Publicado 25/01/2016 23:40

Presidente de Honduras destaca que su país ya no es "el más violento del mundo"

Juan Orlando Hernández
EUROPA PRESS

   TEGUCIGALPA, 25 Ene. (Notimérica) -

   El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ha defendido este lunes durante la presentación del informe anual de labores ante el Congreso que gracias a su estrategia militar "Honduras dejó de ser el país más violento del mundo".

   "Ya no somos ni el primero, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto ni el quinto país más violento del mundo y ese es un logro de todos los hondureños", ha indicado Hernández.

   El mandatario ha remarcado que con el Ejército en las calles para combatir a los pandilleros y a los cárteles del narcotráfico, en 2015 se han reducido en 20 los asesinatos por cada 100.000 habitantes.

   Según cifras preliminares del Ministerio de Seguridad, los homicidios habrían bajado el año pasado hasta 56,7 por cada 100.000 habitantes desde los 75,1 de 2013 y los 67,5 de 2014.

   "En dos años, se ha reducido en un 70 por ciento el paso de droga por el territorio hondureño y eso genera un ambiente diferente en el país", ha remarcado.

   El presidente ha destacado que esta lucha contra la violencia se traduce en que se han logrado salvar "más de 3.000 vidas de hermanos hondureños" y que "más de 3.000 criminales entre narcotraficantes y extorsionadores" han sido capturados.

   Respecto a la economía del país, el mandatario ha manifestado que "en términos de finanzas públicas la casa está en orden" y que se ha logrado bajar el déficit "en cinco puntos", al tiempo que se ha conseguido retomar "la senda del crecimiento económico sostenido".

   "El crédito para Honduras es más barato y en mejores condiciones, y tenemos las puertas abiertas para el crédito nacional e internacional", ha destacado el mandatario.

   Asimismo, Hernández ha precisado que el Estado está "haciendo frente" a sus "obligaciones presupuestarias" y pagando "puntualmente" su deuda.

   Desde que asumió el poder en enero de 2014, Hernández delegó en los militares, la inteligencia policial y las operaciones antinarcóticos, al tiempo que desplegó en las calles una Policía militar de orden público para patrullar las hostiles barriadas hondureñas dominadas por las pandillas.

   La estrategia repercutió en el notable descenso de las cifras criminales, que en 2012 habían llevado a Honduras al podio de los países más violentos con una tasa de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes, y se ha convertido en un elemento clave en la aprobación del mandatario.

   Sin embargo, la militarización también ha levantado críticas de activistas de Derechos Humanos, que denuncian asesinatos, torturas y detenciones ilegales por parte de la Policía militar.