Publicado 30/09/2019 16:00

Perú.- Las víctimas de la 'Masacre de Navidad' en Perú descansan finalmente en paz

Perú.- Las víctimas de la 'Masacre de Navidad' en Perú descansan finalmente en p
Perú.- Las víctimas de la 'Masacre de Navidad' en Perú descansan finalmente en p - JESÚS MOYA/CICR
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Las 38 víctimas, más de la mitad de ellas menores, de una 'ronda campesina' han sido identificadas casi 35 años después

MADRID, 30 Sep. (EUROPA PRESS) -

El 25 de diciembre de 1984 quedó grabado en las memorias de los habitantes de la comunidad indígena de Putka, en las alturas de Huanta (Perú). Ese día, casi 40 de sus habitantes, más de la mitad de ellos niños, murieron asesinados en una cueva a manos de las llamadas 'rondas campesinas'. Ahora, casi 35 años después, sus familias han conseguido recuperar sus restos.

El conflicto armado que vivió Perú entre 1980 y 2000 enfrentó principalmente a las fuerzas del Estado con el grupo armado Sendero Luminoso, pero también con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). La región de Ayacucho, donde se encuentra Huanta, fue la más golpeada por la violencia armada, en la que también vieron la luz grupos de autodefensa, conocidos como 'rondas campesinas', que en algunos de los casos tuvieron respaldo de las fuerzas de seguridad peruanas.

Los miembros de una de estas 'rondas' llegaron en la madrugada del 25 de diciembre a la comunidad de Putka, llevándose consigo hasta la entrada de una antigua mina a unas 40 personas, entre las que había numerosos niños e incluso una mujer embarazada. Una vez allí, los mataron a todos, si bien hubo tres supervivientes que lograron escapar --dos jóvenes y una ñiña--, aunque una falleció.

Fueron ellas quienes dieron la voz de alarma en una localidad cercana un día después de la masacre, conocida como la 'Matanza de Navidad' por la fecha en que se produjo. Su testimonio permitió que los familiares llegaran hasta la cueva, recuperaran los cuerpos y los enterraran de forma apresurada en el más estricto secreto por temor a represalias.

Y ahí se quedaron hasta que en 2009, por orden de la Fiscalía, se procedió a su exhumación para su posterior identificación y entrega a sus familiares, un proceso que ha permitido que este fin de semana hayan sido enterrados quienes fueron asesinados hace casi 35 años.

La exhumación de los cuerpos se ha realizado con el visto bueno inicial de las familias, explica a Europa Press la fiscal titular de la primera Fiscalía Penal Supraprovincial de Ayacucho, Jhousy Aburto Garavito, a cargo del caso. "Todo el proceso se hace de la mano de los familiares, son una parte fundamental", asegura.

En este caso, el proceso ha llevado casi una década "no tanto por responsabilidad o falta de voluntad del Ministerio Público o del Equipo Forense Especializado sino por una falta de presupuesto". La creación de un laboratorio de ADN en Ayacucho en mayo ha permitido acelerar y concluir el proceso de identificación, precisa.

UN PROCESO DE IDENTIFICACIÓN COMPLEJO

El proceso, en cualquier caso es complejo. En un primer momento es necesario recabar toda la información posibles sobre las características físicas y datos de las víctimas, "si tienen un diente postizo o si se cayeron del caballo", ya que ello puede ayudar en la identificación, explica Aburto.

A continuación, se procedió a exhumar los cuerpos en presencia de la Fiscalía y de los peritos del Equipo Forense Especializado (EFE). En este caso, fueron hallados en tres fosas 37 cuerpos, incluidos los de una embarazada con siete meses de gestación, 18 niños de entre 7 meses y 10 años y dos adolescentes de unos 14 o 15 años.

El elevado número de niños entre las víctimas hace de esta matanza algo particularmente doloroso. "Han sido asesinadas familias enteras", lamenta la fiscal, subrayando que entre las víctimas hay una madre y sus cinco hijos.

Melissa Lund trabaja ahora como asesora forense del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pero cuando se produjeron las exhumaciones de Putka estuvo presente como forense a petición de las familias. "Es uno de los casos más terribles que he visto", reconoce a Europa Press.

Los cuerpos estaban muy deteriorados por los años pasados y el clima de la zona. La particularidad de que hubiera tantos niños entre las víctimas también dificultó la identificación, ya que en los casos de edad temprana los huesos aún no se han terminado de formar, explica la forense.

Por eso, las ropas de las víctimas desempeñaron un papel clave no solo en su identificación sino a la hora de determinar cómo murieron. "Los cortes en las prendas" permitieron saber las heridas que les infligieron, ya que las víctimas de Putka murieron principalmente por lesiones con arma blanca, añade. Para los forenses "todo lo que se encuentra junto a los cuerpos puede ayudarles a entender mejor lo que sucedió" y este es un buen ejemplo de ello, destaca.

Una vez exhumados los cuerpos, fueron enviados al laboratorio forense donde en los casos en que no es posible la identificación antropológica se recurre a las muestras de ADN. Esto, explica la fiscal, "ayuda a determinar con certeza el grado de parentesco entre las víctimas".

ES FUNDAMENTAL SABER QUIÉN ES QUIÉN

Pero en el caso de Putkas, donde hay familias enteras, "nos dice que es hijo pero no dice quién es quién" por lo que es necesario "individualizar" a las víctimas, destaca Aburto. El papel de los odontólogos ha sido fundamental ya que ayuda a determinar la edad de las víctimas en base a las dentaduras.

Ha sido, resume Rolando Alvarado, jefe del Equipo Forense Especializado de Ayacucho, "un trabajo muy minucioso" por parte del odontólogo, el antropólogo forense, el antropólogo social y el biólogo molecular que ha permitido identificar a todos los fallecidos salvo uno por falta de datos y familiares.

El proceso de identificación cumplió la pasada semana los últimos formalismos, lo que permitió a las familias recuperar los cuerpos y poder enterrarlos durante el fin de semana. En esta zona de Perú, son tradicionales rituales especiales cuando fallece un familiar que no pudieron llevarse a cabo en su momento ya que fueron enterrados rápidamente, resalta Lund.

Así pues, poder ofrecerles aunque sea 35 años después un "entierro digno es importante para las familias" y les ayuda en cierta medida a cerrar ese capítulo de su vida, destaca Lund. Además, el proceso también tiene un aspecto práctico, ya que aunque en el caso de Putka se sabía que sus familiares habían muerto, estos seguían vivos a ojos del Estado puesto que las muertes no habían sido certificadas. Ahora, ya no es el caso.

LA BÚSQUEDA DE LOS RESPONSABLES DE LA MATANZA CONTINÚA

La entrega a las familias no supone que el caso haya quedado cerrado. "La investigación continúa", destaca la fiscal Aburto, que explica que la Fiscalía tiene la doble misión de buscar tanto a quienes desaparecieron como a los responsables de su desaparición. Ademas, la Ley de Búsqueda de Desaparecidos de 2016 creó un organismo específico encargado de localizar, con fines humanitarios, a quienes desparecieron durante el conflicto.

"En este caso, sabíamos dónde estaban, los hemos recuperado, identificado y restituido a sus familiares", resume la fiscal, ahora falta "buscar a los responsables de este hecho". "Hemos cumplido una parte y ahora nos queda la siguiente y continuamos aún con ello", recalca.

Según las últimas estimaciones oficiales, realizadas por la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas, unas 20.500 personas desaparecieron en el país durante las dos décadas de conflicto armado. En algunos casos, como el de Putka, sus familias sabían donde estaban, en otros, se desconoce su paradero y, como reconoce Lund, puede que nunca se sepa ya que puede que no haya restos o que aunque los haya no sea posible la identificación. Los familiares de unos y otros esperan aún respuestas.