Publicado 17/05/2020 12:01

Sahel.- ONU y ONG dan la voz de alarma ante la confluencia de crisis en el Sahel

Sahel.- ONU y ONG dan la voz de alarma ante la confluencia de crisis en el Sahel
Sahel.- ONU y ONG dan la voz de alarma ante la confluencia de crisis en el Sahel - OCHA/OTTO BAKANO - Archivo
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Violencia yihadista, inseguridad alimentaria, pobreza y ahora el coronavirus provocan una situación sin precedentes

MADRID, 17 May. (EUROPA PRESS) -

En el Sahel, la franja que atraviesa el continente africano de este a oeste al sur del Sáhara, la confluencia de la creciente violencia yihadista, con el impacto del cambio climático, la inseguridad alimentaria y la pobreza había provocado ya una crisis sin precedentes a la que se ha sumado ahora el coronavirus y amenaza con añadirse en las próximas semanas una plaga de langostas. Las necesidades son muchas y los fondos escasos, por eso las agencias de la ONU y las ONG han dado la voz de alarma.

La previsión es que este año hasta 24 millones de sahelianos, la mitad de ellos niños, necesiten asistencia humanitaria, "una cifra sin precedentes", como subraya la jefa de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) para África Central y Occidental, Julie Belanger, en un encuentro por videoconferencia con periodistas.

A esto se suman los 4,5 millones de desplazados internos y refugiados que hay en estos países, en los que confluyen dos grandes focos de violencia yihadista, el primero en torno a lago Chad y que afecta a Nigeria, Camerún, Chad y Níger, y el segundo en el Sahel central, que abarca a Malí, Burkina Faso y el oeste de Níger.

A diario, nuevos desplazados se suman a esta cifra ante la continuación de los ataques por grupos yihadistas, que no han dudado en asaltar escuelas y centros de salud, las ejecuciones sumarias que en algunos casos han llevado a cabo las fuerzas de seguridad, pero también a la pobreza y los efectos del cambio climático, subraya la directora regional del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), Millicent Mutuli.

En general, han sido las comunidades locales las que han respondido ante este éxodo masivo, acogiendo a quienes se ven obligados a dejar sus hogares, "pero ya no pueden más" puesto que aquí la población "vive al día" y carece de recursos y ahora la pandemia, y en particular las medidas de restricción de movimientos, está agravando la situación, señala la responsable de ACNUR, que apuesta por ayudar tanto a desplazados y refugiados como a quienes les acogen "para evitar una catástrofe humanitaria".

GRAVE INSEGURIDAD ALIMENTARIA

Otra de las grandes preocupaciones en el Sahel es la inseguridad alimentaria. También aquí las previsiones son pesimistas, con más de 12 millones de personas con serios problemas para garantizar su sustento y el riesgo de que sigan aumentando en la coyuntura actual. El 80 por ciento de la población depende de la agricultura o el pastoreo para subsistir pero las medidas adoptadas frente al coronavirus ya están dejando mella.

Según explica la directora de Acción contra el Hambre en Malí, Dabagai Dabagai, aunque hasta ahora los países de la región, y en concreto los del Sahel central, no se han visto muy golpeados por la COVID-19 "hay que mantener la atención porque sí se notan sus efectos socioeconómicos".

Así, los agricultores están teniendo problemas por las restricciones de movimientos, igual que los pastores, que en muchos casos han visto su ganado bloqueado por el cierre de fronteras. Además el cierre de mercados en algunos casos está ocasionando una subida de los precios tanto del ganado como de algunos alimentos básicos. Por ello, defiende, "hay que actuar ya".

El coronavirus, destaca por su parte el coordinador subregional de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Gouanteoueu Robert Guei, "viene a exacerbar la situación del sistema alimentario" por las "trabas" que conlleva para la agricultura, la ganadería y la pesca, lo que tendrá repercusiones en la producción y con ello en la disponibilidad de alimentos.

AMENAZA DE LA PLAGA DE LANGOSTAS

Además, a esta "superposición de crisis" podría sumarse muy pronto una más: "una posible invasión de la plaga de langostas" que está arrasando el este del continente. "Si las condiciones meteorológicas son favorables podrían llegar en julio o agosto", previene, destacando que la FAO ya está trabajando con estos países en la prevención puesto que "la lucha contra las langostas del desierto es muy cara".

Sin embargo, uno de los principales desafíos en el Sahel sigue siendo el del acceso, dada la inseguridad imperante en muchas de las zonas que impide que la ONU y las ONG puedan prestar sus servicios. "Las ONG hacen todo lo posible para mantener sus operaciones pese a los desafíos", reconoce el director en Burkina Faso del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Manenji Mangundu.

"Hacen falta más fondos para poder acceder a las zonas inaccesibles y más golpeadas por el conflicto puesto que son los más vulnerables quienes están más expuestos a la COVID-19", reivindica, al tiempo que reconoce que la pandemia ha obligado a las organizaciones humanitarias a redefinir sus programas y a adaptarse a las nuevas circunstancias.

INCORPORAR EL COVID-19 A LA RESPUESTA HUMANITARIA

En este sentido, tanto desde las agencias de la ONU como desde las ONG se insiste en que más que una respuesta concreta frente al coronavirus en el Sahel, lo que hay que hacer es incluir las eventuales medidas dentro de la respuesta humanitaria ya en curso, teniendo en cuenta igualmente que tanto la violencia de los grupos armados como las operaciones antiterroristas de las fuerzas de seguridad no van a cesar por la pandemia.

La directora de programas de Plan International en Níger, Ramatou Kane, apuesta por "integrar la respuesta y la prevención en las acciones y proyectos que ya existen y no tanto en realizar acciones concretas". Así, propone por ejemplo incluir los kits de higiene junto a otra ayuda que se reparta u ofrecer junto a la asistencia información sobre el virus.

Hasta ahora, en el Sahel no se ha llegado "al nivel de Europa pero los contagios van en aumento", apunta Robert Guei. El responsable de la FAO considera "una buena noticia" que el número de muertos sea por ahora bajo pero llama a trabajar de forma conjunta, tanto las agencias humanitarias como los gobiernos y las autoridades locales para "tomar todas las precauciones, ya que no sabemos cómo va a evolucionar la pandemia".

HAY QUE MANTENER LA AYUDA HUMANITARIA

Igualmente, ONU y ONG tienen claro que una de las mejores herramientas para plantar cara al coronavirus es mantener la asistencia que ya se venía ofreciendo a los más vulnerables, en términos de alimentos, agua potable, saneamiento, pero también servicios sanitarios, puesto que en muchos casos la violencia ha destruido las pocas infraestructuras que había.

"Debemos salvaguardar el acceso de la gente a servicios de salud --incluidos los servicios psicológicos y de salud sexual-- especialmente en las zonas afectadas por el conflicto, donde las necesidades superan los recursos disponibles", defiende el director regional de ACH, Mamadou Diop.

"Si no actuamos ahora, la crisis costará muchas más vidas, devastará comunidades y se extenderá a nuevas regiones y a los países costeros de África occidental", alerta la jefa para la región de la OCHA. "El futuro de millones de personas, cuatro de cada cinco de las cuales tienen menos de 35 años, está en juego", subraya Belanger.

Para poder cumplir este objetivo, la comunidad humanitaria solicitó 2.800 millones de dólares para asistir a 17 millones de personas en el Sahel en 2020. Desgraciadamente, lamenta Belanger, hasta la fecha solo se han recibido el 18 por ciento, mientras que de los 638 millones de dólares solicitados para combatir la COVID-19 por ahora se han movilizado solo el 4 por ciento de los fondos.