Publicado 04/05/2020 15:54

Mozambique.- El norte de Mozambique, nuevo foco de la actividad yihadista en África

Mozambique.- El norte de Mozambique, nuevo foco de la actividad yihadista en Áfr
Mozambique.- El norte de Mozambique, nuevo foco de la actividad yihadista en Áfr - PORTAL DEL GOBIERNO DE MOZAMBIQUE

Estado Islámico ha reivindicado numerosos ataques y ha izado su bandera en algunos puntos de Cabo Delgado

MADRID, 4 May. (EUROPA PRESS) -

La región de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, se ha convertido en un nuevo foco de actividad yihadista en África. Lo que comenzó en octubre de 2017 como un grupo de islamistas armados a los que popularmente se bautizó como Al Shabaab en la zona ha pasado a convertirse en acciones mucho más cuidadas y organizadas ahora bajo la 'marca' de Estado Islámico.

El grupo terrorista anunció el pasado junio la creación de una nueva filial en el continente, Estado Islámico en África Central (ISCA), cuyas primeras acciones tuvieron lugar en República Democrática del Congo (RDC), pero desde entonces ha reivindicado muchos de los ataques que se han registrado en las últimas semanas en el norte de Mozambique.

Según Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED), un proyecto que se encarga de hacer seguimiento entre otras cosas de los actos de violencia en el mundo, entre el 1 de enero y el 25 de abril se han contabilizado en Cabo Delgado un total de 101 incidentes armados, lo cual supone un aumento del 300 por ciento con respecto al mismo periodo de 2019.

En total, en este periodo se han contabilizado al menos 285 víctimas mortales, de las que más de 200 serían civiles, lo que eleva el total desde octubre de 2017 --cuando se produjo el primer ataque en Mocimboa da Praia-- a unos 1.100, 700 de ellos civiles. Según ACLED, desde que hace seguimiento a la insurgencia en esta zona de Mozambique, abril es ya el mes más mortífero.

Desde que el 23 de marzo los milicianos tomaran brevemente la ciudad portuaria de Mocimboa da Praia, los ataques se han sucedido. Entonces, los milicianos llevaron a cabo un complejo ataque, llegando incluso por mar en varias embarcaciones, e incluso izaron la bandera de Estado Islámico en la localidad. Los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad mozambiqueñas se saldaron con al menos 20 muertos, según ACLED.

En torno al 7 de abril, los milicianos llevaron a cabo ataques contra varias localidades en Muidumbe, saqueando edificios gubernamentales y bancos. Dos semanas después, un alto cargo militar reconoció que al menos 52 jóvenes habían sido asesinados "de forma cruel y diabólica" en estas fechas por "malhechores" tras negarse a enrolarse en sus filas.

EL GOBIERNO RECONOCE LA PRESENCIA DE ESTADO ISLÁMICO

Y tras haber venido restando importancia a los acontecimientos, finalmente el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad (CNDS) reconoció lo evidente: que Estado Islámico era el responsable de los ataques, después de que el propio grupo hubiera reivindicado públicamente algunos de ellos. En un comunicado publicado el 24 de abril, el CNDS denunció que el país africano "está en presencia de una agresión externa perpetrada por terroristas".

ISCA ha reivindicado la autoría de 29 ataques en Mozambique y "ha izado su bandera en varios lugares", resalta Jasmine Opperman, una analista de ACLED, en un artículo publicado en la web The African Jihad (la yihad africana). Entre los ataques reivindicados figura el derribo de un helicóptero el 8 de abril en enfrentamientos con el Ejército en Quisanga, del que la agencia Amaq publicó varias imágenes.

"La escala y la naturaleza de los ataques refleja una reforzada organización interna dentro y entre células insurgentes", destaca la experta. "Los insurgentes han demostrado una mayor sofisticación estratégica y capacidad, provocando una descarada confrontación con las fuerzas de seguridad, así como perpetrando ataques cada vez más cerca de los lugares" de producción de gas natural licuado en la región, añade, lo cual genera preocupación entre los inversores.

Así las cosas, a finales de abril el Gobierno anunció que había matado a cerca de 130 presuntos yihadistas en una serie de operaciones llevadas a cabo durante las últimas semanas en Cabo Delgado (norte). Los ministros de Interior y Defensa, Amad Miquidade y Jaime Neto, respectivamente, indicaron que las operaciones arrancaron el 7 de abril, tras la matanza de los 52 jóvenes, y han estado centradas en Ibo, Muidumbe y Quirimbas.

Según sostuvo el ministro del Interior, "la situación en Cabo Delgado en este momento está bajo control". "Identificamos dónde se encuentra el enemigo. Cuáles son sus bases, cuáles son sus campamentos y cuáles son sus movimientos", afirmó, antes de incidir en que las fuerzas mozambiqueñas "se preparan para más de una ofensiva".

LOS ATAQUES CONTINÚAN

En este sentido, según informa el medio local 'Carta de Mozambique', tanto los ataques como las operaciones militares han continuado en los últimos días. En uno de ellos, y como ya han hecho en otras ocasiones, los milicianos decapitaron a una persona. Por lo que se refiere a las Fuerzas de Defensa y Seguridad (FDS), estas han intensificado sus bombardeos contra las bases de los milicianos en Mocimboa da Praia, Muidumbe, Quissanga y Macomia.

Según las fuentes consultadas por el citado medio, se están llevando a cabo acciones tanto aéreas como terrestres. En estas acciones están participando miembros de la Unidad de Intervención Rápida (UIR) ya de las Fuerzas Armadas de Defensa de Mozambique (FADM), sin que por ahora haya datos de bajas en esta "megaoperación".

Desde el 'think-tank' International Crisis Group (ICG), su experto Piers Pigou resalta que el reconocimiento por primera vez por parte del Gobierno de la presencia de Estado Islámico es resultado de la "creciente presión para hacer frente al vacío de seguridad ante la escalada de ataques desde finales de 2019".

Sin embargo, subraya, "está por ver si el Gobierno puede afrontar de forma adecuada la situación sin apoyo regional y si puede desarrollar una estrategia contra la insurgencia que aborde el amplio abanico de factores sociales, políticos y económicos que fomentan la inestabilidad".

Precisamente, la semana pasada el presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, se reunió con su homólogo de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, para discutir sobre "la situación de seguridad en Cabo Delgado y en algunas partes de las provincias de Manica y Sofala, donde terroristas y grupos armados llevan a cabo ataques, asesinados y destrucción de infraestructuras públicas y privadas".

Ambos mandatarios, que se reunieron en persona en un momento en que los contactos cara a cara están siendo reemplazados por las videoconferencias por la pandemia de coronavirus, expresaron su condena por estos actos "que buscan minar los esfuerzos hacia la paz y el desarrollo", según el comunicado conjunto. En los últimos días, han circulado rumores de que Zimbabue habría enviado efectivos a Cabo Delgado, pero Harare ya lo ha desmentido.

CALDO DE CULTIVO IDEAL

Lo cierto es que la región de Cabo Delgado contaba con todos los ingredientes para que la insurgencia islamista echara raíces. Inicialmente conocidos como Al Shabaab --sin que tengan nada que ver con el grupo vinculado a Al Qaeda del mismo nombre que opera en Somalia--, los milicianos operaban bajo el nombre de Ansar al Sunna y supieron aprovecharse de la pobreza imperante y de que la población es mayoritariamente musulmana.

Como en tantos otros lugares, las escasas infraestructuras y servicios han generado un sentimiento de abandono por parte del Estado, así como la impresión de que la riqueza generada por los recursos naturales --incluida la mayor reserva de rubíes del mundo-- no beneficia a los habitantes de la región. La zona es además un nodo fundamental en el tráfico de drogas y en general del crimen organizado en esta zona del continente.

Todas estas circunstancias hacen que los milicianos tengan más fácil atraer a sus filas a los jóvenes desencantados, que ven pocas opciones de prosperar en medio de unas elevadas tasas de desempleo. Empuñar un arma en nombre de Estado Islámico se ha convertido en una opción de vida para ellos.