fidel Castro
Foto: REUTERS

BUENOS AIRES, 5 Dic. (Notimérica) -

   Un año después de la muerte del presidente Nelson Mandela, el revolucionario anti-apartheid y primer presidente negro de un país que se había hecho eco en el mundo por su régimen abiertamente racista, recordamos un viaje muy especial que marcaría el inicio de sus relaciones con el continente latinoamericano.

   En 1991, poco después de salir de la cárcel, Mandela hizo un viaje a Cuba que conllevó muchas críticas tanto internas como externas, pero el líder sudafricano hizo caso omiso porque tenía una misión que llevar a cabo.

   Cuando llegó a La Habana y vio por primera vez a Fidel Castro le espetó: "Antes de hablar absolutamente de cualquier tema me tiene que decir cuándo viene para Sudáfrica. Nos han visitado una gran cantidad de personas y nuestro amigo, Cuba, que nos ayudó a entrenar a nuestra gente, que nos dio recursos, que nos ayudaron tanto en nuestra lucha, que entrenó a nuestros combatientes, a nuestros médicos. Cuba no vino a visitarnos, usted no fue a visitarnos. ¿Cuándo va a venir?".

   Castro aceptaría tan inusual invitación en 1994, cuando Mandela alcanzó la presidencia. Más tarde, en 1998 el líder sudafricano recibió a Bill Clinton, entonces presidente de Estados Unidos, y le advirtió que también había invitado a Castro y al entonces jefe de Estado de Libia, Muammar Kadhafi.

   "Hago esto porque nuestra autoridad moral nos dicta que no podemos abandonar a aquellos que nos ayudaron durante los momentos más sombríos de la historia de nuestro país", aclaró Mandela.

   Es más, 'Madiba' no dudó en aconsejar a Clinton que él debería hacer lo mismo: convocar a sus enemigos, Cuba, Irán y Libia para decirles: "Vamos a sentarnos y a hablar de paz".

   Ese día Clinton no quiso o no supo contestar a las críticas de Mandela pero su consejero de Seguridad Nacional, Samuel Berger, aclaró: "Podemos entender la lealtad de Mandela --a Cuba, Irán y Libia-- pero nuestra posición también está basada en principios".

   En aquel viaje, Mandela le enseñó a Clinton la cárcel de la isla de Robben donde permaneció 18 años preso y le regaló una piedra de la cantera donde cumplió trabajos forzosos. Después impuso a Clinton la más alta distinción de Sudáfrica, la Orden de Buena Esperanza. Antes, el último condecorado había sido Kadhafi.

OTRAS VISITAS

   En el mismo viaje de 1991, buscando apoyos internacionales para llegar a la Presidencia nada más salir de la cárcel, Mandela también visitó al entonces presidente de México Carlos Salinas, y no se olvidó del gigantesco Brasil, con el que construiría una relación muy especial desde entonces.

   En Brasil diría 'Madiba' que fue sofocado por "tanto amor", ya que miles de personas lo recibieron en la plaza de la Apoteose, en Río de Janeiro. El líder, que viajaba con su segunda mujer, Winnie Mandela, era todo un símbolo también para la población negra de Brasil que veía en su figura una esperanza para cambiar la situación de olvido y menosprecio a la que había estado sometida.

   En su segundo viaje a Brasil, en 1998, un Mandela ya con 80 años hizo visita oficial al entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, cuando ambos cumplían el último año de su mandato.

   Este año, el líder sudafricano no quiso olvidarse de Argentina cuya historia de sufrimiento, según dijo, le había inspirado en su lucha. Durante el Gobierno de Carlos Menem, el presidente sudafricano llegó a una cumbre del Mercosur, donde fue ovacionado.

   Mandela ya advertía con 80 años a cuestas y hace tantos años la necesidad de establecer fuertes alianzas entre África y América Latina.

   MÁS NOTICIAS... 

    La ONU crea un premio que conmemora a Mandela