Colombia paz FARC
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    BOTOGÁ, 2 Sep. (Notimérica) -

"El Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia firman la paz". "Se acabó la guerra con las FARC". "El Ejército y la guerrilla dejan las armas y abandonan el fuego bilateral". Cuando se leen estos titulares, todo parece indicar que el pueblo colombiano tiene por fin un motivo por el que sonreír y volver a creer en una vida sin violencia y un país próspero.

   Sin embargo, esto no es del todo así. Muchos son los colombianos que, según los sondeos, se muestran reacios a que el Gobierno de Juan Manuel Santos llegue a un acuerdo de paz con el grupo guerrillero, poniendo así fin a más de 50 años de conflicto armado.

   Un conflicto que ha desangrado por dentro a todo un país: más de 260.000 muertos --la inmensa mayoría civiles--, siete millones de desplazamientos, decenas de miles de desaparecidos y multitud de violaciones y secuestros.

   Con estas cifras parece difícil creer que parte de la sociedad cafetera esté en contra de la firma entre Gobierno y las FARC. ¿Acaso no quieren paz? ¿No desean acabar con las muertes, los desplazamientos, las desapariciones y las incontables atrocidades que ocurren en Colombia desde la década de 1960?

   Seguramente, la respuesta a todas estas preguntas sea "sí", aunque no a cualquier precio. Los defensores del "no" se fundamentan en una serie de controvertidos puntos incluidos en los acuerdos.

   El acuerdo de justicia transicional, la incorporación de las FARC a la vida política, la financiación de la reparación de las víctimas por parte del Gobierno en lugar de por parte del grupo armado, quienes además percibirán el 90 por ciento del salario mínimo durante 24 meses en el caso de los guerrilleros desmovilizados, son algunas de las condiciones que parte del pueblo colombiano no está dispuesto a aceptar a cambio de la paz.

   Los ciudadanos tendrán la oportunidad el próximo 2 de octubre, a través del plebiscito, de decidir el futuro de su país. Un plebiscito que, lejos de unir al pueblo, puede generar una gran brecha en la sociedad colombiana. Brecha que, de momento, ya ha fragmentado parte del sistema político, con el expresidente y actual senador por Centro Democrático Álvaro Uribe como abanderado del "No".

LA ESTRATEGIA DE URIBE

   Con 20 senadores ejerciendo la oposición, los 'uribistas' se perfilan como el principal escollo a superar por parte de Santos y el resto de fuerzas políticas --la mayoría a favor de los acuerdos-- para lograr una meta que lleva cuatro años persiguiendo.

   La misión del Centro Democrático no es sencilla: convencer a los votantes de que manifiesten su rechazo al acuerdo en las urnas. Aunque hay que señalar que argumentos no les faltan, y así lo han demostrado en los últimos días.

   "Las víctimas pagarán 10 millones a cada terrorista desmovilizado mas un salario mínimo durante dos años", comentaba el senador Alfredo Rángel en alusión al salario mínimo que recibirá la guerrilla.

   "Los criminales en Cuba dijeron que como condición para firmar la paz tienen que excarcelar a todos los que están en prisión y que los que van a negociar no pueden ir a la cárcel", señaló por su parte Uribe en referencia al acuerdo de justicia transicional.

   En base a este acuerdo, el Estado otorgará "la amnistía más amplia posible por delitos políticos y conexos", sin incluir a aquellos delitos de "lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra, u otros delitos como la toma de rehenes u otra privación grave de la libertad, la tortura, el desplazamiento forzado, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales y la violencia sexual". No obstante, en caso de los guerrilleros que reconozcan los crímenes cometidos, estos se enfrentarán a una pena comprendida entre los cinco y los ocho años.

   Además, los guerrilleros que pasen por el Tribunal y reconozcan su responsabilidad en los delitos pagarán sus condenas en sitios especiales de reclusión en vez de en la cárcel.

   A favor de Uribe juega la impopularidad y los bajos niveles de aceptación de los que 'goza' el presidente Santos. Un descontento que pudo verse motivado por iniciar en secreto las negociaciones con las fuerzas revolucionarias hace ya cuatro años.

   Tal y como señala el medio digital 'esglobal', el mandatario organizó 'a escondidas' y de la mano de un grupo de políticos liderados por el excomisionado de la paz Humberto de la Calle en 2012 las primeras reuniones en la Habana, capital de Cuba.

   La desinformación y el miedo al pasado del pueblo colombiano, que ya ha visto a su Gobierno fracasar en reiteradas ocasiones a la hora de negociar con guerrillas, son otras armas de las que disponen los defensores del "no" en el plebiscito. En este sentido, Uribe se ha servido de los puntos más controvertidos del acuerdo para fomentar el temor y el rechazo al acuerdo con las FARC.

EL PLEBISCITO

   Será el próximo 2 de octubre, fecha de la realización del plebiscito de la paz, cuando los colombianos decidirán el futuro del país. Un proceso que necesita de al menos 13 por ciento de participación para ser válido y que está regulado por seis puntos. Una vez celebrado, se necesitarán de al menos 4.396.626 votos por el "sí" para que el acuerdo quede aprobado.

   "¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?" será la pregunta a la que los colombianos deberán responder con un 'sí' o con un 'no' --no habrá la posibilidad de votar en blanco--, según reveló Santos este martes.

   Una pregunta que ya ha generado polémica. El principal problema del planteamiento de Santos es que pregunta por si se quiere la paz en lugar de si se acepta los acuerdos alcanzados con las FARC.

   Así, para el excandidato presidencial del 'uribismo' Óscar Iván Zuluaga, la pregunta es una trampa ya que "esa pregunta es ambigua" y debería ser "¿aprueba los acuerdos entre el Gobierno y las FARC?".

   Por ello, el Centro Democrático considera ilegítimo este plebiscito pues este método de participación trae una sola pregunta en la que "los ciudadanos dicen que quieren la paz, pero rechazan la impunidad". Es decir, deben aceptar los acuerdos en bloque.

   Incluso el concejal Fidel Ramírez presentó este miércoles una demanda ante el Consejo de Estado con el fin de eliminar la palabra "paz" del planteamiento.

   Por su parte, el mandatario se ha defendido ante la polémica causada: "El presidente tiene la facultad de redactar la pregunta que le dé la gana", resaltó durante la celebración del Día Nacional de la Rendición de Cuentas.

¿Y SI SALE EL "NO"?

   Las mayores dudas surgen en relación al último de los escenarios posibles: la victoria del 'No'. "Si gana el 'No', no se podría implementar esa negociación, pero en un futuro Gobierno o las nuevas diligencias de las FARC pueden hacer otra negociación y someterla a renegociación del pueblo de Colombia", asegura el expresidente de la Corte Constitucional Eduardo Cifuentes Muñoz.

   El constitucionalista Juan Manuel Charry, por su parte, destaca que ocurrirían dos cosas. "Uno, que no se refrendan los acuerdos suscritos; y dos, el presidente de la República mantiene sus facultades constitucionales para conceder amnistías e indultos para delitos políticos, así como las legales para negociar con grupos guerrilleros". Estos privilegios, según el experto, permitirían al Gobierno modificar, reiniciar o replantear las negociaciones.

   Por último, el experto en Derecho Internacional Rafael Nieto Loaiza puntualiza que, si gana el 'no', se renegociarán los acuerdos. "La sentencia dice claramente que el plebiscito no es sobre el derecho a la paz sino para aprobar o improbar el contenido de los acuerdos que se alcancen en La Habana", sentencia.

    El último sondeo sobre intención de voto, realizado entre el 26 y el 31 de agosto por la firma Crifras y Conceptos, otorga un 62 por ciento a favor del 'sí' y un 28 por ciento al 'no', mientras que el 10 por ciento restante se declaró indeciso sobre su voto.